lunes, 20 de febrero de 2012

La Novia

La chica observa la luna a través de la ventana, es la única iluminación que hay en la pequeña casita, todo el lugar está a oscuras, pero curiosamente ella no siente miedo, las lágrimas que corrieron por sus mejillas momentos antes se han secado, y sólo quedan un par de líneas oscuras como testigos de su melancolía, sobre sus piernas está recostado su novio, el amor de su vida, el único chico que ha sabido tratarla de entre toda la galería de imbéciles con los que ha salido, sus ojos, su sonrisa, sus labios, su nariz, ese hermoso rostro al que tanto ama, la mira con infinita felicidad, ella, sonriendo, observa a su novio iluminado por la luna llena, enternecida, acerca sus labios a los de él y lo besa, y ambos se dan un apasionado y tierno beso…

Meses antes de esto, la feliz pareja tenía problemas que podrían calificarse de insalvables, él había sido todo para ella, pero había (siempre hubo) un problema, no fue el hecho de que ella lo botó por otro en más de una ocasión, tampoco lo fue su vicio de andar persiguiendo experiencias nuevas, a costa de lo que fuera, tampoco lo era el hecho de que después de andar vagando de relación en relación, ahora que la chica sentía que la juventud se le escapaba rápidamente, quisiera regresar con él… o no, la verdadera razón (aunque las otras también pesaban) por la que él ya no quería verla ni tener relación alguna con ella era su maldita adicción a las drogas…

Pero ahora nada de eso importaba, luego de que él la rechazara, gritándole en medio de aquél centro comercial que dejara de acosarlo, que dejara de buscarlo, que lo dejara ser libre y hacer su vida, él había ido hasta la pequeña casita de la chica, y ahí habían podido, por fin, resolver todos sus problemas, ahora, nada se interponía entre ellos y la felicidad eterna…

Él fue paciente, intentó primero que ella reconociera que tenía un problema, y se ganó de esa forma sus primeros cuernos, ella le dijo que la dejara en paz y el chico obedeció, hasta aquella madrugada en que lo despertó una llamada de auxilio, la chica no sabía donde estaba, ni cómo había llegado ahí, ni mucho menos con quién estaba, pero si sabía que estaba aterrada y en medio del peor viaje de toda su vida, cual caballero andante, él fue a rescatarla, logró que la chica aceptara ir a rehabilitación, pero pocos meses después, ella se dio de alta sola, por unos cuantos días, el novio tuvo la vana ilusión (que siempre da el amor) de que ella ya estaba curada…

Ahora, los ojos de ambos no dejaban de mirarse, embebidos de amor, ella empezó a arrullarlo como solía hacerlo cuando dormían juntos, sonreía, y una felicidad inacabable inundaba su corazón, nunca pudo apartar los ojos de ese chico, él era su mundo, y ahora estarían juntos por siempre, la chica le dijo:

- Te amo y siempre te amaré… - y gozó hasta el llanto cuando escuchó la voz de su chico contestar:
- Yo también…

Ambos siguieron mirándose sonreír…

Con la segunda recaída, el chico le lanzó un ultimátum, y se ganó sus segundos y terceros cuernos, ella, convencida de que necesitaba libertad sin límites y que al lado de ese desabrido y aburrido muchacho no la encontraría jamás, optó por abandonarlo de nuevo y lanzarse a la aventura, cinco años pasaron de este modo, ella tropezó de relación en relación, de amante en amante, de droga en droga, de borrachera en borrachera… de vicio en vicio, hasta que una mañana se percató de su situación, la pequeña casita estaba ocupada por gente que ella ni conocía, todos los rincones estaban llenos de mugre y suciedad, la casa en general parecía abandonada y estaba llena de adictos, fue cuando se dio cuenta del horrible estado en que la había sumido su idea de libertad, fue cuando empezó a buscarlo, a pedir su ayuda, a pedirle perdón, a rogarle que le diera otro chance, que la ayudara a rehacer su vida, que no la dejara morir, porque sin ti, querido, voy a morir en menos de lo que te imaginas…

- ¡Deja de estarme fastidiando! ¡Estoy harto de ti, tuviste mil oportunidades y todas las echaste a la basura, estúpida! ¡Deja de acosarme! ¡Déjame hacer mi vida!...
- Pero mi amor, yo no puedo vivir sin ti…
- ¿Que no puedes vivir sin mí? ¿Cuántas veces me dijiste que no me necesitabas?, además, ¿Ya te viste en un espejo? ¿Ya te diste cuenta de la forma en que arruinaste todo lo bello que había en ti? – ella, al borde del llanto, dijo:
- Pe-pero…
- ¡No quiero escucharte decir nada más! ¡Desaparece! ¡Lárgate de mi vida! ¡Ahora soy yo quien quiere ser libre y no volver a verte nunca más! ¿Qué te parece eso?...

Ella sabía, sin embargo, que todo era un error, y quería enmendarlo, de modo que mandó a una de sus amigas a que lo convenciera de visitarla, luego de una semana de estar ahuyentando a sus amigos adictos, y arreglando la casa lo mejor que pudo, esperaba poder convencerlo de darle una última oportunidad…

Cuando el chico llegó hasta la casita donde había dormido tantas veces con ella entre sus brazos, de inmediato notó el abandono y la mugre que lo dominaba todo, se asombró de encontrar objetos que obviamente no pertenecían a la chica, abandonados como si sus dueños hubieran escapado de repente…

La casa estaba iluminada por velas, ella estaba de pie, con los brazos detrás de la espalda, parecía una niña dispuesta a escuchar un regaño de sus padres, él siempre le había dicho que cuando adoptaba esa postura parecía una linda chiquilla traviesa y juguetona, era la misma postura que adoptaba cuando quería pedirle un favor a alguien, o cuando quería que la perdonaran, fue la misma postura que adoptó cuando se conocieron, cuando ella derramó su café por accidente sobre el traje favorito del chico, durante años sintió un intenso cariño al evocar esa imagen, ahora, en medio de la mugre y debido al estado de la chica, la imagen le provocaba ciertas dosis de asco y vergüenza, algo había, sin embargo, en la amplia sonrisa de la chica…

Ahora los dos reposaban, ella seguía arrullándolo, todo estaba bien, ahora todo estaba bien, la chica lo miró a los ojos, habían platicado por horas, las velas se habían extinguido hacía mucho, pero ya todo estaba bien, lo miró a los ojos y dijo:

- Ahora sí podremos estar juntos por siempre…
- Así es mi amor, me di cuenta de lo mucho que me amas, y ahora podremos estar juntos por siempre…

Y una profunda sonrisa, repleta de amor y felicidad, cruzó el rostro de la chica…

Y una profunda sonrisa, repleta de alucinada felicidad, cruzó el rostro de la chica, porque allí, en medio de la sala oscura y tenebrosa, rodeada de velas extinguidas, iluminada horrendamente por las luces de las patrullas, que, alertadas por los gritos, acaban de llegar al lugar, permanece sentada arrullando a su amado, un cuchillo descansa, manchado de sangre fresca y sangre seca, junto a su mano derecha, los policías que empiezan a entrar a la propiedad no pueden creer lo que ven, restos humanos por todas partes, los cuerpos de los “amigos” de la chica, que los asesinó cuando regresó de su último encuentro con su amado, en la cocina, con la cabeza destrozada y metida dentro de la estufa, yace el cuerpo de la amiga que había ido a buscar al chico, la había asesinado antes de que él llegara, estaba tan drogada que jamás se dio cuenta que había vivido rodeada de cadáveres en casa de su amiga durante una semana…

Los policías se acercaron con cautela a la sala, donde la chica, empapada en sangre, seguía sentada arrullando el cuerpo sin vida de quien había sido el más fiel de sus novios, el único hombre que de verdad la quiso, la única persona en este mundo que de verdad se preocupaba por ella, en cuanto él llegó la chica lo había degollado, arrullando su cadáver por horas y horas, ahora la luna iluminaba la aterradora escena, los policías escucharon claramente a la chica, que acabó sus días encerrada en un hospital siquiátrico, mientras observaba arrobada los ojos muertos de su chico y repetía:

- Ya todo está bien… ya todo está bien ahora, amor… Te amo… ahora podremos estar juntos para siempre… juntos para siempre… por siempre…

Ilusiones

Bruno no podía creerlo, la llamada que acababa de recibir lo había dejado boquiabierto, la voz al otro lado del teléfono lo llamaba sin éxito:

- Yo sé que es una muy mala noticia, pero tienes que aceptarlo, Ana está muerta...

Pasaron los días, luego las semanas, y finalmente, los meses, sin que Bruno pudiera hallar consuelo en ninguna parte, por lo que decidió retirarse unos días a una casa que él y Ana habían comprado a las orillas de un lago en el corazón de aquella región alejada de la capital.

Para él la pérdida de su amada había resultado devastadora, Ana era la única persona a la que Bruno había amado, con ella había aprendido los secretos del amor y habían compartido la vida durante mucho tiempo.

Pero lo que lo tenía sin dormir era la forma en que Ana había muerto...

Después de que él había salido aquella noche del departamento en el que vivían, alguien, a quien nadie pudo identificar, entró en su hogar mientras ella dormía, y sin la menor piedad o remordimiento, la asesinó a puñaladas...

Pese a las investigaciones de la policía, fue imposible dar con el homicida, quien al parecer había logrado evadir el largo brazo de la justicia.

Durante varios días, Bruno se dedicó a descansar, todo su organismo lo pedía por lo prolongado de sus llantos, que acudían a él cada que algún recuerdo de Ana lo asaltaba...

Sin embargo, una noche, después de una amarga pesadilla, Bruno se despertó bañado en sudor, su perturbador sueño lo había llevado a saber que Ana se esforzaba por comunicarle algo importante, su espíritu no encontraría descanso hasta lograrlo.

Mientras fueron pasando los días, Bruno se daba cuenta de la cantidad de fenómenos extraños que llenaban el entorno, él sabía su significado, estaba convencido de que pronto el asesino de Ana vendría por él para tomar su vida... ella estaba tratando de advertirle... quizás Bruno podría detener al homicida para que ella pudiera encontrar el descanso eterno...

Una noche, pasados unos días, la luna llena iluminó con toda su belleza la ribera del lago, el agua reflejaba cada destello de la luz del astro, dándoles un toque extraordinario a los argentinos brillos de aquellas tinieblas.

Los fenómenos ocurridos aquél día tenían a Bruno alterado, pero la llegada de la noche, con sus múltiples ruidos, resultaba particularmente tenebrosa, las voces que Bruno escuchaba, y que asumía eran enviadas por Ana, le había dicho que por fin conocería el ansiado secreto... ¡oyut áres aditrap im ed oterces le, oím roma, ehcon. atse!... si, la voz lo estaba guiando claramente... evalc al àres zul al... evalc al áres zul al... evalc al áres zul al... no cabía duda...

Las horas se enlazaron, Bruno perdió la noción del tiempo, tenía la impresión de que llevaba toda la vida esperando ese momento, sabía que, en esos instantes, toda su existencia se comprimía hasta esos espantosos minutos.

Vinieron a él todo tipo de visiones... sensaciones... presencias...

Cuando la luna llegaba a su cenit, la voz lo guió claramente...

...onitsed ut a náravell et ...solletsed sus...

Salió de la casa...

Frente a él, posado en la ribera del lago, estaba un hombre...

Sacó el cuchillo que llevaba...

Un grito llenó la oscuridad de la noche...

Destellos lunares bailaban sobre un cuerpo amorfo...

Acompañando un rugido animal a la orilla del lago...

Al ritmo de aquellos gritos que nadie olvidaría jamás...

Aquella vivienda permanece abandonada, los habitantes de la región le temen a lo que habita en las proximidades, muchos suponen que es algún tipo de superstición levantina de aquellos pequeños hombres envueltos en su propia lógica, algunos más creen que dicha superstición se encuentra relacionada con lo que se encontró, hace mucho tiempo, a la orilla del lago, frente a aquella propiedad, que ahora es sólo un fantasmal remedo de una casa, otros más, los menos cabe aclarar, dan plena validez a los relatos de los asustadizos hombres de la región, y aseguran, al igual que ellos, que en las noches de luna llena seres luminosos provenientes del infierno ejecutan bailes macabros alrededor de aquella casa y aseveran que extrañas grabaciones se han conseguido en aquél lugar...

El día despuntó, y con sus rayos el sol iluminó todo el lago...

Varios campesinos encontraron un cuerpo...

Se encontraba terriblemente mutilado...

Al parecer, se había lastimado a sí mismo con el cuchillo.

Lo que no se ve

- Estás jodido…

El perro levantó las orejas, alzó la cabeza y fijó la vista en un punto frente a él, desde su lugar preferido, en el respaldo del sillón café al lado de la ventana, donde el sol acaricia su piel, Benicio lo mira con desdén, un poco más abajo Diana dormita hecha un ovillo sobre el asiento del sillón, con los ojos entrecerrados.

- ¿y tú que sabes, huevón? – ladró Roscoe.

Por toda respuesta, Benicio se levanta, eriza la espalda y clava sus ojos amarillos en el perro, mientras maúlla con sorna:

- Soy mejor cazador, ¿recuerdas?, además, si quieres sacar a esa araña de debajo del refrigerador deberías buscar atrás, al lado derecho…

Roscoe estaba molesto, llevaba media hora tratando de atrapar a esa maldita araña, que lo picó cuando estaba conciliando el sueño, más por fastidiar a Benicio que por otra cosa, el perro se asomó al lado del refrigerador, para su asombro, la araña, grande, negra y peluda, se movía en dirección a la recámara de la ama, de un salto, Roscoe logró aplastar con su pata derecha al animalejo, luego de lo cual restregó la pata en el borde de la pared, eliminando los restos de la araña de sus garras, satisfecho, regresó a la alfombra y se echó frente al sol para quitarse el frío, entonces se dio cuenta de que Benicio lo veía fijamente…

- ¿qué?
- ¿y bien?
- ¿y bien qué?
- ¿en qué momento vas a decir: “lo siento Benicio, tenías razón”?
- sabes que jamás voy a decirlo… –ladró Roscoe

El gato, por toda respuesta, se molestó e irguió la cabeza, levantando las orejas, se preparaba para maullar cuando Roscoe remató:

- …aunque sea cierto.

La sonrisa del perro hizo que Benicio bajara la cabeza y volviera a enrollarse, ronroneando y con su característica sonrisa irónica en los labios, después de un rato, junto con Diana y Roscoe, se quedó dormido…

Fue Diana la primera en percibirlo, de pronto un escalofrío recorrió su espalda, lo que la hizo sentarse y maullar, creyendo que la puerta o la ventana estaba abierta, se asombró al percibir el sol de la tarde que daba de lleno a la casa y el agradable calorcillo que se sentía en la estancia, por la posición del sol, sabía que faltaba poco para que el ama regresara, volvió a maullar porque no sabía porqué había sentido ese escalofrío y se sentía incómoda...

- Benicio… Benicio…
- ¿Qué pasa?
- ¿Sientes eso?

Por instinto, el gato miró hacia el frente, al sillón que estaba de espaldas a ellos y que dominaba la entrada del departamento, al ver a la sombra sentada en el sillón se erizó y sacó los colmillos, Roscoe, acostumbrado al mal temperamento de sus amigos felinos, levantó la mirada sólo para ver a Benicio erizado y decirle:

- ¿Qué, otra rata?
- No – dijo Diana –esto es más raro…

Roscoe movió la cabeza para observar en la misma dirección que los gatos, sólo para levantarse y ladrar en la misma dirección segundos después, la sombra no sólo no se inmutó, sino que una voz trató de callar a los animales:

- ¡Shh!
- ¿Y éste quién se cree para darnos órdenes? – maulló Benicio en el colmo del enojo

Por toda respuesta, como si el aumento de ladridos y maullidos que levantó su intento por que los animales guardaran silencio no tuviera importancia, la sombra, que ahora sabían era una persona, levantó la mano derecha, con tres dedos levantados, en uno de ellos refulgía un anillo dorado, de pronto una voz atronadora dijo:

- ¡Que se callen!

Benicio, Diana y Roscoe no podían creerlo, sabían a quién pertenecía ese anillo, sabían de quién era esa mano y a quién correspondía la voz que acababa de hablar, temblando de miedo, Diana preguntó:

- ¿Qué pasa?
- No puede ser… -dijo Roscoe –no puede ser… ¿verdad que no puede ser, Benicio?
- Te diría que no, pero no se quién más podría ser si no es él…

Los tres animalillos, acobardados un poco, y extrañados por la aparición de una persona que sabían que no podía estar allí, y que sin embargo, y como a veces pasaba con los humanos o con algunos de sus amigos, estaba sentada frente a ellos, dándoles la espalda, se acurrucaron cerca de la puerta que daba al balcón del departamento, Diana dijo entonces, a media voz…

- Es el Amo…
- Claro que es el Amo –dijo Benicio –ese anillo se fue con él, después de su partida no volvimos a ver el anillo, ¿recuerdan?
- Y su voz es inconfundible, siempre me dio confianza, desde que la escuché por primera vez, allá en el refugio, supe que siempre reconocería esa voz… -dijo Roscoe.

Los animales se quedaron sin saber qué hacer, sobre todo cuando su dueña entró por la puerta justo en ese momento, el Amo, que desde su posición podía ver perfectamente a la chica, levantó los brazos y dijo:

- ¡Hasta que al fin nos vemos de nuevo!

La chica no sólo no escuchó al Amo, sino que, y esto es obvio, ni siquiera tenía idea de que estaba en la casa, los animales se le acercaron y se soltaron a un coro de exclamaciones:

- ¡El Amo está aquí!
- ¿Qué no lo ves?
- ¿Qué no lo sientes?
- ¿Querrá algo de ti?
- ¿A qué ha vuelto?

La chica se desvivió consintiendo a sus animales, sin saber porqué ese coro de maullidos y ladridos, que ahora acompañaban su llegada, le dio de comer a los animalillos y los acarició, trató de jugar un poco con ellos pero los tres estaban demasiado excitados, después de unas cuantas horas, se fue a dormir…

Los tres animales custodiaron toda la noche al Amo, viendo que no se levantara de la silla, ante lo misterioso de su llegada, tenían miedo que tratara de hacerle daño a su dueña, sin embargo, y por más que Roscoe aguantó, pasada la media noche dio un par de vueltas alrededor de la alfombra y se echó, no se dio cuenta que Diana ya dormía panza arriba y que Benicio estaba acurrucado debajo del sillón que daba a la ventana…

A la mañana siguiente, los vecinos de aquél departamento se levantaron como todos los días, amantes de los animales, tenían varios gatos que normalmente no hacían nada, pero que esa mañana ya estaban esperando del otro lado de la puerta, en cuanto vieron a su dueño salir por la puerta de la recámara, acompañado por su mujer, los cuatro gatos de la casa prorrumpieron en maullidos de alegría, Cosme, el más viejo de todos, dijo:

- Salud, hermanos, que nuestros amos amanecieron con bien…

Un par de horas después, cuando ambos estaban por salir del departamento, la chica abrió la puerta para recoger el periódico del día, entonces vio algo que llamó su atención en el pasillo…

- Oye, hay un gato en el pasillo…
- ¿Qué?, ¡pero si acá están todos!
- No seas menso, uno que no es nuestro, ¡está muy bonito!

El chico salió al pasillo y encontró a Benicio maullando frente a la puerta del departamento de junto, escuchó unos débiles sonidos, que le parecieron quejidos emitidos por un perro, y maullidos lastimeros, alargando la mano, trató de acariciar a Benicio, quien dejó que el desconocido le acariciara el lomo, pero cuando trató de tocar su pecho, el gato le tiró una mordida…

- ¡Auch!, estúpido felino, no quiero hacerte nada, tonto…

Sin embargo, a los vecinos les llamó la atención la insistencia con que el gato maullaba y rascaba la puerta del departamento, no sabían que la chica pálida y callada de junto tuviera animales en casa, suponiendo que el gato habría escapado o salido sin que la dueña se percatara, la chica se acercó hasta la puerta y trató de tocar para ver si la dueña estaba en casa…

La puerta cedió sin ninguna resistencia…

Frente a ellos, con los ojos abiertos, yacía el cadáver de la vecina, la chica, menuda, de cabello rubio, pálida y ojerosa, parecía haber sufrido un infarto, en el momento en que abrieron la puerta, el perro aulló desesperado…

Las autoridades se llevaron el cuerpo y dictaminaron que la mujer había muerto de un paro cardiaco,
los animalillos iban a ser sacrificados, pero Kiara, Kimi y Enzo, como ahora se llamaban, fueron adoptados por los amables vecinos…

Nunca es tarde

- ¡Te digo que bajes el arma, grandísimo cabrón!

Hasta aquí llegué… ahora me parece obvio, pero hace cinco minutos me parecía que todavía tenía el mundo en las manos, ahora, quien siempre ha sido mi protector y socio, desde que entró a la policía, me apunta con su arma, y no está solo, otros catorce policías me apuntan también, hay cuatro francotiradores frente a mí, en el helipuerto, y dos fulanos me apuntan con rifles desde el helicóptero que sobrevuela la torre, si hago siquiera el menor movimiento que les de a entender que pienso disparar, me cosen a balazos… creo que lo peor del asunto es que estoy considerando seriamente, yo, que siempre he sido egoísta y egocéntrico, levantar la pistola hacia mi querido amigo de azul y dejar que me acribillen… es eso o la cárcel, y aunque los tipos como yo disfrutamos de estancias cortas y cómodas en las prisiones, no sólo no tolero la idea de estar encerrado cual vulgar animal, sino que estoy seguro que en mi situación actual es poco probable que mi estancia sea corta, puedo seguir manejando mis asuntos, si es que todavía son míos y esa rata disfrazada de buen samaritano que es mi mano derecha no se ha hecho con el control de mi amada ciudad, pero no tolero pasar lo que me queda de vida en la jaula… eso sí, conozco perfecto al amigo de azul, y sé que no podrá evitar, aunque quiera, que ponga una bala, curiosamente la única que me queda, en medio de sus asquerosos ojos de vaca muerta… ¿cómo decía aquél Rey en la obra de Shakespeare?, ¿mi reino por un caballo?... bueno, mi reino, esta hermosa, gigantesca, dantesca, esperanzada, desesperada ciudad, por un millón de balas más…

¿Quieres saber la parte graciosa de todo esto?, que todo, los policías, la última bala, lo que me dijo la chaparrita antes de irse, lo que me acaban de hacer, el dinero, el amigo de azul, mi rata mano derecha, mi caída desde la cima de la gloria, la construcción de mi imperio, la pérdida de mi reino, todo, todo esto, empezó hace más de veinte años… ¿en serio no te parece gracioso?...

- Señor, hay una persona que desea verlo…
- ¿Quién?
- La nueva administradora de los negocios de la Zona Sur…
- ¡Ah!, es para el asunto que platicamos anteayer, ¿no? ¿La nueva asistente?
- Así es, señor…
- Pues que pasen…

Ahí las tenía, eran las quince chicas más guapas que jamás había visto en mi vida, todas, como curiosamente siempre me pasaba, tenían un aire familiar, desde aquél incidente, el último en mi vertiginoso, aunque obviamente sangriento, ascenso al poder, todas las chicas guapas tenían algo, los ojos, los labios, la mirada, el rostro, el cuerpo, que me recordaba a aquél grandioso y asombroso par de locos que gobernaban el bajo mundo… hasta que yo llegué…

- ¿Alguna es de su agrado?
- No sé, siempre me cuesta decidir este tipo de cosas… ¿Tú que opinas, Vega?
- Señor, usted sabe que no me gusta interferir en sus decisiones…
- Si, pero esto no es una cuestión de negocios, sino de gusto, y te estoy pidiendo tu opinión, solamente…
- Señor, usted sabe que para mí todo se trata de negocios, pero, ya que me permite tomarme la libertad, me atrevería a llamar su atención sobre la chica que está en medio…

Inmediatamente puse mis ojos en ella, siete hermosas chicas a cada lado de sus hermosos ojos color avellana, su piel blanca, sus hermosos y delgados labios, la boca discreta y pequeña, la nariz delicada y perfecta, la mirada pura, transparente, como hacía años no veía una, el cuello elegante, que era la curva perfecta entre los hombros y ese hermoso rostro, el cabello corto, justo donde el cuello termina, negro, perfectamente lacio, el fleco cortado justo sobre la mirada hipnotizadora, y la expresión de tranquilidad y… sí, suena enfermo, lo sé… sumisión que mostraba, las otras siete bellezas a cada lado dejaron de existir, sin más dije algo que nunca, en veinte años, había dicho a ninguno de mis segundos:

- Excelente consejo, Vega, ella es la indicada…

Ella me miró con una mezcla de agradecimiento y felicidad, después de todo, dejaba de ser prostituta para ser asistente personal de uno de los hombres más ricos y conocidos de todo el país, Vega, sin embargo, me tiró cierta mirada inteligente, como si supiera algo que yo no, supuse, sin embargo, que el más leal de mis perros sólo obtendría una mejor comisión por la colocación de la chica, me acerqué a la señora Olivares y le pregunté:

- ¿Cómo se llama?
- Valeria, señor…
- Perfecto, bienvenida entonces, Valeria…

Nuevamente clavó sus ojos en mí, mezclando el agradecimiento y una expresión que parecía llorar de alegría, me di media vuelta y salí por una puerta lateral hacia mi oficina, mientras espetaba a mi segundo…

- Ya sabes qué hacer, Víctor…
- Claro que sí, señor…

Semanas después de la elección, Valeria dominaba a la perfección todo lo relativo a su nuevo puesto, no creas, por favor, que la quería para trabajos sexuales, aunque me resultaban muy atractivas, mis asistentes quedaban fuera de mi lista de conquistas de inmediato, debido al trato tan cercano que había con ellas, y sobre todo, debido a que no necesitaba amantes, sino secretarias nada más, he de decir en mi defensa, sin embargo, que todos los hombres tenemos momentos de debilidad, y sobre todo, siempre estamos expuestos a cometer errores, el mío fue aceptar la confianza que Valeria depositó en mí, nuestra relación, lo quisiera o no, estaba haciéndose más y más cercana… de modo que un par de años (sí, se que soy lento) después de haber entrado a trabajar como mi asistente, había sido promovida a un puesto más alto… mi esposa.

Irónico que coincidiera la fecha, más irónico todavía que no me diera cuenta, nuestro matrimonio, planeado a la perfección por quien para estos momentos seguro es el señor Víctor Vega, cuarto Jefe de la Organización, se celebró seis meses antes de que se cumplieran veinte años de mi “toma” de posesión…

Seguro que para este momento te imaginas de que se tratan mis asuntos, dudo que el intelecto no te alcance para ver lo que para esta ciudad siempre fue obvio, los mexicanos siempre hemos tenido un defecto, que sin embargo, compartimos con las empresas más grandes y los criminales de élite, y esto es que siempre necesitamos a alguien en la cima, un Jefe, una mano dura que ponga orden y controle lo incontrolable… la bestia que es esta ciudad, y como todas las grandes bestias, como Nueva York, Los Ángeles, Londres, París, Roma, Moscú, Buenos Aires, etc. su monstruoso bajo mundo…

Hace veinte años, esta ciudad estaba regida por dos de los más asombrosos y enloquecidos criminales que el mundo haya conocido, empezaron como ladrones profesionales, pasaron al tráfico de mercancías y luego fueron los lugartenientes del “Turco” Godínez, que de turco tenía lo que yo de alemán y que fue el más sanguinario jefe del bajo mundo que esta ciudad jamás haya visto… él fue quién fundó la Organización, los jefes de cada sector de la delincuencia (tráfico de drogas, piratería, ladrones, etc.) eran miembros de la Organización y se sometían a sus reglas no escritas, sólo así pudo haber algo de paz después de las rencillas de los setentas, que casi acaban con todo y con todos, el Turco Godínez fue el primer Jefe elegido por la Organización, y mantuvo la Ley y el Orden hasta que sus lugartenientes, Maximiliano López y María Quintana dieron un golpe contra el Turco, que terminó sus días metido de cabeza en un tambo lleno de aguas negras, en lo que ahora es Santa Fe…

El periodo de Maximiliano y María al frente de la Organización es el más próspero que se recuerda, lograron someter a todos los disidentes y establecieron el equilibrio que permitió que todos trabajáramos a nuestras anchas, disfrutaron de largos quince años en el poder, pero hay una vieja sentencia en las calles que dice que los Jefes de la Organización obtienen el poder, pero tienen que soportar la maldición que viene con él… jamás encontrarás una muerte natural si accedes a ese inimaginable poder… debí saberlo mejor, y espero que Víctor Vega lo sepa…

Su principal lugarteniente, su mejor sicario, el más fiel de todos, Jorge Guillermo Blanco, dio un golpe contra ellos hace veinte años, acribillándolos en su casa, de propia mano, después de que los Jefes despacharan a catorce hombres de Blanco, quien puso remedio a la situación por sí mismo…

Desde ese día detento el poder absoluto, aunque yo, Blanco, el hombre duro entre los duros, no pude jamás olvidar el rostro de odio y rencor que tenía Maximiliano cuando se dio cuenta quién entraba a terminar el trabajo, ni puedo olvidar la melancolía en los ojos de María cuando la encontré en la recámara, ella siempre fue hermosa, incluso arreglé, como ellos lo hicieron por el Turco, que fueran presentados de la mejor forma posible en su funeral, dice la tradición no escrita que los Jefes de la Organización deben hacer por sus antecesores lo mismo que Emperadores, Reyes o Papas hacían por los suyos… aunque tú mismo los hayas despachado, ríndeles honores y guárdales respeto, ya que si no hubiera sido por ellos, no estarías aquí, Víctor Vega, estoy seguro, lo hará por mí, y quien despache a mi amigo Vega, cuando su tiempo se haya acabado, hará lo mismo por él, perder el poder no significa que debas ser humillado, nosotros no somos políticos…

Te decía que era irónico que la fecha no me dijera nada, y al final no lo hizo, así que nos casamos hace seis meses, me pasé todo ese tiempo metido en la más absoluta felicidad, sintiéndome mejor que nunca y seguro de estar al mando de todo a mi alrededor, fue entonces cuando empezó la locura…

Hace una semana Valeria fue al gimnasio que está cerca de nuestra casa, a pesar de la seguridad que siempre la rodeaba, Vega entró en mi oficina una hora después de que terminó la clase de Valeria para darme la peor noticia que me han dado en la vida…

- Señor, no quiero que se alarme, pero el Comandante Rubio se acaba de reportar, encontraron la camioneta de Valeria a pocas calles del gimnasio, hay ocho muertos, y Valeria no está entre ellos…

Mientras trataba de asimilar la noticia que me estaba dando Víctor, sonó la línea privada de mi oficina, Vega mostró genuina sorpresa, asombroso en vista de lo que pasó, yo levanté el auricular y escuché al otro lado de la línea una voz masculina…

- De modo que ya te dieron la noticia, ¿no, Blanco?
- ¿Se puede saber quién eres, además de un hombre muerto?
- jajajaja, tu peor pesadilla, Blanco, alguien con mucho por ganar y nada que perder, ¿quieres de vuelta a tu amada Valeria, no?

Me quedé en silencio unos segundos, mientras se me pasaba el pasmo inicial y trataba de pensar con frialdad quiénes podrían ser tan estúpidos o intrépidos para planear el golpe, ¿sería Martínez, el Amo de la Piratería? ¿Ramírez, el secuestrador?... ¿Vega?...

- Hay decisiones difíciles en la vida, Sr. Blanco, esta es una de ellas… ¿Quiere ver de nuevo a Valeria, o no?
- Por supuesto que sí…
- Ok, nos entregará entonces veinte millones de dólares, en efectivo, sin marcar, solo…
- ¿Dónde?
- Nosotros se lo haremos saber, mientras, estamos en contacto…

El dinero, y una lista de sospechosos, estaban en mi oficina antes de una hora, pero tuve que esperar cinco días para saber de los secuestradores, quienes al parecer me conocen bien, ya que supieron donde pegarme, ese día, frente a mi escritorio, a la hora en que el secuestrador dijo que llamaría, estaban sentados los miembros de la Organización, yo quería ver quién era el primero que se delataba como el imbécil que creyó que podía derrotarme tan fácilmente…

A mi derecha estaba Pablo Ramírez, ex comandante de la policía, secuestrador profesional, no podías secuestrar a alguien en la ciudad sin su bendición, junto a él estaba Martín Hernández, la Sombra, el mejor ladrón de la ciudad, nadie se robaba un peso en toda el área sin que él lo supiera, directo frente a mí, estaba Manuel “Ronnie” Islas, el mejor para mover y deshacerse de cosas robadas, principal aliado de la Sombra, a la izquierda estaba el Rey de los Piratas, Julio Martínez, todo lo falso en la ciudad tenía su nombre, y para cerrar, Eugenio “El Gordo” Artajo, a quien también le decían: “El Abominable Hombre de las Nieves” por su lucrativo negocio de venta de drogas, también se encontraba mi segundo, Vega, que no por ser el perro más leal de la perrera dejaba de estar en la mira…

A la hora programada el teléfono empezó a sonar, lo contesté de inmediato con la estúpida voz de quien lleva cinco días esperando una llamada…

- ¿Hola?
- ¡Sr. Blanco!, ¿Cómo le va?, ¿están cómodos sus amigos?, espero que sí, porque este show va a ser divertidísimo…
- ¿Me vas a decir donde quieres que te entregue tu dinero, estúpido, o quieres hacerme encabronar más para prologar tu agonía?
- jajaja, ok, supongamos que te digo que el lugar a donde quiero que me dejes el dinero está en Iztapalapa… ¿Qué harías entonces?...

Por toda respuesta, saqué de debajo del escritorio mi pistola, y planté una bala en el pecho de Pablito Ramírez, que cayó de espaldas y empezó a arruinar la alfombra de mi oficina con la sangre que brotaba por la herida, antes de que nadie pudiera reaccionar me puse de pie y grité:

- ¡No se muevan, cabrones, o los enfrío también!, ¡el pendejo que tiene a Valeria lo acaba de delatar!

Hasta ese momento escuché la risa histérica que sonaba por el teléfono, la voz del otro lado de la línea dijo:

- ¿Tienes una idea de lo estúpido que eres, Blanco?, ¡Acabas de matar a uno de tus más grandes aliados sólo por algo que me inventé!, ¡jajajajaja!

Por la cara de idiota que puse, todos se dieron cuenta de lo que el secuestrador me decía, de modo que lo que respondí resultó irrelevante:

- ¡Maldito estúpido!, ¡en cuanto te atrape te juro que no tendrás de que reírte en el infierno al que te voy a mandar!
- Deja que yo me encargue de eso, ¿quieres?, pero no te preocupes, no provocaré más incidentes, te veo en el helipuerto de la Torre México en dos horas, con el dinero y solo, o verás como Valeria baja los 65 pisos del edificio… en caída libre…

El imbécil me colgó, no podía pensar, resultaba que el edificio en el que me citó estaba dentro de mi propia zona, de modo que cualquiera podía ser el culpable, de pronto, no sé porqué, creí ver cierta sorna en la mirada del Gordo Artajo, de modo que le espeté:

- ¿De qué te ríes, imbécil?
- ¿Qué?... ¡de nada!, sólo me pareció que el destino nunca quiso a Pablito, que en paz descanse… tanto que le tomó llegar a ser líder de los secuestradores y se muere por una broma telefónica…

Creo que esos fueron, al menos hasta ese momento los quince minutos más estúpidos de mi vida, en rápida sucesión, le disparé al Gordo Artajo, a Julio Martínez cuando me dijo que estaba cometiendo una injusticia, a Martín Hernández cuando dijo que estaba paranoico y a Manuel Islas cuando dijo que me estaba volviendo loco, finalmente, le disparé a Vega, mi mano derecha, cuando el pendejo me dijo que pensara en las consecuencias de lo que estaba haciendo, lo último que me dijo, o eso creí, fue:

- ¿Ya se le ocurrió pensar que esto podría ser personal?

Hasta ese momento no me había pasado por la cabeza la idea de que todo este entramado fuera planeado por alguien que deseaba vengarse de mí, en el momento en que lo pensé, una gama de posibilidades empezó a revelarse… ¿sería alguna de mis ex amantes?, ¿alguien con quien tenía asuntos pendientes?, ¿la venganza de alguna víctima?, con todo esto en la cabeza, y en medio del estupor de mi nueva secretaria y de todos los que estaban en la oficina, salí para la Torre México con el dinero…

Llegué con veinte minutos de antelación, estaba desesperado, la única persona que he amado en la vida en manos de unos imbéciles, pero lo que más me molestaba era que no podía pensar en algún responsable que me odiara tanto como para arriesgar la vida de esa manera, ni alguien tan estúpido como para arriesgar la vida de esa manera… exclusivamente por dinero.

Es curioso, justo en el momento en que acaba de agotar mi lista de sospechosos, todo el misterio se resolvió… frente a mí se apareció una silueta enfundada en una gabardina negra, no podía verle la cara porque mientras esperaba había anochecido, la misma voz que había negociado conmigo me dijo entonces:

- ¿Tiene lo que se le pidió, Sr. Blanco?
- Antes de entregarlo quiero una prueba de que Valeria está viva…

Por toda respuesta, la silueta levantó un brazo, en la mano tenía un radio, pulsó el botón y después del sonido de advertencia, sonó la voz de Valeria a través del teléfono:

- ¡Auxilio!, ¡mi amor, no dejes que estos idiotas me hagan daño!, ¡dales lo que te piden!

En ese momento pateé la maleta con el dinero hacia donde estaba la silueta, el secuestrador se agachó, la recogió y después de abrirla y revisar su contenido me dijo:

- Está bien, Jorge… ¿quieres saber porqué fue todo esto, no?, ¿quieres saber la razón que me hizo arriesgar la vida de esa manera sólo para desatar tu venganza?
- No necesito razones para asesinarte, pero confieso que me intriga saber qué te llevó a desafiarme de esta manera…

La silueta me arrojó entonces el radio, supuse que aprovecharía mi distracción para escapar, pero no lo hizo, tomé entonces el radio entre mis manos y pulsé de nuevo el botón para escuchar a Valeria, pero mi sorpresa no tuvo límites cuando sólo volví a escuchar a Valeria pidiendo auxilio y diciéndome que entregara lo que me pedían, el radio era en realidad una grabadora, entonces la silueta me dijo:

- La policía no debe tardar, de modo que tengo poco tiempo para explicarte de qué se trata todo esto, es inútil que trates de escapar, el edificio está rodeado desde que llegaste, Rubio te ha venido siguiendo desde que saliste de tus oficinas, el sabe que asesinaste a tus socios en la sala de juntas del edificio y viene a arrestarte, pero creo que debes saberlo todo antes de que enfrentes tu destino…

Esa voz… ya no era la de un hombre, sino la de una mujer la que surgía de la silueta, se acercó a la luz y pude apreciar lo que la voz me sugería…

Era Valeria la que acababa de hablar…

- ¿Valeria?, ¿Qué diablos está pasando aquí?
- ¿Quieres saber de qué se trató todo este asunto, no Jorge?, ¿Quieres saber porqué te engañé?, ¿porqué te vendí?
- ¡Claro que quiero!...

La respuesta, como Valeria misma me la dijo, estaba exactamente veinte años antes, cuando asesiné a Maximiliano y María, en el momento de entrar en la casa, encontré de inmediato a Maximiliano detrás de la barricada improvisada que había hecho en el pasillo, nuestro enfrentamiento no duró demasiado, lo que me tomó jalar el gatillo y levantarme después de recibir cuatro tiros en el pecho, el chaleco blindado me acababa de salvar la vida, justo como me imaginaba, escuché gritos desaforados en una de las recámaras y una ráfaga de balas salió de la puerta, María maldecía a quien fuera que acababa de entrar y juraba que bebería la sangre de cualquiera que acabara de asesinar a su esposo, me acerqué lentamente, logré levantar el cuerpo de uno de mis hombres caídos y como pude lo acerqué a la puerta, de nueva cuenta el instinto no me falló, María se gastó todas sus balas, ocho de las cuales volvieron a pegar en mi chaleco, acribillando un cadáver, justo cuando vio caer el cuerpo y se dio cuenta de que era alguien que ya había matado, yo me tiré frente a la puerta y logré vaciar el cargador en María, quien cayó en medio del grito más aterrador que he escuchado, la belleza de la chica, que siempre nos asombró a todos, acababa de ser destruida por diez balas calibre 45…

Mis demás hombres, encabezados por Vega, entraron en el departamento, yo me había acercado hasta el cuerpo sin vida de María, mirando extrañado un objeto que había aferrado hasta el último momento, no pude evitar estremecerme cuando vi de lo que se trataba… la fotografía de una niña de unos siete u ocho años de edad, Vega entró y me dijo:

- ¿Está usted bien, Comandante Blanco?

Por primera vez la policía y el crimen organizado compartían jefe, ambos, Vega y yo, lo sabíamos, pero en lugar de festejar, me clavé en los ojos color avellana que me miraban desde el retrato, en la parte superior derecha se leía: “Amelia, nuestra hija”…

- ¿Dónde estará la niña, Vega?
- No sé, comandante, ¿quiere que la busquemos?
- No sólo eso, Vega, quiero que la encuentres en este momento…

No fue difícil, la niña estaba inconsciente dentro del armario del cuarto en el que acababa de acribillar a su madre, parecía ser que se había desmayado, Vega me preguntó:

- ¿Qué hacemos con la niña, comandante?
- No me gusta tomar riesgos, Vega, ya es lo bastante grande como para recordar una cara, ¿no?
- Me parece que sí, comandante…
- No quisiera que lo que pasó aquí se sepa, si entiendes lo que quiero decir…

Después de aquella sangrienta noche, supuse que la nena estaba muerta, aunque la conciencia me torturó un tiempo por haber llevado a cabo mi golpe con la niña ahí dentro, lo que provocó su muerte, ella, que nada debía ni temía, y sobre todo, que nada tenía que ver con esa guerra, había muerto a consecuencia de ella, era por eso que cada año cambiaba de secretaria, tomando a mi cuidado a alguna de las prostitutas que regenteábamos para sacarla de ese modo de vida y darle un mejor futuro…

Sólo hasta el momento en que Amelia me contaba su historia, en el helipuerto de la Torre México, supe que Vega no la había matado, como le dije, sino que, conmovido, llevó a la niña con su hermana, que no podía tener hijos y ya tenía a su cuidado a un huérfano que su hermano adoptó luego de haber investigado la muerte de sus padres, supe también cuánto le dieron a la encargada de negocios de la Zona Sur por hacer pasar a Amelia como Valeria Gómez, una de las prostitutas elegidas al azar para ser mi secretaria nueva, supe de qué manera Vega la ayudó con su venganza luego de salvarle la vida, supe además que mis cinco socios y mi mano derecha estaban vivos, ya que en realidad todo fue montado por Vega con el fin de quitarme el poder sin necesidad de ensuciarse las manos, supe cuánto dinero le iba a tocar a Rubio por arrestarme, supe, en suma, todo el entramado que Amelia López Quintana planeó para vengarse de mí por asesinar a sus padres, veinte años después de la fecha fatídica…

Suelen decir que uno se resiste a escuchar la verdad, pero yo nunca me he considerado de ese tipo de personas, desde que entré en esto sabía a qué me arriesgaba, como te dije antes, supe siempre que había la posibilidad de terminar violentamente mis días, pero la ambición, las ganas de salir de jodido, fueron lo que me impulsó a cambiar mi vida, o la posibilidad de que ésta acabara antes de tiempo, por el poder asombroso y absoluto que podía tener al ser Jefe de la Policía y de la Organización al mismo tiempo, el dinero, las chicas, el estatus, el respeto, el poder… todo lo que nunca había tenido, a cambio de unos años de mi vida… suena como un excelente trato, ¿no?...

- Bien, entiendo tus razones, y no evado la responsabilidad, lo hice porque tenía que hacerlo, justo como tú te vengas de mí porque debes hacerlo, ¿carece de sentido pedir disculpas?
- Nunca es tarde para eso, Jorge…
- Lo siento muchísimo Amelia, no era mi intención lastimarte de esta manera, pero ya sabes como son estas cosas…
- No, en realidad no lo sé, Jorge, pero acepto tus disculpas…
- He de decirte que fue un excelente plan, pero creo que no previste una cosa…
- ¿A sí?, ¿cual?

Por toda respuesta saqué mi revólver, ya que había dejado la pistola en la oficina, y jalé el gatillo... ella no se movió, yo no me moví, el mundo se detuvo durante el glorioso segundo en que creí que la mataría antes de morir, e incluso podría llegar a salvar mi pellejo si la mataba…

No pasó nada, jalé el gatillo de nuevo y nada pasó tampoco, ella se río y dijo:

- Creíste que no pensaría en eso, ¿verdad?, ese revólver sólo tiene una bala, yo le saqué las demás hace mucho tiempo, pero como nunca utilizas esa arma, sólo hasta ahora te das cuenta…

Revisé el arma, la bala estaba en el cargador, la única que me quedaba, miré a Amelia y le dije:

- Una bala es suficiente para matarte, Amelia…
- Pero no para que tu también te mates, Jorge… verás, el comandante Rubio sólo tiene instrucciones de arrestarte, serás el primer Jefe de la Organización que no caiga muerto con el poder en la mano, serás encerrado, humillado cual vulgar ladrón, la mano de Víctor Vega, el nuevo Jefe, no te alcanzará en el Reclusorio, ni la de tus socios, ya que ellos desean tu humillación tanto como yo, por lo que acabas de hacerles en tu oficina, perderás el poder y el respeto de todos, los raterillos que purgan condena gracias a tus componendas con el gobierno estarán deseosos de hacerte pagar por su desgracia, perderás la salvaje libertad que has gozado hasta ahora, cualquiera podrá convertirte en su chalán, y serás recordado como el hombre que fue humillado por una niña…
- Eso lo dudo, eres demasiado especial para ser reconocida despectivamente como “una niña” tan sólo…
- Eso no me importa, Jorge, mi amante Alberto y yo nos largamos de este país, así que la manera en que me recuerden me tiene sin cuidado, claro que ahora me preocupa más tu decisión, Jorge… ¿Qué prefieres?, ¿matarme y sufrir la más grande humillación de todas?, ¿o caer cómo los grandes?...

No le respondí, clavé mis ojos en su mirada, entre triunfante y sardónica, y le apunté, ella dijo entonces…

- Toma en cuenta, antes de decidir, que no tengo nada que perder, te dije que Alberto es mi amante, no mi novio, el dinero es para unas vacaciones, pero si no puedo tomarlas no importa, ya tengo lo que más deseaba en la vida, lo demás es ganancia…

¿Cómo puede ser que alguien sea tan cabrón?, no hay otra manera de decirlo, sólo con verla a los ojos sabías que era verdad lo que decía, que vengarse de mí era todo lo que quería de la vida… ¿qué caso tenía desperdiciar la bala que podía evitarme la humillación?, ¿de qué me servía tirarle mi pasaporte de salida en la cabeza?, ella me sostuvo la mirada y dijo:

- Irónico, ¿no?, ser derrotado por la hija de quienes asesinaste para tomar el poder, irónico que todo lo que has hecho desde el momento en que entraste como loco a asesinar a mis padres en su departamento te haya llevado a este punto… como diría Thom Yorke: tu te hiciste esto solo, tú y nadie más, querido…

Tenía razón, todavía estaba rebotando la frase en mis oídos cuando…

- ¡Te digo que bajes el arma, grandísimo cabrón!

Creo que aquí empezó todo, ¿verdad?, Rubio me apunta con un arma, y yo ni cuenta me di cuando Amelia se fue, lo que me dijo en serio me pegó, pero tiene razón, es irónico que yo sólo me puse en esta situación, sin opciones, sin salida, sin esperanza, sin balas…

Pero, ¿que te puedo decir?, siempre supe que esto podía pasar, podría decir ahora que me arrepiento, que ojalá jamás hubiera hecho lo que hice, que nunca hubiera sido ambicioso, que nunca hubiera matado a Maximiliano y María… ¿pero cuál es el punto?, matarlos me dio lo que siempre quise, poder, dinero, respeto… ¿porqué arrepentirme?, de nada me habría servido no hacerlo, mi vida habría sido mediocre y gris y aunque esto es consecuencia de mis actos, no me causa remordimiento lo que hice…

En fin, el tiempo se acabó, y la decisión está tomada, primero era Amelia o yo, ahora sólo se trata de mí…

“… de última hora, al parecer se registró un tiroteo en el helipuerto de la Torre México, el conocido jefe de la mafia, el ex Comandante de Policía Jorge Guillermo Blanco fue acribillado por policías encabezados por el Comandante Omar Rubio, nuevo Jefe de la Policía, quien falleció durante el intercambio de balas, al parecer, el arma que portaba el jefe del crimen organizado sólo tenía una bala, que utilizó para asesinar al Comandante Rubio, luego de lo cual fue abatido por los policías que habían acudido a arrestar al jefe del hampa debido a que aparecieron pruebas que lo vinculaban con…”