(Nota: Como recomendación personal, sugiero leer este cuento mientras escuchan "Malagueña Salerosa" en la versión del soundtrack de Kill Bill)
Estación Chabacano
Viernes,
23:45 horas…
La chica
mira directo a los ojos al sujeto que tiene frente a ella, todo el rencor, el
odio y los deseos de venganza se acumulan y enturbian su mirada, el porte del
tipo, esos eternos lentes oscuros tan mamones, el aire de autosuficiencia, la
soberbia y el desprecio que desborda todo él la fastidian, la hartan, la
exasperan; por eso están ahí, en el pasillo, dispuestos a resolver esa maldita
disputa de una vez por todas…
El hombre
la mira: la mujer, menuda, delgada y hermosa, de lindos ojos color avellana,
cabello corto, negro e indomable, tan intolerantemente bella como siempre, tan
divina, tan delicada, tan irreal a veces; ahora lo mira con odio, ambos
supieron desde siempre que terminarían así, todo lo que había pasado entre
ellos tres era sólo un largo camino de encuentros, desencuentros, ataques,
defensas y retiradas, que los había de llevar, inexorablemente, a este punto…
- ¿Lista,
mi adorable guerrera?
- Cuando
gustes, miserable…
El viento
arroja un periódico hacia el pasillo, el cual vuela y se arrastra por el
improvisado campo de batalla, justo en el punto ciego de las cámaras de
seguridad, la alocada y despreocupada carrera del papel arrugado es detenida
por una chica alta, guapísima como la guerrera de cabello negro e indomable,
tierna y temerosa, que observa como el amor de su vida está a punto de
enfrentarse a la pesadilla de su vida, de la batalla depende su futuro, su
felicidad y su ser, ella siente, igual que él, que todo lo que ha pasado ha
sido simplemente un prólogo para el épico enfrentamiento que está por
desatarse…
- ¡Vamos,
perra!
-
¡Bastardo!
Ambos
combatientes corren, ella escondiendo su sable en la espalda, él llevándolo en
la mano izquierda, las trayectorias finalmente chocan, se escucha claramente el
sonido del acero estrellándose frente a sus ojos, también puede ver
perfectamente los destellos argentinos que despiden las armas al ser iluminadas
por los simples focos de la estación, la batalla es veloz, despiadada y sin
cuartel, de pronto, la chica lanza su ataque y el sujeto logra evadirlo, da
media vuelta y logra descargar el golpe antes de que la guerrera del cabello
indomable logre reponerse, ahora ella luce un largo corte en la espalda baja,
la sangre mana abundante de la herida, la chica respira agitada, su cabello luce
aún más rebelde que antes, él jadea debido al esfuerzo realizado, los dos
guerreros descansan en sus posiciones por un momento, luego levantan los
sables, dispuestos a lanzar el último ataque, el chico dice:
- Aún es
tiempo de arrepentirse y retirarse, guerrera…
Ella lo
mira sin parpadear, toma el sable con ambas manos y se coloca en posición,
mientras dice:
- Ataca
tan duro como puedas…
Un
destello que se refleja en los lentes oscuros impide ver el ligerísimo asombro
con que estas palabras han sido recibidas, ambos se miran una última vez y
avanzan, corren hacia ese, el último embate de la batalla…
Los sables
chocan, el acero produce un sonido agudo y estruendoso, él gira para
alcanzarla, el arma produce un sonido escalofriante al avanzar hacia la cabeza
de la chica, ella, por su parte, descarga con toda su fuerza el último golpe…
Ambos se
quedan quietos, jadeantes, todo lo que debía entregarse en este combate se ha
entregado, ella está agachada, él de pie, el sable de la chica aún está en sus
manos, él todavía sostiene el suyo con la mano derecha, los dos siguen
respirando entrecortadamente, la chica frente a ellos observa pasmada el
resultado de la batalla, no puede creerlo…
Finalmente,
la tensión es rota cuando uno de los sables cae al suelo con gran estruendo…
Él está
herido de muerte, la guerrera de cabello indomable logró evadir el sable que
viajaba hacia su rostro, sólo perdió parte de su cabello al agacharse, su
último ataque, en cambio, atravesó limpiamente el vientre de su oponente,
quien, luego de soltar el sable, cae de rodillas, sus últimas palabras son:
- Ahora
sabemos quién de los dos es mejor, guerrera…
- Nunca se
trató de eso, y lo sabes…
- Disfruta
tu victoria, la has ganado limpiamente…
La
guerrera del cabello indomable, sin mirarlo, sonríe; se recupera y se pone de
pie, toma a la chica de la muñeca y le dice suavemente:
- Vámonos,
mi amor…
La otra
chica le sonríe, la mira y se abraza a ella, ambas suben al andén y desparecen
para siempre…
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