martes, 23 de octubre de 2012

En el Metro II

Metro Tlatelolco
Jueves, 23:15 horas
 
El anciano muestra la credencial al policía, el amable servidor público lo deja pasar sin pagar, el hombre agradece con una ligerísima inclinación mientras toca su elegante sombrero de fieltro, negro, de gran calidad como los que su padre solía comprar, una voz grave, imponente, resuena cuando pasa junto al policía:
 
- Muy amable, joven…
 
Con paso lento, pero erguido y seguro de sí mismo, el anciano desciende las escaleras, se apoya en su bastón y rechaza cortés pero firmemente la ayuda que le ofrece un muchacho, el hombre viste traje negro de tres piezas, camisa blanca inmaculada, corbata negra, camina apoyado en un bastón de caoba quemada, duro y fuerte, el sombrero impecable, que lo hace lucir como un detective o un viejo gángster, completa el señorial cuadro…
 
No le gusta regresar tan tarde a casa, pero ese día se había retrasado por tener que atender algunos pendientes, tampoco le gustaba mucho subirse al metro en esa estación, pero no quedaba más remedio, el anciano llega al andén semivacío, en dirección sur, consulta su reloj de cadena, el mismo reloj que su padre, militar de larga carrera, le regalara en su lecho de muerte…
 
El hombre voltea a ambos lados, no se ve a nadie a menos de 50 metros, y el metro que no llega, a su espalda está la publicidad de un candidato a la Presidencia, que sonríe afablemente, el anciano, al percatarse, deja escapar un bufido y camina hasta dejar atrás la sonriente fotografía, prefiere solazarse viendo la publicidad del candidato conservador, que está frente a él… ah, que tiempos aquellos, cuando había orden y paz, cuando nadie cuestionaba las decisiones de los que sí saben cómo hacer las cosas…
 
Un ruido sutil, furtivo, pero muy claro, distrae al anciano de sus reflexiones, voltea hacia su izquierda, no detecta a nadie, pero juraría que escuchó algo, el hombre ve como el metro se acerca, por fin podrá llegar a casa, otro ruido lo sobresalta, voltea ahora hacia su derecha y no ve absolutamente nada, el metro entra en la estación a toda velocidad, el anciano lo observa tranquilo, hasta que de pronto siente un empujón por la espalda, y escucha claramente una voz joven que le grita:
 
- ¡Toma por ojete, cabrón!
 
El anciano no puede detenerse y cae a las vías mientras el metro pasa haciendo su ruido característico, el conductor no puede hacer nada y arrolla al anciano, la persona que lo empujó hacia las vías corre, logra pasarse del lado contrario en medio de la confusión y escapa hacia la unidad habitacional…
 
El periódico muestra esta nota al día siguiente:
 
“Ayer, alrededor de las 23 horas, un joven que no ha podido ser identificado arrojó a las vías del metro, en la estación Tlatelolco de la Línea 3 al Capitán Manuel Rodríguez, retirado, el Capitán estuvo en activo en el Ejército entre 1964 y 1988, cuando se jubiló, según los archivos de la Secretaría de la Defensa Nacional. Se cree que el Capitán tuvo relación con el infame Batallón Olimpia, que tomó parte de la masacre del 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco…”

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