martes, 21 de septiembre de 2010

Autopista

De noche el asfalto siempre se ve más negro, ¿nunca lo habían notado? No me digan que jamás se habían dado cuenta de lo oscuras que son las carreteras de noche, ¿verdad que parece que te conducen a la nada? El mundo termina donde tus luces acaban, sólo está la línea amarilla que cruza por la mitad ese símil del río Estigia, nada más falta encontrarte la barca de Caronte esperando a la orilla de la siguiente curva…

Esa noche experimenté esa maldita sensación al triple, entre los nervios, el susto, la sangre, el sudor y la velocidad no podía pensar, carajo, ni siquiera me acabé de quitar la maldita máscara, y delante de mí sólo estaba el infinito, no podía hablar, sólo las imágenes de lo que acababa de pasar llenaban mi cerebro, lo bueno es que no iba conduciendo, Microft se encargaba de controlar el auto a la pasmosa velocidad a la que íbamos, en la parte de atrás, los gritos de dolor y furia que profería Nadia me ponían la carne de gallina, a unos centímetros de mi pecho, a la mitad del parabrisas del deportivo, se apreciaba el agujero que había dejado la bala que estaba ahora alojada en el brazo izquierdo de Nadia, a pesar de que se había vendado el brazo tan rápido como pudo, la sangre había salpicado buena parte del asiento trasero, incluso Microft tenía una mancha en el cuello de la camisa, ninguno de los tres hablaba, el viento entraba furiosamente por las ventanillas, ¿cómo diablos había salido tan mal?...

El padre de la chica había aceptado pagar el rescate, llegó al muelle a tiempo, se presentó sólo, o al menos eso creímos, Microft bajó del auto para hablar con él, le hizo después una seña a Nadia, que salió con la chica, manteniéndola bajo la mira de su arma, yo debía ver que todo saliera bien y avisar en caso de ver algo extraño, mientras el sujeto arrojaba la maleta con el dinero, la suerte de todos cambió para mal, una ráfaga de viento voló unas lonas a pocos metros del auto del tipo, dejando al descubierto a dos tarados de la policía, que arma en mano estaban listos para dispararnos, después de despachar al padre con un certero tiro que le atravesó el corazón limpiamente, Microft enloqueció y se puso detrás de la chica y Nadia y él la usaron de escudo cuando empezó el tiroteo, echó la maleta con el dinero sobre mis piernas, mientras Nadia se daba la vuelta para tratar de meter a la chica en el auto, cuando se resistió, sin mayor trámite le dio un tiro idéntico al que acababa de matar a su padre, mientras subía al coche y disparaba a los policías, Nadia dijo:

- Igual que con el imbécil del novio…

Microft arrancó, pero antes de avanzar diez metros un sujeto alto, enfundado en un traje y una gabardina negra, con lentes obscuros y un chicle en la boca nos apuntó con un revólver de dimensiones considerables, fácilmente sería calibre 50, mientras nos reponíamos de la sorpresa de ver a ese poli parado allí, el sujeto simplemente jaló el gatillo, la bala pasó alarmantemente cerca de mi pecho y fue a incrustarse en el brazo de Nadia, quien después del asombro inicial y ya que Microft había atropellado al que nos disparó, se vendó el brazo como pudo…

Así estábamos mientras el auto devoraba kilómetros y kilómetros del río negro que se extendía bajo los neumáticos, cuando Microft rompió el silencio, harto, supongo, del mutismo que nos había ganado luego del fallido rescate…

- ¡Carajo!, están demasiado callados, tengo que poner música si quiero seguir cuerdo…

Mientras decía esto encendió la radio, de inmediato empezó a escucharse una vieja canción, que había estado de moda durante nuestra juventud, sin embargo, Nadia, tan supersticiosa como siempre, de inmediato le reclamó a Microft…

- Bonita rola, estúpido, muchos malos presagios para nosotros…

Microft se molestó un poco, mientras decía:

- ¿Qué diablos quieres que haga?, si no sabía que estaba esta canción, carajo…

Apretó el botón de sintonía, pero no pasó nada, la canción seguía sonando, todos nos pusimos algo nerviosos, hasta que Microft se dio cuenta que lo que estábamos escuchando era un compacto…

- A que estúpido soy… ¿quién puso el disco?
- A mi ni me mires, sabes que esa música no es lo mío…
- No habrás sido tú, ¿o si?
- ¿De qué hablas?- reclamé- no he tocado tu maldito auto hasta que me subí, imbécil…

Microft se sorprendió con mi respuesta, incluso Nadia estaba asombrada de mis malos modos, sin más, Microft dijo:

- Está bien, prefiero eso a estar callado…
- ¿Escucharon eso? –dijo Nadia

Apenas había terminado la frase cuando el vidrio trasero voló en pedazos, escuché claramente las detonaciones detrás de nosotros, y Nadia cayó de frente con cuatro tiros en el cuerpo, dos nuevos agujeros de bala engalanaban el parabrisas, justo al lado del brazo derecho de Microft…

- ¡No jodas!, ¡Nadia!, ¿qué diablos pasa?...

Entonces, escuchamos claramente el rugido de un motor, bastante potente, un par de faros aparecieron en el retrovisor, y de pronto el lujoso sedán italiano estaba tratando de emparejarnos, sólo alcancé a ver que era negro, con tres pequeños orificios al costado, que me recordaron unas branquias, no vi nada más porque de nuevo sonó un disparo detrás nuestro, Microft vociferaba todas las groserías que podía decir, las que sabía en español y las de su natal Inglaterra…

- ¡Carajo!, ¿quién diablos es este imbécil?...

Es curioso como funciona la mente humana, siempre me han asombrado las pequeñas idioteces que hace uno en los momentos de tensión, justo en ese instante el auto se emparejó, el sujeto que venía adentro era el poli que Microft había atropellado, el que le había disparado a Nadia, en ese momento levantó el brazo derecho sin dejar de mirarnos y jaló el percutor de su revólver, Microft, por alguna de esas taras mentales que todos hemos tenido, no pudo pensar en nada mejor que subir la ventanilla, lo cual irónicamente dio resultado, ya que el disparo del poli, en lugar de dar de lleno en la sien de Microft, rompió el vidrio, las esquirlas sólo nos hirieron…

- ¡No mames, guey, no mames!...

Microft trató de golpear el auto del poli, pero el sujeto leyó bien el movimiento y nos golpeó primero, la sangre me cegó de repente, las esquirlas me habían herido justo encima del ojo izquierdo y no podía ver, Microft se pasaba el brazo sobre la frente, mientras un par de líneas de sangre le bordeaban el lado izquierdo de la nariz, mientras me limpiaba la sangre de los ojos, Microft gritó:

- ¡No lo creo!, ¡es él, es él!, ¡Míralo, es él!, ¿Qué diablos pretende…?

Microft no terminó la frase, un tiro le había dado de lleno en la frente, él ladeó la cabeza y el impulso de su cuerpo hizo girar el volante a la derecha, de modo que el auto voló sobre un montículo de tierra, saltó sobre una barda y dio un par de vueltas antes de caer, yo quedé al lado del coche, tratando de arrastrarme hacia el teléfono de Microft, que milagrosamente estaba intacto, mientras lo hacía, pensaba en lo último que había dicho antes de recibir el tiro que lo mató, a mi mente acudió el rostro del conductor del auto negro, el cual por cierto estaba en la cuneta detrás de mí, mientras escuchaba los pasos del sujeto en la tierra y luchaba por acercarme al celular, me di cuenta de quién era el tipo…

- Hola, chica…
- ¡No!, ¡No puedes ser tú!
- Por supuesto que no soy yo, sólo soy agente de alguien más…
- ¿Qué?
- Nada, sólo tengo algo más que decirte, antes de completar mi trabajo…
- ¡Por favor, no lo hagas! – Sollocé – esto no fue personal, ¡ni contigo ni con ella!...
- ¿Quién diablos habló de ellos?, sólo fueron el final de una larga carrera, ¿no es cierto?
- ¿Cómo lo sabes?
- Pues ya ves… pero te decía que tengo algo más que decirte…

El sujeto me apuntó, jaló el percutor y dijo:

- Algunos nacen para la noche sin fin…

Jaló el gatillo, vi un fogonazo y escuché un ruido, después, todo fue oscuridad, como en la maldita autopista…

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