martes, 7 de agosto de 2012

Amistad

Ya era noche cerrada, la chica, de unos veinte años, caminaba tranquila hacia su casa, al oriente de la capital, cuando estaba a unos metros de llegar notó una sombra pequeña, más negra que la noche, que luchaba por protegerse de la lluvia pegada a un portal, la chica de inmediato supo que se trataba de un perro, al notar la respiración pesada del animal, sin pensarlo dos veces, llegó a su casa y salió de nuevo con agua y un poco de comida, se acercó al portal junto al cual descasaba el animal y delicadamente le dijo:

- ¡cht! ¡cht! ¡Perrito!, ¡perrito!, ¡ven acá bonito!

El animal, que seguía respirando pesadamente, levantó un poco la cabeza y olisqueó la comida que le ofrecían, movió la cola visiblemente pero sin dejar su lugar a la sombra de la puerta de los vecinos, la chica insistió:

- ¡Ven bonito!, ¡come un poco, has de tener hambre!, ¡ven, bonito!

El perro, al ver que la invitación era segura, movió más la cola, se levantó y caminó lenta y pesadamente hacia la chica, cuando el animal dejó la oscuridad, la muchacha se llevó la impresión de su vida, el perro era mestizo, negro, de ojos expresivos y tristes, pero eso, por supuesto, no la asombró, sabiendo como sabia que los lugareños no eran muy cuidadosos con los perros que digamos, lo que la dejó anonadada fue el tamaño del animal, la chica no recordaba haber visto a un perro más grande que ese en toda su vida, el animal tomó agua y comió pegado a la chica, que no salía de su asombro, cuando el animal terminó de comer la joven se dio cuenta que el animalito estaba herido, tenía cortadas en los costados y mordidas en el cuello y pecho, en cuanto se dio cuenta, la muchacha llevó al perro al veterinario que estaba ahí cerca.

El veterinario atendió al enorme perro negro, curó sus heridas y le dijo a la chica:

- Esas heridas se las hizo por pelear, me temo, estimada, que este perrito era utilizado en peleas…

La chica se sintió asqueada, ni por un momento sintió miedo, sólo compasión por el gigantesco animal, que ahora reposaba tranquilamente en la mesa del veterinario, la joven decidió adoptarlo, para evitar que le pasara algo malo en la calle...

Durante los días, semanas y meses que siguieron, el perro (a quien la chica llamó Blackie) fue acostumbrándose poco a poco al buen trato, no ladraba mucho y pasaba las tardes echado al sol, cuando la chica regresaba a casa, el animal daba brincos de gusto y la recibía con alegres y graves ladridos, durante los paseos diarios, el animalito era el centro de atención de los chiquillos de la cuadra, que lo acariciaban y mimaban, el enorme perro se dejaba hacer, como si después de haber sufrido tanto maltrato, aquellos mimos y risas sirvieran para curarlo, la joven, por su parte, se encariñaba cada vez más con el amistoso gigante que cuidaba su casa, cuando ella tenía que salir en la noche a comprar algo, siempre se hacía acompañar por Blackie, el cual, manso y educado, acompañaba a su dueña siempre atento de cualquier sombra que le pareciera peligrosa, pero moviendo la cola alegremente si se topaba a alguno de sus pequeños amigos, los cuales hasta en la noche consentían al enorme animal.

La orgullosa dueña de Blackie, por otra parte, jamás se preguntó si el dueño original del perro viviría por los alrededores, siempre supuso que el cobarde habría dejado abandonado al perro luego de que éste sufriera esas graves heridas, seguramente el imbécil pensaba que Blackie no se recuperaría y lo dejó a la intemperie esperando que el frío y el hambre terminaran el trabajo… qué suerte para el enorme perro que ella viviera allí cerca.

La cuestión del dueño original de Blackie y su verdadera naturaleza quedaron de manifiesto una de aquellas noches en que la chica salió a comprar víveres, mientras regresaba a casa acompañada de su gigantesco chambelán, la joven no reparó en los dos muchachos que la seguían de cerca, Blackie, en cambio, percibió algo, ya que se movía inquieto y no dejaba de voltear hacia su espalda, la muchacha no le dio mayor importancia hasta que los asaltantes trataron de agarrarla…

Dicen los vecinos de la zona que el incidente fue espeluznante en un principio (nunca se supo a ciencia cierta si los jóvenes pretendían asaltar a la chica o violarla) después se tornó una increíble coincidencia (la policía encontró las evidencias más tarde, uno de los asaltantes tenía perros a los que ponía a pelear) y al final terminó envuelto en ese estatus mitológico y legendario que suelen alcanzar los hechos no del todo claros, cuando suceden en la ciudad de los puentes y las obras…

Los dos sujetos trataron de someter a la chica, el perro empujó a uno de ellos, los efectos de la droga no lo ayudaban y el animal lo derribó fácilmente, el otro muchacho sacó una navaja mientras el perro ladraba y enseñaba los colmillos, defendiendo a la chica derribada, que lloraba detrás de él, de pronto, el animalito calló al igual que el joven, el otro asaltante, que se había puesto de pie, le gritó:

- ¿Qué esperas? ¡Chíngate al perro de una vez!

Pero el chico no hizo el menor movimiento que indicara que pensaba clavar la navaja en el cuerpo del gigantesco perro, parecía mirarlo como si no entendiera, el perro, serio, seguía sosteniéndole la mirada, de pronto, el chico de la navaja dijo:

- ¿Negro? ¿Eres tú Negro?

El perro lo miró sin mostrar ninguna emoción, el chico continuó:

- ¡Soy yo!, ¿qué no me reconoces, pinche Negro?

El perro respiraba pesadamente, pero seguía sin mostrar emoción alguna, el asaltante dijo:

- Quítate, Negro, deja me chingo a esta vieja y te llevo de regreso a casa… ¿Recuerdas la casa?... ¿Recuerdas cuando te daba de comer pollo y huesos de res que sobraban del caldo?... ¿Te acuerdas?... Quítate, perro…

El enorme animal reconoció a su antiguo dueño, dio un paso hacia atrás y volteó a mirar a la chica, mientras chillaba, la joven no dijo nada, pero sonrió como si comprendiera, el perro se apartó un poco y el chico de la navaja se acercó a la joven que yacía en el suelo…

- Ahora sí, chiquita, sabrás lo que es bueno…

Segundos después, un grito aterrador rompe la calma de la colonia y provoca la venida de los representantes de la ley y el orden…

- ¡AAAAH! ¡No mames! ¡No, estúpido perro! ¡Suéltame! ¡AAAAAAAH!

Segundos después, el cómplice de quien ahora recibía su castigo trataba de escapar, el animal no le dio oportunidad, lo derribó antes de llegar a la esquina y le mordió una pierna, desde ese día cojea, pero no se queja; por lo menos eso le dice a quienes preguntan; porque al menos puede comer, no como su valedor, contesta…

La chica conservó a Blackie durante algunos años todavía, los niños de la cuadra, que se hicieron más grandes, seguían acariciando y mimando al enorme perro que había salvado a su dueña, él, mientras tanto, siguió siendo manso y tierno con todos y especialmente con la chica que lo había rescatado, cuando las fuerzas lo abandonaron y pasaba la mayor parte del día echado, tomando sol, los niños, los adultos, los jóvenes y su agradecida dueña lo cuidaban, veían por él y le regalaban todo tipo de cosas, finalmente, cuando Blackie durmió en paz, la chica y los vecinos hicieron un gran agujero en la entrada de un parque cercano, y enterraron al perro allí, una gran cruz indica, a todos aquellos que quieran saberlo, que ahí reposan los restos de un noble y muy cariñoso amigo del hombre...