martes, 21 de septiembre de 2010

Alarido

Ahí estaba...

Lo estaba escuchando de nuevo...

¿Acaso seguiría soñando?...

No, de nuevo escuchaba ese desgarrador sonido...

Mientras trataba de serenarse sentada en la cama, Cintia trataba de encontrar una explicación a lo que había escuchado todas las noches desde hacía más de una semana... y siempre a la misma hora, siempre el mismo tono de voz.... siempre desde el mismo sitio...

Para ella la situación estaba llegando a un límite intolerable, todos los días, a la una y cuarto de la madrugada, se escuchaba un pavoroso grito de terror, proferido por un hombre que se encontraba dentro de aquella casona en el extremo sur de la Plaza Río de Janeiro en la Colonia Roma, aquella construcción derruida parecía haber estado en aquél lugar desde tiempos inmemoriales, desde el exterior, daba la impresión de que la luz no llegaba al interior de aquellos derruidos muros, todo parecía estar muerto dentro de aquél lugar, las paredes exteriores estaban enmohecidas, completamente cubiertas por plantas trepadoras que impedían averiguar cuáles eran los motivos de las figuras talladas en el antepecho de las ventanas...

Aquél viejo edificio se estaba empezando a caer a pedazos, por lo cual las autoridades determinaron que se clausurara la entrada mientras se decidía qué hacer con la construcción, a Cintia siempre le había producido fascinación aquél lúgubre sitio, y en más de una ocasión había estado tentada a trasponer las barreras que la separaban del interior de la casa, pero por una u otra cosa, jamás tuvo valor suficiente para hacerlo...

Ahora el extraño grito de profundo terror y agonía que parecía emerger como una violenta explosión de aquél sitio proscrito ejercían sobre la chica una morbosa fascinación, la cual no hacía sino aumentar cada madrugada.

Ya había perdido la cuenta de las veces en que había preguntado a sus padres, vecinos y amigos si escuchaban aquél desgarrante alarido durante la noche, docenas, tal vez cientos de veces, todos y cada uno le decían que tal vez su imaginación estaba llegando demasiado lejos... sin embargo ella sabía, muy en el fondo de su ser, que no era su imaginativo subconsciente el que producía aquél grito...

Cada noche el grito era más y más fuerte, cada vez llegaba con más y más claridad a los oídos de la nerviosa chica, que noche tras noche comenzaba a sentir la necesidad imperante de averiguar qué o quién desgarraba la noche con tan espantoso grito, cuyos ecos parecían llegar cada vez más y más cerca de su habitación, cada vez más y más cerca de su mente, cada vez más y más cerca de ella...

Finalmente, después de la cuarta noche que aquel alarido de terror no la dejó dormir, Cintia decidió averiguar qué producía aquél grito todas las noches, empezaba a pensar que su mente le jugaba una mala pasada, ya que creía distinguir un tono de voz conocido en aquellos gritos, de modo que, dominando su miedo, estaba dispuesta a averiguar lo que pasaba...

La noche siguiente esperó pacientemente a que sus padres se durmieran y salió a la calle, decidió esperar en una de las bancas de la Plaza que miraban directamente a la casona, las horas se enlazaron y Cintia creía ver todo tipo de figuras y sombras dentro de la edificación, pasaban los minutos y ella comenzó a sentir un temor creciente a aquello que moraba en la oscuridad de aquella derruida construcción, sin poder dominar su miedo, se quedó dormida...

Por un momento creyó estar soñando, pero su mente, que en esos momentos se encontraba en ese estado previo anterior a la conciencia, aún no se despejaba del todo, de pronto todo estaba claro frente a ella, claramente percibía el sonido del grito largamente esperado del interior de la casa, instantes después, debido a la cercanía en la que se encontraba, pudo percibir algunos sonidos más, gemidos, palabras articuladas cuyo significado se le escapaba, sonidos de pisadas, de pasos que corrían desesperados por todo el lugar...

Sin darse cuenta, ya se encontraba en el interior de la casa, no conseguía recordar cómo había penetrado en ella, pero la aterradora claridad de los sonidos de la lucha entre aquellas presencias que llenaban la casa maldita la dejaba pasmada, podía ver a un par de sombras que se lanzaban una sobre otra, que se arrojaban objetos y proferían insultos y gritos que ella escuchaba como susurros, la macabra danza que aquellos fantasmas negros parecían ejecutar frente a ella parecía no tener fin, finalmente, una de las sombras se lanzó sobre la otra y ambas rodaron por las escaleras que llevaban al sótano...

Pese a la oscuridad, ella podía percibir con toda claridad la escalera y consiguió llegar al marco de la puerta del sótano después de un esfuerzo titánico, ya que las piernas se negaban a responderle debido al pavor que empezaba a anidar en su alma.... finalmente logró bajar el pie derecho al primer escalón, el crujido de la madera al hacer contacto con el pie de la chica le produjo un escalofrío espeluznante, quería alejarse, correr, huir de aquél profano sitio, pero al mismo tiempo una fuerza oscura y aterradora la obligaba a bajar, lentamente comenzaban a llegar a su mente recuerdos enterrados dentro de lo más profundo de su ser, con cada paso que daba para descender al sótano, ella comenzaba a sentir más y más miedo, más y más pavor...

Las sombras al final de la escalera habían terminado su diabólica lucha, uno de los entes yacía en un charco de una sangre espesa, negra, que parecía tener siglos estancada ahí, el otro ente se desvaneció en cuanto ella lo miró, mientras se escuchaba una demencial y siniestra risotada, la presencia dejó tras de sí un hedor a muerte, a sangre... casi podía sentir, percibir claramente, dentro de los matices de aquél hedor, el de la carne putrefacta...

Trató de cubrirse la cara con las manos, pero los músculos se negaban a responderle, no podía siquiera parpadear, de pronto, la chica quedó petrificada, un terror helado, espeluznante, subió desde lo más profundo de su alma y lo inundó todo... ya que aquél grito sepulcral que todas las noches la aterraba, era proferido por el ente que yacía a sus pies, mientras ella luchaba con todas sus fuerzas por gritar, por reaccionar a todo el espanto que llenaba su percepción, claramente vio como la sombra se erguía ante ella, y como transmutaba su grito en una voz ultraterrena que helaba la sangre de aquél que la escuchara...

Pagarás por tus pecados...

La fresca y tranquila noche fue sacudida por un horrendo alarido, un grito que parecía arrancado de lo más profundo del alma, un verdadero rugido de terror, desesperación y pánico, que sacudió brutalmente el sueño de los vecinos de aquella construcción a medio caer, fue tal la impresión, que muchos de ellos recordarían durante décadas, la hora exacta en que escucharon aquél lamento infernal...

La una y cuarto de la madrugada...

A la mañana siguiente, con el doblar de las campanas de una iglesia cercana, las autoridades lograron penetrar en el lugar maldito, llamados por los vecinos, habían acudido a investigar lo que había ocurrido en aquél sitio durante la madrugada, buscaron en la planta baja y en el piso superior, cuyas paredes casi se colapsaron por el movimiento provocado por los policías, finalmente, descendieron al sótano y el espectáculo que presenciaron allí era profano...

En medio de un charco de sangre, brutalmente herida, yacía el cadáver de la chica junto a los restos putrefactos de quien en vida había respondido al nombre de Manuel Álvarez, el ex novio de Cintia, que había desaparecido hacía más de seis meses sin que nadie jamás supiera nada de él...

Las autoridades atribuyeron la muerte de la chica al suicidio...

No hay comentarios:

Publicar un comentario