lunes, 2 de mayo de 2022

Inspiración

Lunes

La luz del atardecer baña mi balcón, el tono naranja y el ambiente tibio suele animarme, pero hace dos meses mi editor me llamó para decirme que están a punto de cancelar el contrato para publicar mi segundo libro, traté de explicarle lo que es un bloqueo, pero no pudo (más bien no quiso) entender lo que le decía.

La editorial me lanzó un ultimátum, o presento el primer borrador para el próximo mes, o me despido del contrato exclusivo, insisto en que no depende de mí, pero ellos no quieren razones, así que sólo me queda una cosa por hacer: actualizar mi currículum y rezar para conseguir algún puesto dentro de la comunidad oficinista de la Ciudad de México.

De pronto escucho un ruido al fondo del pasillo, corro hacia mi habitación, pero sólo encuentro a Nina, mi gata, ronroneando en la cama, casi salgo del cuarto sin darme cuenta que el ruido lo hizo una toalla que arrastró mi despertador al caer.

Curioso, estoy seguro que había dejado esa toalla en la cama.

Jueves

La madrugada me encontró dando un recorrido virtual por México en un Ferrari, golpeando otros autos por aburrimiento, ponderando si valdría la pena sacar mi dinero del banco, escapar de la editorial, comprar un auto usado y hacer una nueva vida como chofer en otra ciudad; ¿cuál será más agradable? ¿Acapulco o Puerto Escondido? ¿Taxco o Torreón?

Paso media hora pensando en lugares a los que escapar y recibiendo mentadas de madre de los jugadores a los que les arruino una carrera, de pronto, Nina sale corriendo por el pasillo, fracasa al tratar de evitar su plato de croquetas, golpea la pared y brinca hacia la mesa, llevándose el vaso en el que estaba tomando refresco

- ¡Nina! ¿qué te pasa?

Me había quitado los audífonos desde que la vi correr, pero apenas me di tiempo para escuchar lo que estaba pasando, escuché con claridad el sonido de un cuerpo arrastrándose por mi cuarto, corro hacia allá, pero no hay nada fuera de lugar.

De pronto, con el rabillo del ojo, distingo una chamarra en el suelo, atorada en la entrada del clóset, como si estuviera tratando de esconderse de mí ahí dentro.

Sábado

El reloj marca las tres de la mañana mientras me aburro viendo investigaciones paranormales, siempre he creído que son trucos para convencer a la gente de cosas que no existen, pero también me curan el insomnio, así que al menos tienen esa utilidad.

En la pantalla aparece una columna de fuego que crece gracias al alcohol con la que la alimentan, justo en ese momento puedo ver, apenas fuera de mi campo visual, una sombra que pasa por el pasillo, cuando volteo hacia allí, no hay nada; Nina aprovecha el momento para abandonar la comodidad de su cama y recostarse en mi regazo, no le quita la vista de encima a mi recámara.

Después de asegurarme que no hay nada me concentro en el video y en acariciar el lomo de Nina, de pronto la gata se levanta, eriza el lomo y sisea hacia mi cuarto, sigo su mirada y otra vez veo una sombra, más negra que la noche, que se acerca hacia nosotros sin hacer ruido.

Suelto un alarido, trato de levantarme y caigo de espaldas con todo y asiento, Nina, haciendo gala de su agilidad natural, sube por mis piernas y brinca desde mis pies para caer, con la gracia de siempre, en el sillón, salvándose de rodar por la alfombra como yo.

Cuando logro incorporarme, Nina sigue mirando hacia la recámara, con el lomo erizado y la cola levantada, me acerco a ella gateando sobre la alfombra, ya no hay ninguna sombra, sólo un libro tirado a la mitad del pasillo.

Me levanto y reviso el volumen, la encuadernación lo delata, es un grimorio que compré hace años: El Catálogo Demoniaco de Nicholas Nightingale.

Estoy seguro que lo tenía guardado bajo mi cama.

Viernes

Mi bloqueo continúa.

Mi vida es un desmadre, no lo pensarías viendo mi departamento, tampoco si ves el orden en mi recámara, o si revisas mis actividades recientes, se podría pensar que tomé vacaciones, o estoy tomando impulso para un regreso glorioso a la literatura.

Pero no, vivo desesperado por sentir el roce divino de la inspiración, por regresar al trance sublime de enfrentarme a las hojas en blanco y vencerlas de nuevo, una tras otra, sin parar.

Me ha abandonado.

La inspiración me abandonó, estoy seguro.

Me quedan siete días para que la editorial cumpla su amenaza y cancele la lucrativa beca por la cual ya no necesito someterme a la esclavitud miserable de la oficina, y no puedo hacer nada para evitarlo. Llevo horas entregándome a la amargura, viendo avanzar una tormenta sobre la ciudad con un vodka tonic en una mano y mi celular en la otra, no deja de vibrar con mensajes y amenazas de Arturo.

Un bufido me regresa a la realidad, Nina tiene el lomo erizado y mira de nuevo al pasillo, el cristal del balcón me revela el espanto: una mujer con la piel blanca como la nieve, ojos negros como el carbón y labios rojos como la sangre me mira desde mi cuarto con una sonrisa macabra.

Giro en el sillón tan rápido que pierdo el equilibrio antes de poder mirar, Nina brinca y se acerca a mí, sin dejar la actitud de ataque, me levanto tratando de evitar los trozos de vidrio que saturan la alfombra, tomo a la gata entre mis brazos y la deposito en la mesa de centro, me cuesta trabajo lograr que me suelte.

Camino por el pasillo mientras un rayo atraviesa el cielo y cae en la parte de atrás del edificio, el trueno sacude el departamento y hace vibrar los vidrios, la tormenta se desata y una gruesa lluvia cubre las calles, la luz falla y las sombras se apoderan del ambiente.

Entro a mi habitación mientras la voz de una niña me llama desde el interior del clóset, al fondo de la oscuridad, me acerco a la puerta y la abro de golpe, tratando de sorprender a lo que sea que esté adentro.

No hay nada

- ¡Hola!

Un grito de terror escapa desde el fondo de mis pulmones, la mujer está detrás de mí, con su sonrisa macabra y los ojos infinitos, Nina corre para lanzarse sobre ella…

… y de pronto se detiene, para dejarse acariciar un segundo después.

- No fue gracioso
- Para ti

Cuando vuelvo la mirada, Lily ya no parece un demonio, su piel cambió del tono de la porcelana al de la canela; sus ojos, en vez de parecer agujeros negros, ahora son avellanas; su sonrisa, que hace segundos parecía la de un tigre, ahora es cálida, tiene puesta una de mis chamarras, que por supuesto le queda grande.

- ¿Dónde estabas?
- Tuve que tomarme un tiempo, cariño, aunque disfruto tu compañía, estar encerrados juntos fue demasiado.
- ¿A si?, pues te tengo noticias: tardaste demasiado en volver, estoy a punto de perder mi contrato y voy a tener que regresar a una asquerosa oficina para no morirme de hambre.

Lily se acerca y besa mi mejilla.

- Entonces hay que ponernos a trabajar, ¿no?

Regresa la luz, iluminando mi casa de la misma manera en que Lily la iluminó cuando la invoqué; por eso no me asustaban los fenómenos paranormales en mi casa, en todo caso, eran una señal de su inminente regreso.

Un día antes de que se terminara el plazo que me dio la editorial, le llamé a Arturo para decirle que tenía un regalo, mi segunda recopilación de cuentos, que escribí durante el encierro, se llama El Regreso.

La inspiración y yo vamos a celebrar en Europa, insiste en mostrarme los lugares donde pasó las epidemias que ha vivido.