Rodrigo no
puede creer en su buena suerte, justo cuando viene saliendo de una relación con
una pobre tonta que nunca lo comprendió, su ex novia, Mariana, lo invita a su
casa para que vea algunas de las pinturas que ha terminado, él necesita compañía
y justamente ella se aparece, tan oportuna como siempre.
El día
señalado para la cita se baña y se viste a conciencia, pretende parecer despreocupado,
pero no descuidado; quiere causarle una buena impresión a Mariana y al mismo
tiempo que sepa que la relación que acaba de terminar no significó gran cosa
para él, pero tampoco quiere darle esperanzas de un imposible regreso; así que
la tarea, titánica y casi imposible, queda cumplida justo a tiempo: él, como
siempre, llegará quince elegantes minutos tarde, para que ella vea que no lo
tiene dominado.
Toman un
café, la conversación es agradable y amable como siempre, luego de un rato Mariana
invita a Rodrigo a su casa para que vea las pinturas recién terminadas; al
llegar, cosa rara, no encuentran a nadie, el joven inquiere a Mariana al
respecto y ella se limita a decir que sus padres están de viaje y regresarán la
semana entrante, sus hermanos aprovecharon la ocasión para pasar unos días con
sus noviecitas…
El joven
entra en la casa tantas veces visitada, los gatos que allí viven lo reciben
como siempre, lo olfatean y se restriegan en sus piernas, pero esta vez no lo
dejan solo un segundo, Rodrigo no presta demasiada atención en ello y Mariana
lo acompaña hasta su pequeño estudio, donde las pinturas se están secando todavía…
Los trazos
histéricos, frenéticos, obsesivos, acentuados por toda la gama de colores
oscuros y sombríos mezclados con el rojo chillante que estalla en los ojos, las
figuras humanas deformadas, torcidas, torturadas, que le recuerdan las pinturas
de Francis Bacon (sobre todo la que Mariana llamó El Emperador, indudablemente inspirada en el pintor inglés), todo
este cambio en el arte de la chica con la que compartió su vida durante tanto
tiempo deja a Rodrigo de una pieza, no es que antes no pintara cosas
tenebrosas, pero en su mayoría eran lienzos mediocres (no es nada personal,
Rodrigo siempre es muy imparcial en sus análisis) inspirados vagamente por los
grabados de Doré y Goya, pero nada que llegara a la maestría del español, ahora
podía ver que Mariana al fin había captado algo de esa grandeza en otro cuadro
(La Pesadilla) con alusiones tan
claras a la locura, que parecía que el sueño del torturado personaje del cuadro
iba a estar presente en el descanso nocturno del espectador.
- ¡Esto es
increíble! ¿Cómo lograste estos tonos? ¡Son únicos!
- No fue
fácil, querido, pero lo logré con mucho esfuerzo.
- ¿Y los
temas? ¿Cómo lograste estas imágenes majestuosas? ¿Te dejaste llevar por la
influencia de Goya y Bacon?
- No
precisamente, me inspiró bastante, corazón, pero no me basé en eso…
- Lo que
no deja de fascinarme es el tono de la pintura roja de El Emperador, estoy seguro que este color no es fácil de encontrar…
¿me equivoco?
La artista
mira seriamente a su ex novio, cuando Rodrigo empieza a pensar que cometió una
equivocación, Mariana dice:
- ¿De
verdad quieres saber de dónde lo saqué?
- ¡Claro!
- Muy
bien, creo que todavía quedó algo en mi armario, yo voy por un refresco y te
alcanzo allí, ¿va?
- Ok, acá
te veo.
Mariana va
hacia la cocina, Rodrigo, todavía fascinado por los cuadros, entra en el cuarto
de su ex, lo conoce a la perfección, pasó más de una noche ahí y está
perfectamente familiarizado con el cuarto…
Pero no
con la nueva decoración, figuras tenebrosas, afiches de películas violentas,
gore y demás, muchas de las cuales Rodrigo jamás ha visto a pesar de su amplia
experiencia cinéfila, imágenes de cuadros tenebristas y aterradores, las
imágenes lo sobrecogen, un escalofrío recorre su espalda, y piensa que seguro
esta vez no se queda a dormir en ese cuarto, justo entonces abre la puerta del
armario, busca en el suelo y no ve ningún bote de pintura, da unos pasos hacia
atrás y se da cuenta del par de botas negras que están entre los zapatos de
Mariana, no son de su talla, y además parece que…
En ese
momento el horror lo golpea, literalmente, desde adentro del armario cae un
cadáver, el olor y la apariencia le dan a entender a Rodrigo que el muerto
lleva ahí varios días, al arrojar el cuerpo al suelo cree distinguir en sus
rasgos putrefactos el rostro de otro de los ex novios de Mariana, no recuerda
el nombre del tipo, pero sí su rostro cuando se da cuenta que sobre la cómoda
está una foto de él junto a la mujer, además hay una de ella con sus hermanos y
unas chicas que Rodrigo supone las cuñadas de su ex novia, en otra foto aparece
ella con otro sujeto desconocido, y finalmente está la de ellos dos, no sería
raro, de no ser porque los rostros de las fotografías fueron tachados con
marcador negro...
Rehén del
horror, Rodrigo levanta la mirada, sólo para descubrir a Mariana armada con un
martillo, que lo mira mientras sonríe sádicamente, sin poder gritar, comprende
perfectamente que su vida ha terminado cuando su ex novia le dice:
- Ahora ya
sabes de donde proviene el color. Querido.
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