martes, 21 de septiembre de 2010

Venganza

El teléfono... el teléfono estaba sonando...

El capitán Fuentes, de la Policía Judicial, se despertó y tomó el auricular.

- ¿Bueno?
- Capitán, disculpe que lo despierte a esta hora, pero es urgente que venga a la delegación
- Estefanía, ¿acaso no puedes manejar a los borrachos que llegan a la delegación a estas horas?, ya sabes que si es algún influyente lo dejas ir y ya...
- Disculpe, capitán, pero estoy segura que esta historia le va a interesar...

Semanas antes de esta llamada, al capitán Fuentes lo habían designado como responsable de la investigación de la desaparición de Paola Robles, hija de un poderoso político, el cual, desde luego, exigía justicia inmediata para su caso.

Después de varias investigaciones infructuosas, Fuentes había perdido la esperanza de resolver el caso, los únicos hechos que conocía eran que Paola había peleado con su novio a las afueras del Palacio de los Deportes, después de salir de un concierto, de ahí, había seguido con varias amigas a un bar en la colonia Juárez, ahí se peleó con sus amigas y en especial, con Manuel Fernández, un amigo suyo de la infancia, después de esto, ella había decidido tomar un taxi que la llevó hasta el mirador de Cuernavaca, luego, nadie supo nada de ella...

Mientras caminaba por el borde de la carretera, a Paola le había dado la impresión de que un auto estaba detrás de ella, pero al ver las luces apagarse, pensó que era una parejita que había ido a disfrutar de la soledad del mirador y decidió caminar lentamente hacia un costado de la zona, en el estado en que se encontraba, no se percató de que el ocupante del auto estaba caminado detrás de ella, fue el ruido de los zapatos lo que la hizo voltear y ahí empezó el horror...

Tres semanas después de haber iniciado las investigaciones, el capitán Fuentes decidió consignar a Manuel Fernández como el presunto responsable de la muerte de Paola, en vista de que la discusión en el bar de la Zona Rosa fue después de que Manuel le declarara sus intenciones a Paola, lo cual parecía ser el motivo perfecto de un crimen pasional...

En cuanto al entonces acongojado ex novio de la chica, jamás se pudo contradecir su coartada, ya que uno de sus amigos aseveraba haber estado tomando con él toda la noche después de que salieron del Palacio de los Deportes, además, el hecho de que fuera Diego Hernández, hijo predilecto de una de las familias más acaudaladas de la ciudad, y la presión que estaban ejerciendo sobre Fuentes terminaron por cerrar la investigación.

Mientras esto sucedía, Diego y su eterno escudero, José Luis Calderón, no dejaban de fastidiar a cuanta persona se dejara, un viernes por la noche, luego de estar acosando a unas chicas en un bar y de tener un altercado con la seguridad del lugar, estaban descansando en un parque, cuando José Luis le preguntó a Diego...

- Oye amigo, hay algo que todavía no me dices... ¿qué diablos estabas haciendo la noche en que Paola desapareció?, ¿para qué necesitabas coartada?
- Eso es algo que no te interesa, José Luis...
- Oh, nomás es una pregunta
- Pues no la vuelvas a formular, amigo, si no quieres que pasen cosas muy malas...

Calderón optó por quedarse callado, mientras Diego volteaba hacia su derecha, sólo para ver algo que lo dejó sin aliento...

Envuelta en una suerte de túnica negra, Paola cruzaba el parque frente a ellos, Diego palideció, le pareció imposible, creía estar alucinando...

- ¡Calderón!, ¡despiértate, con una chingada!
- ¿Qué quieres?
- ¡Mira guey, ahí está Paola!

Después de escuchar a su amigo, José Luis se incorporó, sólo para ver una especie de sombra parada a unos quince metros de ellos dos...

- No mames, ha de ser un vago, Diego...
- ¡No!, ¡es Paola, pendejo!, lo acabo de ver...

Por toda respuesta, Calderón se puso de pie y con paso inseguro, caminó hasta donde estaba la sombra que inquietaba a su amigo, Diego estuvo a punto de decirle que no lo hiciera, pero ya estaba tomando por los hombros a la sombra, que resultó ser una especie de sábana negra que estaba montada sobre un palo de escoba...

- No jodas, Diego, está bien loco, ¡si sabes que Paola está muerta!, yo creo que...

La reacción de Diego fue inesperada, tiró a su amigo al suelo, y empezó a gritarle...

- ¡¿Cómo sabes que Paola está muerta?! ¡Eso nadie lo sabe con certeza!
- ¡Tranquilo!, ¡sólo estaba teorizando, en realidad, después de tanto tiempo, es lógico pensar lo peor!

Diego soltó a su amigo y exclamó:

- Claro, José Luis, tienes toda la razón, creo que debe estar muerta...
- Disculpa, olvidaba lo mucho que te afecta esto...
- ¿Eh?, ¡ah, si claro!, es horrible...
- Tal vez deberíamos regresar a casa, amigo...
- Sí, es lo mejor...

A Calderón le impresionaba la manera en que hablar de lo que había pasado con Paola afectaba profundamente a su amigo, debía haberla querido mucho...

Días después, mientras Diego regresaba a su casa, en uno de los barrios más lujosos de la ciudad, pasó por casualidad frente a la entrada del fraccionamiento donde Paola vivía, trató de no voltear, pero un sentimiento oculto lo hizo volver la cabeza....

Segundos después, los vigilantes encargados de cuidar la seguridad de las personas que habitaban en la pequeña calle sacaban a Diego de su auto, había dado una vuelta de noventa grados desde la avenida hasta el portón donde estaban apostados, y lo había cruzado sin bajar la velocidad, al llegar cerca del final de la calle, frenó intempestivamente y estuvo a punto de volar hasta el otro lado del muro que limitaba esa parte del fraccionamiento, el cual lindaba con una pequeña barranca.

Horas después, en presencia de sus padres y el agente del Ministerio Público, Diego aseveró que había visto a una chica que coincidía con la descripción de Paola saliendo de la entrada de su casa y caminando hacia la parte baja de la calle, lo cual lo había orillado a hacer lo que había hecho, el médico adscrito a la Agencia del Ministerio Público dictaminó que Diego había sufrido un leve ataque nervioso en vista de los trágicos acontecimientos, por lo cual recomendó que Diego permaneciera en reposo algunas semanas...

Dos semanas después, mientras escuchaba música en su cuarto, la noche en que sus padres salieron a cenar, Diego había escuchado que el teléfono sonaba en un par de ocasiones, había bajado a contestar, pero colgaron antes de que pudiera articular palabra, cerca de la medianoche, algunos ruidos extraños le hicieron ir a la cocina, después de revisar las puertas y ventanas, Diego se disponía a subir de nuevo cuando un rayo, precediendo a la tormenta, iluminó el comedor, que estaba a unos metros de la escalera, parada en el centro del comedor, estaba Paola, envuelta en un sudario blanco y con las marcas de las cortadas y los golpes en el cuerpo, la palidez de su rostro era cadavérica, sus ojos estaban cubiertos de algo que parecía ser una mancha blancuzca, sus labios estaban teñidos del color azul propio de los muertos y en su cuerpo se apreciaban señales de putrefacción, Diego empezó a escuchar una voz ultraterrena...

- ¡Pagarás por lo que hiciste!

Un grito pavoroso hizo que los vecinos de aquella exclusiva zona se despertaran aterrados, mientras el lujoso automóvil cruzaba la verja de protección, derribándola y enfilando hacia la avenida que conectaba esa zona con el sur de la ciudad...

- No puedo creerlo...
- Pues créalo, capitán, los policías encontraron a Diego Hernández cavando con las manos a unos metros del mirador de Cuernavaca, se acercaron a ver qué estaba pasando, Diego los vio y les gritó:

- ¡Está muerta!, ¡está muerta!, ¿verdad?, ¿qué diablos quieres?, ¿no puedes dejarme en paz?, ¿es que acaso no entiendes que te asesiné porque eres una zorra?...

- Tuvieron que subirlo a la patrulla entre cinco policías, los demás llamaron al médico forense, quien certificó que, efectivamente, éste es el cuerpo de Paola, estábamos mal, capitán, el asesino de Paola Ramos es Diego Hernández, nadie más...

Dos personas conversaban afuera del Reclusorio Sur, mientras una ingente cantidad de reporteros cubrían la llegada de Diego Hernández al penal, para cumplir con la sentencia que el juez le había impuesto... tres años de prisión...

- Creo que la dosis no fue suficiente, si hubiera sido más alta, quizás se hubiese suicidado y no tendríamos que aguantar esta burla...
- ¿De qué te quejas?, si la dosis hubiera provocado que se suicidara, nadie habría sabido que el mató a Paola, hubieran creído que fue por depresión, además, sabes lo que pasará...

Mientras hablaban, una mano anónima dentro del tumulto de reporteros, armada con una pistola automática, apuntó directamente a la frente de Diego, mientras los empujones cesaban un minuto, un casquillo cayó al suelo...

- Se ha hecho justicia, nuestra hija está vengada...

Dos figuras se alejaban, tomadas del brazo, de la multitud de personas que rodeaban el cuerpo sin vida del joven...

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