miércoles, 28 de agosto de 2024

Visita Guiada (remastered)

 I.- Una carta
 
El año termina como todos, con Adriana encerrada en su oficina para no sufrir del caos de la Ciudad de México; el trabajo no despega hasta pasadas las fiestas, una vez que los esclavos de cuello blanco que manejan las compañías de las que dependen sus fondos entran en ritmo. La vida de un restaurador es aburrida cuando hay poco trabajo y empeora cuando depende de la generosidad de terceros; pero ella no tiene motivo de queja, dedica sus días a proyectos e intervenciones en rincones perdidos de la Ciudad de los Palacios.
 
Adriana es conocida en los círculos culturales de la Ciudad, un par de intervenciones en espacios abandonados por la Jefatura de Gobierno le valieron varias notas periodísticas; sus proyectos posteriores, a pesar de ser condenados por la administración, gozaron de aclamación popular y llevaron su nombre fuera de México; ahora estaba en la mente de muchos grupos dedicados al arte en América y Europa.
 
Esa fue la razón por la que la carta que llegó a su oficina a mediados de octubre fue menos sorprendente de lo que después resultó; la misiva estaba dentro de varios sobres, había pasado por Las Vegas, Nueva York, Toronto, Londres, Madrid y Barcelona luego de ser escrita y enviada desde París, y había tomado aquella ruta para conservar su secrecía.
 
La carta procedía de la Compañía Mexicana de Perforación, Adriana y su asistente buscaron información sobre esa empresa en vano, hasta que uno de sus becarios les aclaró el misterio: se trataba de un grupo que formaba parte de Les UX, un consejo de ciudadanos de París que se dedican a restaurar espacios dentro de la ciudad, la Compañía Mexicana de Perforación se encargaba de las Catacumbas de París.
 
La carta estaba fechada los primeros días de octubre e invitaba a Adriana a viajar a la Ciudad Luz para reunirse con personajes destacados en la capital, no se especifica el motivo y solicitan confirmación por correo electrónico.
 
Adriana se emocionó, la carta implicaba que los miembros de Les UX están interesados en que participe en alguno de sus proyectos, intervenir en las famosas Catacumbas daría un gran impulso a su carrera.
 
Todos estos datos los consignó la Policía Federal, en la investigación correspondiente.
 
II.- Le Capitain
 
Las primeras luces del día iluminan la Ciudad Luz, bañan sus monumentos, destacan sus atracciones y marcan el inicio de la jornada para los habitantes de la capital, a pesar de que no es la primera vez que visita París, Adriana vuelve a quedar encandilada por la ciudad. Es hermosa, única, y por primera vez desde que la conoció, Adriana podrá contribuir a darle un poco más de brillo al diamante europeo.
 
El taxi que la sacó del Aeropuerto la deja en un hotel en Montparnasse, la respuesta al correo en el que confirmó el viaje daba instrucciones precisas sobre el hotel en que debía hospedarse, como esperaba, había una habitación reservada para ella por la Compañía Mexicana de Perforación.
 
Luego tomar un baño, una siesta y avisar a sus familiares de su arribo a París, Adriana fue a la plaza Denfert Rochereau, ubicada en el extremo sur de la ciudad; al llegar distinguió en una de las bancas a su contacto, había recibido instrucciones sobre cómo identificarse para que pudieran explicarle el motivo del viaje, no le dieron el nombre de la persona, sólo su apodo: Le Capitain.
 
Ahí estaba el Capitán en persona, un sujeto alto, de nariz prominente, atlético, cabello negro y tez blanca, en cuanto Adriana se acercó él la reconoció, luego de los saludos, el Capitán la condujo hacia la fila que rodeaba la plaza, formada por los turistas que esperaban visitar las Catacumbas, el Capitán le presentó entonces a su compañera, una joven de tez morena, enormes ojos cafés y una larga cabellera rizada, ella tampoco le dijo su nombre, sólo se presentó como Duchesse, el grupo entabló una conversación mientras entraban a las Catacumbas y revisaban el lugar.
 
En la entrada del osario, Adriana, que no había visitado el lugar, quedó impresionada por la inscripción tallada en la piedra, el empleado al que le preguntó por su significado declaró ante la Policía que fue la ironía lo que grabó ese instante en su memoria; si Adriana hubiera hecho caso a la advertencia (¡Detente!, Este es el Imperio de la Muerte), su fin habría sido muy diferente.
 
III.- El reporte del Oficial Dreyfus
 
Philipe Dreyfus es policía de la ciudad de París desde hace más de 20 años, 15 de los cuales ha sido miembro de los cataflics, la división encargada de vigilar las Catacumbas; él es uno de los policías encargados de proteger los túneles oscuros y macabros de la ciudad del vandalismo, y a los que son tan osados como para ingresar sin guía en la extensa red.
 
Otra de sus funciones es dar caza a los catáfilos, las personas que se dedican a explorar las Catacumbas por diversión, muchos de ellos pertenecen al grupo clandestino Les UX, contra quienes tiene órdenes para cesar sus actividades dentro de los túneles y detenerlos de inmediato, en particular después del incidente del cine subterráneo descubierto en 2004 y manejado por la Compañía Mexicana de Perforación; pero los cataflics son, antes que policías, ciudadanos de París, y suelen hacerse de la vista gorda con los miembros de Les UX.
 
Al cuerpo le preocupan más los exploradores, ya que representan un riesgo por sus excursiones ociosas, a pesar de que son expertos, también son propensos a llevar turistas que se pierden o a guiar a cualquiera que les pague dentro del laberinto de túneles.
 
Por eso el Oficial Dreyfus siguió de cerca las actividades de Jean Mouton, también conocido como Le Capitain y su pareja, Michele Pironi, alias Le Duchesse, durante la semana del 30 de octubre al 3 de noviembre de ese año.
 
Cuando Emmanuel recibió a Adriana en la Plaza Denfert, Dreyfus los vigilaba desde el otro lado del parque; cuando caminaron hacia las Catacumbas y se reunieron con Michele, el oficial los observó desde la acera opuesta; cuando ingresaron a los túneles, Dreyfus usó un acceso reservado a la policía y los alcanzó dentro del osario; en cuanto regresó a la Prefectura reportó a sus superiores lo que había visto, ellos le dieron la instrucción de vigilar al grupo.
 
La intención del Sargento Montagny, el superior del Oficial Dreyfus, era prevenir un incidente similar al que había ocurrido dos años atrás, cuando el Capitán y la Duquesa habían guiado a tres turistas estadounidenses al interior de los túneles, uno de ellos se propasó con Michele y ellos los abandonaron, por suerte, los turistas hicieron mucho ruido y un grupo de cataflics los rescató en menos de dos horas. Todos en la división tenían puestos los ojos en la pareja, sabían que no formaban parte de Les UX ni tenían relación con ninguno de sus grupos, eran parte del grupo de visitantes ociosos sobre los que ponían especial atención.
 
El reporte del Oficial Dreyfus fue entregado por el Prefecto de Policía al Embajador de México en Francia, y termina la madrugada del 3 de noviembre a unos 5 kilómetros al oriente de la Plaza Denfert, ese fue el lugar donde un desconocido, al que Dreyfus no había visto durante la vigilancia ni pudo identificar, le asestó tres golpes con un bastón, dejándolo inconsciente al pie de un respiradero que conecta con la Gran Red del Sur, el sistema de túneles más extenso de las Catacumbas.
 
IV.- Monsieur Mort
 
La oscuridad la envuelve, la linterna no es suficiente para iluminar su entorno, está sola y perdida en los túneles bajo la ciudad, tiene una idea muy clara de la extensión de la red y sabe que es probable que muera antes de que la encuentren.
 
Los guías la habían abandonado hacía veinte minutos (¿treinta?, ¿cuarenta?, ¿cómo saber dentro de la oscuridad?) mientras iban caminando, al entrar a las Catacumbas, la linterna de Adriana iluminó un tatuaje en la espalda del Capitán, un cráneo con dos pistolas cruzadas bajo la mandíbula, y por debajo de la imagen, un mal presagio: La Mort.
 
Adriana se concentró en seguir al Capitán a través del subsuelo parisino, no se dio cuenta en qué momento desapareció la Duquesa hasta que el Capitán dio media vuelta y se lo hizo notar, ella apuntó la linterna a su espalda y se volvió de inmediato para mirarlo.
 
Él también había desaparecido.
 
Escuchó pasos que se alejaban y trató de correr mientras gritaba que no la dejaran, que no podían abandonarla allí, tropezó y tiró la linterna, se levantó y quiso correr de nuevo, había dado unos cuantos pasos cuando notó que su única fuente de luz se había dañado con la caída y parpadeaba.
 
La luz se extingue a cada paso, Adriana camina con la espalda pegada al muro, esperando poder seguir en la oscuridad, entonces ve una luz dentro del túnel, caminó hacia allí y vio que era un respiradero, dio un grito al ver la calle, estaba salvada.
 
O eso creía ella.
 
Cuando se asomó para ver si alguien pasaba, vio venir hacia ella un par de zapatos y un pantalón negro impecables, junto con un bastón que golpeaba la acera.
 
- ¡Auxilio!, ¡Ayúdeme por favor!
 
El hombre se detuvo y Adriana asumió que miraba hacia el respiradero, para que supiera que no era una broma, la chica sacó un brazo por el respiradero y trató de tocar al extraño, que dio un paso hacia atrás y empezó a hablar:
 
- ¡Dios mío!, ¿cómo te metiste ahí?; una niña tan grandecita jugando con los fantasmas de París, atrapada en la oscuridad y asustada; ¿cómo vas a salir ahora?
 
El hombre se pone en cuclillas, Adriana ve su rostro, está pintado como una calavera.
 
- ¿Quién eres?
- ¿No te acuerdas de mí?
 
Adriana se concentra en las facciones del hombre, en la luz en su mirada, en sus gestos y hasta en el timbre de su voz, pero por más que lo intenta, no logra recordarlo.
 
- Lo siento, pero no, no te recuerdo.
- ¿Después de lo que pasó? para serte sincero, esperaba que por lo menos recordaras algo, aunque fuera una pequeña fracción de mí, pero veo que esa esperanza también la cultivé en vano.
 
Adriana no sabe que decir, no tiene idea de quién es el hombre que la mira impasible a través de la rejilla, sin embargo, él parece conocerla.
 
- Bueno, no sé qué fue lo que hice, imagino que tienes motivos para estar molesto, pero ya fue suficiente, ¿no?, sé que no vas a dejarme morir aquí adentro.
 
Adriana escuchó pasos que se acercaban, decidida a salir para darle una golpiza a aquél imbécil, empezó a gritar pidiendo ayuda en francés, un hombre y una mujer se detuvieron junto al tipo, uno de ellos lo llamó Monsieur Mort y le dijo algo en un idioma que Adriana no entendió, él les entregó un sobre y ellos se fueron.
 
- ¿Qué está pasando?
- Dime una cosa, Adriana; ¿en verdad creíste que no habría consecuencias?
- ¿De qué hablas?
 
El hombre la miró, tomó su mano, observó las uñas color morado y esos dedos blancos y delicados que había tocado tantas veces, ella sintió que un rayo de esperanza la alcanzaba dentro del túnel, pero se desvaneció en cuanto sintió el primer golpe del bastón en su hombro.
 
- ¡NO!
 
El golpe la hizo dar un paso hacia atrás y meter los brazos de nuevo en el túnel, trató de acercarse y un nuevo golpe la hizo tambalearse.
 
- ¡NO HAGAS ESO!
 
Otro golpe la alcanzó en la boca, por instinto trató de protegerse y alzó los brazos, el siguiente golpe hizo que se diera cuenta porqué el tipo había comenzado a golpearla, la punta del bastón alcanzó la linterna y la destrozó, ahora el respiradero era su única fuente de luz.
 
El hombre la miró de nuevo, levantó un brazo y alcanzó una palanca que estaba fuera de su vista.
 
- Nos vemos en el Infierno, pequeña.
 
Accionó la palanca y las paletas del respiradero se cerraron, al verse rodeada por la oscuridad, Adriana lanzó un alarido de terror que retumbó por el túnel, desesperada, echó a correr, para no ser vista con vida nunca más.

jueves, 22 de agosto de 2024

Todo tiene un Precio

 1. Se abre el telón

Alicia disfruta los rayos del sol de octubre junto con Gabriel, están sentados en uno de los parches de pasto que cubren Paseo de la Reforma, compartiendo una botella de agua; sus guitarras, cansadas de viajar por toda la ciudad cantando, descansan una al lado de la otra.

Mientras platican sobre música, cine y demás temas fundamentales el sol termina de ocultarse, el frío empieza a recorrer la Avenida, Gabriel abraza a Alicia para protegerla del viento, ambos cierran los ojos, y sin que el otro lo sepa, recuerdan su primer beso, bajo un árbol en Chapultepec, en medio de una tormenta que inundó la Ciudad, aquella noche terminó con ellos abrazados, contemplando desde el poniente de la metrópoli el sol naciente.

- Es hora de irnos amor.

Alicia mira a Gabriel y su corazón late con fuerza, siente ese calor especial que acompaña sus caricias, minutos después, viajan abrazados en un vagón del metro de la Ciudad; el reloj marca las 12:30 de la noche cuando llegan a casa, viven en un cuarto en la azotea de un edificio, luego de cenar, preparar su ropa y hacer el amor, los amantes reposan abrazados en su modesta cama.

Antes de entregarse al sueño, Alicia imagina la vida con la que siempre ha soñado: éxito, fortuna, comprar todo lo que quiera, no sólo lo que necesita; no es que no sea feliz, pero siempre imaginó que su voz les daría una mejor vida, no sólo la medianía en que viven.

Pero mañana será otro día, quizás aquél en que todo cambie.

2.  El Investigador

Isidro Amador es un periodista de espectáculos al que nadie toma en serio, en un ambiente lleno de parias, él es el rey, todos lo desprecian por su complejo de detective privado, sin embargo, él es el único que cubre el caso de Alicia, a quien ha seguido por años, tratando de averiguar qué relación tiene con su Representante.

Todo pasó a una velocidad espeluznante: canciones Número 1, millones de discos vendidos, videos premiados, estadios llenos, el mundo a los pies de la estrella; después llegaron las drogas, los escándalos y las críticas; mientras tanto, el Representante seguía a su lado, vigilando todo.

Isidro sabía que el Representante era la clave: no tenía experiencia previa como productor, había apoyado a Alicia con su dinero, pero no la trataba como una inversión; la quería cerca de él, pero no evitaba que consiguiera amantes, cada uno peor que el anterior; su prioridad era protegerla, pero las drogas se compraban con efectivo sacado de sus cuentas.

Mientras revisaba sus notas, sonó el teléfono:

- ¿Bueno?
- Soy el Monje
- ¿Qué tienes para mí, hermanito?
- Algo gordo, pero tienes que volar.
- ¿Dónde?
- Santa Fe, donde termina Vasco de Quiroga, sube por la autopista, te dejo la salida abierta 15 minutos, más te vale llegar o se te va.
- ¿Qué busco?
- Lo vas a ver en cuanto llegues.

El Monje colgó el teléfono e Isidro sintió un escalofrío, quizás hoy encontraría la pista que le faltaba para cerrar el caso.

3. La única constante.

Una tarde, mientras el sol descendía sobre la Ciudad, Alicia y Gabriel tomaban cervezas en un parque cerca de Metro Balderas con algunos amigos que trabajaban en la zona, había sido un día lucrativo y todos estaban relajados, así que empezaron a tomar peticiones; todos notaron el Mercedes negro que se deslizaba por la calle mientras Alicia hacía gala de su voz, el auto se detuvo y la ventanilla descendió sin dejar ver al ocupante.

En cuanto Alicia terminó y las dulces notas de su voz aún bailaban entre los árboles del parque, el hombre del Mercedes comenzó a aplaudir, lo primero que notaron fue el anillo de oro en su mano derecha, coronado por una joya de color rojo intenso, el viejo sonreía mientras aplaudía, todos sintieron un escalofrío, algo hacía macabra su expresión.

Parecía que la boca del hombre estaba llena de colmillos en vez de dientes.

La ilusión duró un segundo, era un sujeto de mediana edad, un millonario excéntrico, pensaron.

- Tiene usted una voz maravillosa, un don que hacía mucho no encontraba, ¿estaría interesada en una carrera musical?
- ¿Usted es productor?
- Digamos que poseo los contactos para compartir su talento con el mundo, ¿le interesa?
- ¡Si, estamos interesados!

El viejo sonrió al notar que Alicia tomaba a Gabriel del brazo, los amigos de la pareja dirían después que la expresión de su rostro era amenazante, como si sintiera lástima por Gabriel, esta impresión también duró un segundo, su sonrisa era cálida y amable.

- Por supuesto puedo extender la oferta a tu novio, ¿cuál es tu talento, muchacho?

Gabriel no quería contestar, pero un apretón en el brazo lo obligó:

- Toco varios instrumentos y escribo canciones.
- ¡Un dueto!, aún mejor, tomen mi tarjeta, pasen por mi oficina, yo me encargo de todo.

La joya en la mano del hombre reflejó la luz del alumbrado, Alicia tomó la tarjeta y sonrió, oportunidades como esa no se presentan todos los días, cantar para millones y ser famosa, es el sueño que ha alimentado sus noches durante años.

Lo que ella no sabía ni llegó a sospechar, era que Gabriel no compartía ese sueño, el prefería vivir sin ataduras, como lo habían hecho hasta entonces, sin preocuparse ni deberle nada a nadie.

Quizás el destino de Alicia habría sido diferente de haberlo sabido.

4. Noche de Gala

Después de la pelea entre Alicia y Gabriel durante un concierto, el Representante organizó una fiesta en una de las zonas más exclusivas de la Ciudad, para relanzar la carrera de Alicia; los medios trataron de enviar reporteros, comprar videos, fotos o testigos, pero nadie pudo satisfacer esta necesidad.

Isidro trató de colarse, pero no pudo ni siquiera entrar al fraccionamiento donde sería el evento, se sintió derrotado, pero al atardecer notó que las casas en una colonia popular cercana tenían vista directa al lugar de la fiesta. El reportero llamó a sus contactos hasta que consiguió un puesto de observación, ahora sólo necesitaba enfocar y conseguiría la exclusiva del año.

Cuando el reloj marcó la medianoche, el reportero estaba recostado en una azotea, tenía permiso para estar allí el tiempo necesario y sus confiables cámaras apuntaban directo al corazón de la fiesta, sabía que estaba por conseguir algo grande, pero no había manera en que supiera qué tan grande era lo que estaban por ver.

La presentación comenzó, no podía escuchar las canciones, pero podía escuchar las melodías que salían de los altavoces; de pronto, un destello: Alicia apareció vestida de blanco entre varios bailarines que la sostenían en hombros y la llevaron hasta el centro del escenario; el público aplaudía, ella cantaba con pasión, estaba entregando todo, las cámaras de Isidro disparaban una foto tras otra, enfocando a la artista y los detalles del escenario, como las esculturas doradas de animales salvajes.

La música no paraba y la presentación se volvía salvaje a medida que pasaban los minutos, Isidro estaba seguros que había visto a dos espectadores acariciando el trasero de Alicia mientras ella cantaba Apasionada, uno de sus mayores éxitos.

Las sombras de los asistentes, a los que no podía ver con detalle por las luces del escenario, iban tomando formas extrañas, parecía que bailaban, se movían al compás de las notas, saltaban o se contorsionaban con la música, llegó el punto en que Isidro juraba que se estaban quitando la ropa.

El clímax del evento llegó a las 2 de la mañana, las luces cambiaron a un rojo intenso tan rápido que lo deslumbraron, la intensidad y el color de la iluminación no le dejaba distinguir nada, pero no por eso dejó de disparar las cámaras.

Fue entonces que lo notó, el público se había levantado de sus asientos y rodeaba a Alicia; mientras la música seguía, otro ruido lo alcanzó: los invitados entonaban un cántico, no sabía lo que decían, ni siquiera el idioma que se hablaba, pero el público cantaba.

La turba desnudó a Alicia, ella dejó de cantar y los músicos se unieron al público, el cántico se hizo más fuerte, la intensidad de la iluminación aumentó, la artista quedó sepultada dentro de un mar de cuerpos que parecían estar bañados en sangre.

Una patrulla le hizo saber de su presencia desde la esquina, Isidro apenas logró bajar antes de que los policías lo vieran, dieron una vuelta a la manzana y desaparecieron.

El reportero saboreaba su triunfo, pero sentía un extraño sabor metálico entre los dientes.

5. La historia detrás del mito

Un viejo Vectra subía por la autopista de Toluca, justo a tiempo para que los policías lo dejaran pasar, obedeciendo las instrucciones del Monje; en cuanto llegó notó la cantidad de policías que acordonaban un cuerpo en el asfalto, segundos después lo levantaron y lo llevaron a la camioneta del forense, pero no antes de que Isidro tomara varias fotografías.

De pronto notó el Mercedes negro que había chocado con un poste, un remolque levantaba el auto, en cuanto vio la placa, Isidro supo por qué el Monje le había llamado: era el auto del Representante.

Siguió tomando fotografías hasta que estuvo seguro de tener todo documentado, justo en el momento en que varios de sus colegas llegaban, sólo para ser encapsulados por los policías; seguro de tener la exclusiva, Isidro corrió a su auto para revisar el material, hasta ese momento notó algo: las manos del cadáver no eran las del Representante, eran las manos delicadas de largos dedos que vio muchas veces en el escenario; entonces lo supo, Alicia había robado el auto, tal vez en un intento desesperado por escapar, y había terminado su vida al pie de un poste.

En cuanto se publiquen las fotos ese infeliz va a pagar por lo que le hizo.

- ¿Por qué habría de pagar por ayudar a alguien?

Isidro quedó paralizado, no sólo por el miedo, sino por una fuerza invisible que lo sujetaba contra el asiento, ¿cómo había entrado el Representante?

- No busques las respuestas a cosas que no quieres saber, Isidro, ese sería mi consejo.

Sin poder evitarlo, el Representante arrancó su cámara de entre sus dedos, ahí guardaba toda la evidencia, ante la posibilidad de que la destruyera, Isidro empezó a luchar.

- No te resistas, no te voy a dejar sin recompensa.

El Representante revisa la cámara, Isidro se da cuenta que no borra las fotos del auto ni del cadáver de Alicia, buscan otra cosa; de pronto lo entendió.

- Lo siento, no puedo dejar que nadie vea lo que viste, sería peligroso divulgar lo que pasó.

El Representante borra las fotografías que tomó Isidro el día de la fiesta, el reportero pensó en los respaldos que tenía en su maletín, sin dudar un segundo, el viejo colocó una mano sobre el portafolio y el reportero pudo escuchar cómo se rompían las memorias.

- Siento tener que hacer esto, pero admiro tu tenacidad y me parece injusto dejarte sin nada; tengo un regalo para ti, pero antes necesito borrar una última cosa.

El Representante puso sus manos sobre la cara de Isidro, el reportero empezó a luchar, mientras una luz intensa cubría sus ojos, después de algunos minutos, la luz se apagó.

- Hasta siempre, disfruta tu regalo.

Epílogo

La muerte de Alicia dominó los periódicos por semanas, sus escándalos y excesos se mezclaron con el dolor de Gabriel, que apareció junto con el Representante recibiendo las condolencias de los deudos y llorando por la pérdida del amor de su vida; horas después del accidente, Isidro llegó a una de las revistas de espectáculos más importantes a venderles las fotografías del accidente y el momento en que Gabriel, inconsolable, sujetaba la mano de Alicia mientras los forenses levantan el cuerpo, la foto le valió un sueldo dentro la revista, e incluso ganó varios reconocimientos por la imagen.

El Representante, que sólo cumplió los deseos de Alicia, ayudó a Gabriel a recuperarse produciendo su primer álbum, con el que meses después desplazó a una malograda estrella, de la que muy pocos recuerdan su nombre.

jueves, 9 de febrero de 2023

Una Historia en un bar


Recuerdo aquella noche como si fuera ayer, todo empezó cuando decidí ir a un bar a paliar el aburrimiento, así que fui al que está en la esquina de Quentin y la Avenida Flatbush, es un bar cualquiera, oscuro sin ser macabro, solitario sin ser siniestro; por aquellos años todos hablaban de los partidos perfectos de los Yankees, Brooklyn estaba de cabeza por los Nets sin saber que iban a desmantelarlos a media campaña.

Billy Block, el barman, era mi amigo desde los tiempos en que vestía de azul, lo detuve una noche cerca de Bedford por un asunto de drogas, pero me di cuenta que estaba ahí por culpa de un amigo suyo así que lo dejé irse, desde ese día los tragos en aquel bar corrieron por su cuenta.

Luego de charlar con Billy y seducir a un vodka tonic por demasiado tiempo, la puerta se abrió y una corriente de aire frío invadió el lugar, un tipo de unos 25 años, alto, con el cabello revuelto, enfundado en una chamarra azul gastada, botas negras llenas de polvo, camiseta azul y un pantalón de mezclilla arrugados entró en el bar, se dirigió de inmediato a la barra y dijo:

- Billy, uno de lo más fuerte que tengas.

Parecía que el tipo estaba cargando el peso del mundo sobre los hombros, algo dentro de su mente necesitaba escapar, por unos minutos fingió concentrarse en el juego de los Yankees, pero durante los comerciales emitieron un anuncio solicitando información sobre el paradero de Emma Williams, entonces el muchacho fijó la mirada en la pantalla, con la boca abierta y el whisky a medio camino entre la barra y sus labios, sus ojos se llenaron de lágrimas.

- ¿Tiene hijas?
- Una, adolescente
- ¿Vive con ella?
- No, está con su madre en Queens, yo la veo de vez en cuando
- ¿Alguna vez le habló de Emma?

Por supuesto que había escuchado sobre ella, cualquier persona con hijos adolescentes sabía quién era la nueva sensación arrasando la nación, dudo que hubiera una persona en Estados Unidos que no hubiera escuchado al menos una de sus canciones; una tarde como todas no llegó a un ensayo y nadie sabía nada de ella, las autoridades no tenían pistas, no había nota de rescate, carteles con su rostro plagaban la ciudad, parecía que se había desvanecido de la faz de la tierra. El joven apuró el vaso y miró a Billy, que estaba ocupado acomodando botellas, haciendo como si no pudiera oírnos.

- Yo sé dónde está.

El tipo me miró, otro whisky esperaba frente a él, yo no di muestras de entender a qué se refería, sabía que cuando alguien quiere confesar como ese hombre, tienes que dejarlo hablar a su ritmo, con todas las vueltas que hagan falta, al final, siempre te dirá la verdad.

Los culpables son así.

- Todo empezó con los Yankees, durante la serie contra Boston hace tres meses, mi padre me regala boletos de temporada en el jardín derecho todos los años y siempre voy con Matt y Jimmy, ese día, al final de la quinta, los muy imbéciles empezaron a molestarme por Emma, siempre he sido su fan, ¿sabes?, desde que estábamos en preparatoria.

Un batazo de hit que recorrió todo el jardín central lo distrajo.

- Malditos Yankees, ¿cómo pueden tirar tantos hits por el centro?, mi padre siempre me regañó por batear hacia esa zona, decía que estaba tratando de presumir: “el centro es para presumidos, muchacho; los bateadores de verdad van por los rincones, es la zona más difícil de alcanzar”, creo que todavía se siente culpable, por eso me sigue enviando los boletos.

Un whisky más y la confesión comienza a fluir.

- Emma y yo nos conocimos en preparatoria, Matt y Jimmy no me creen, ¿sabes?, pero yo sé que es verdad, solíamos conversar en las noches por Instagram, a pesar de los años, no ha perdido lo que la hace tan especial.

En casa tengo recortes sobre su carrera, desde sus primeros conciertos hasta el medio tiempo del Super Bowl; desde su primera canción para una película hasta el Oscar que ganó el año pasado; cada premio, cada momento de éxito que ha tenido está guardado entre mis cosas.

Para serte sincero, creí que se había olvidado de mí, cuando regresé del servicio no me quedaban amigos y ella ya era una estrella, traté de contactarla, no respondió, pero tampoco lo tomé mal, yo soy un pobre diablo y ella una brillante estrella, por supuesto no podía dedicarme tiempo.

Pero todo cambió esa noche después del partido, Matt y Jimmy me invitaron unas cervezas cerca del Yankee Stadium, eran como las tres de la mañana cuando llegué a casa, y en ese momento la escuché por primera vez.

En cuanto entré supe que algo no estaba bien, el asistente de voz estaba activado, mi instinto se activó, saqué mi arma y me cubrí detrás del sillón, mientras pensaba en cómo revisar el lugar la escuché a través de los altavoces de la casa:

- ¿Eres tú?

Su voz sonaba distante, como si llegara de un lugar muy lejano.

- ¿Emma?
- ¡Sí! ¡Dios, cómo extrañaba oír tu voz!

Por un segundo pensé que estaba loco, era ella, Emma; no importaba que sonara lejana, que su voz pareciera venir desde una tormenta de arena, que tuviera tonos metálicos; esa voz me acompañó muchas noches, y la reconocería en cualquier lugar, en cualquier circunstancia.

- ¿Dónde estás?
- No me creerías si te lo dijera
- ¿Estás bien?
- Desafortunadamente no, corazón, creo que mi situación actual es definitiva
- ¿Qué quieres decir?
- Quizás quieras sentarte para escuchar esto.

Nadie va a creerme, pero lo que Emma me contó esa noche cambió mi vida, y en particular lo que pensaba acerca de Mike, su representante, esa noche supe lo que había hecho, lo que llevaba años haciéndole, y lo que tenía que hacer para arreglar las cosas.

Los minutos pasan sin sentirlos, Billy sigue actuando como si no pudiera escucharlo, yo lo miro sin presionarlo, sé que está a punto de soltar la bomba y completar su confesión, pero pasan los vasos de whisky sin que termine de hablar.

- ¿Y qué hiciste para arreglarlo, muchacho?

En lugar de contestarme, siguió con la mirada fija en la pantalla, de pronto, la cadena detuvo la transmisión del partido para dar una noticia urgente: alguien había acribillado a Mike Hill cuando salía de un café en Park Row, cerca del Ayuntamiento, hacía menos de una hora. Sin dejar de mirar la pantalla, el tipo sacó un .44 Magnum de su chamarra y lo dejó sobre la barra, Billy se quedó paralizado.

- Puse las cosas en su lugar; tú entiendes lo que eso significa; ¿me equivoco?

Hasta entonces me fijé en la tristeza que había en su mirada, él sabía que yo había sido policía desde que empezó a hablar, era evidente que no pensaba escapar, así que traté de tranquilizar a Billy:

- Termina de servir ese trago, nuestro amigo lo va a necesitar.

Lo que siguió ya lo sabes, la policía llegó al bar minutos después para arrestarlo, él no se resistió, los detectives y el fiscal pensaron que tenían una condena segura, pero todo se complicó cuando los medios empezaron a difundir detalles.

Primero, el asistente de voz en su departamento no servía, ningún reparador o programador de la compañía que los fabrica pudo hacerlo funcionar, hasta el día de hoy es sólo un pisapapeles con una historia; después, su abogado defensor, financiado por los profundos bolsillos de su padre, hizo un excelente trabajo con la teoría de que sufría alucinaciones provocadas por estrés postraumático.

Pero lo que terminó sacándolo de la cárcel, aunque sólo haya sido para terminar sus días en un cómodo alojamiento en un psiquiátrico, es lo que descubrí una semana después del episodio del bar.

- ¿Me puedes hacer un favor?
- Claro.
- Emma dijo que si quería verla de nuevo la esperara el viernes a las 9 en el Paseo Marítimo del Río Este, bajo el puente Williamsburg, ¿podrías cubrirme?
- Cuenta con ello.

No esperaba encontrar nada, un viento helado recorría la ribera, las calles estaban desiertas, era el primer juego de la Serie Mundial y ahí estaba yo, esperando bajo el puente a que pasara la hora señalada para al menos alcanzar la parte baja de la 6ª entrada, el reloj marcaba las 8 con 58 cuando escuché, por encima del rumor del agua, el inconfundible sonido de una bolsa de plástico raspando las piedras.

Me acerqué con cautela, podía ver algo que se movía en el agua sin alejarse, usé mi linterna para iluminarlo y tuve que llamar a la policía, hubiera tenido problemas y quizás habría terminado en la lista de sospechosos, pero Billy y los uniformados que lo detuvieron escucharon lo que me dijo, así que después de mi declaración me dejaron libre.

Lo que estaba en el río, y salió a flote a las 9 de la noche de aquel viernes, fue el cuerpo sin vida de Emma.

lunes, 2 de mayo de 2022

Inspiración

Lunes

La luz del atardecer baña mi balcón, el tono naranja y el ambiente tibio suele animarme, pero hace dos meses mi editor me llamó para decirme que están a punto de cancelar el contrato para publicar mi segundo libro, traté de explicarle lo que es un bloqueo, pero no pudo (más bien no quiso) entender lo que le decía.

La editorial me lanzó un ultimátum, o presento el primer borrador para el próximo mes, o me despido del contrato exclusivo, insisto en que no depende de mí, pero ellos no quieren razones, así que sólo me queda una cosa por hacer: actualizar mi currículum y rezar para conseguir algún puesto dentro de la comunidad oficinista de la Ciudad de México.

De pronto escucho un ruido al fondo del pasillo, corro hacia mi habitación, pero sólo encuentro a Nina, mi gata, ronroneando en la cama, casi salgo del cuarto sin darme cuenta que el ruido lo hizo una toalla que arrastró mi despertador al caer.

Curioso, estoy seguro que había dejado esa toalla en la cama.

Jueves

La madrugada me encontró dando un recorrido virtual por México en un Ferrari, golpeando otros autos por aburrimiento, ponderando si valdría la pena sacar mi dinero del banco, escapar de la editorial, comprar un auto usado y hacer una nueva vida como chofer en otra ciudad; ¿cuál será más agradable? ¿Acapulco o Puerto Escondido? ¿Taxco o Torreón?

Paso media hora pensando en lugares a los que escapar y recibiendo mentadas de madre de los jugadores a los que les arruino una carrera, de pronto, Nina sale corriendo por el pasillo, fracasa al tratar de evitar su plato de croquetas, golpea la pared y brinca hacia la mesa, llevándose el vaso en el que estaba tomando refresco

- ¡Nina! ¿qué te pasa?

Me había quitado los audífonos desde que la vi correr, pero apenas me di tiempo para escuchar lo que estaba pasando, escuché con claridad el sonido de un cuerpo arrastrándose por mi cuarto, corro hacia allá, pero no hay nada fuera de lugar.

De pronto, con el rabillo del ojo, distingo una chamarra en el suelo, atorada en la entrada del clóset, como si estuviera tratando de esconderse de mí ahí dentro.

Sábado

El reloj marca las tres de la mañana mientras me aburro viendo investigaciones paranormales, siempre he creído que son trucos para convencer a la gente de cosas que no existen, pero también me curan el insomnio, así que al menos tienen esa utilidad.

En la pantalla aparece una columna de fuego que crece gracias al alcohol con la que la alimentan, justo en ese momento puedo ver, apenas fuera de mi campo visual, una sombra que pasa por el pasillo, cuando volteo hacia allí, no hay nada; Nina aprovecha el momento para abandonar la comodidad de su cama y recostarse en mi regazo, no le quita la vista de encima a mi recámara.

Después de asegurarme que no hay nada me concentro en el video y en acariciar el lomo de Nina, de pronto la gata se levanta, eriza el lomo y sisea hacia mi cuarto, sigo su mirada y otra vez veo una sombra, más negra que la noche, que se acerca hacia nosotros sin hacer ruido.

Suelto un alarido, trato de levantarme y caigo de espaldas con todo y asiento, Nina, haciendo gala de su agilidad natural, sube por mis piernas y brinca desde mis pies para caer, con la gracia de siempre, en el sillón, salvándose de rodar por la alfombra como yo.

Cuando logro incorporarme, Nina sigue mirando hacia la recámara, con el lomo erizado y la cola levantada, me acerco a ella gateando sobre la alfombra, ya no hay ninguna sombra, sólo un libro tirado a la mitad del pasillo.

Me levanto y reviso el volumen, la encuadernación lo delata, es un grimorio que compré hace años: El Catálogo Demoniaco de Nicholas Nightingale.

Estoy seguro que lo tenía guardado bajo mi cama.

Viernes

Mi bloqueo continúa.

Mi vida es un desmadre, no lo pensarías viendo mi departamento, tampoco si ves el orden en mi recámara, o si revisas mis actividades recientes, se podría pensar que tomé vacaciones, o estoy tomando impulso para un regreso glorioso a la literatura.

Pero no, vivo desesperado por sentir el roce divino de la inspiración, por regresar al trance sublime de enfrentarme a las hojas en blanco y vencerlas de nuevo, una tras otra, sin parar.

Me ha abandonado.

La inspiración me abandonó, estoy seguro.

Me quedan siete días para que la editorial cumpla su amenaza y cancele la lucrativa beca por la cual ya no necesito someterme a la esclavitud miserable de la oficina, y no puedo hacer nada para evitarlo. Llevo horas entregándome a la amargura, viendo avanzar una tormenta sobre la ciudad con un vodka tonic en una mano y mi celular en la otra, no deja de vibrar con mensajes y amenazas de Arturo.

Un bufido me regresa a la realidad, Nina tiene el lomo erizado y mira de nuevo al pasillo, el cristal del balcón me revela el espanto: una mujer con la piel blanca como la nieve, ojos negros como el carbón y labios rojos como la sangre me mira desde mi cuarto con una sonrisa macabra.

Giro en el sillón tan rápido que pierdo el equilibrio antes de poder mirar, Nina brinca y se acerca a mí, sin dejar la actitud de ataque, me levanto tratando de evitar los trozos de vidrio que saturan la alfombra, tomo a la gata entre mis brazos y la deposito en la mesa de centro, me cuesta trabajo lograr que me suelte.

Camino por el pasillo mientras un rayo atraviesa el cielo y cae en la parte de atrás del edificio, el trueno sacude el departamento y hace vibrar los vidrios, la tormenta se desata y una gruesa lluvia cubre las calles, la luz falla y las sombras se apoderan del ambiente.

Entro a mi habitación mientras la voz de una niña me llama desde el interior del clóset, al fondo de la oscuridad, me acerco a la puerta y la abro de golpe, tratando de sorprender a lo que sea que esté adentro.

No hay nada

- ¡Hola!

Un grito de terror escapa desde el fondo de mis pulmones, la mujer está detrás de mí, con su sonrisa macabra y los ojos infinitos, Nina corre para lanzarse sobre ella…

… y de pronto se detiene, para dejarse acariciar un segundo después.

- No fue gracioso
- Para ti

Cuando vuelvo la mirada, Lily ya no parece un demonio, su piel cambió del tono de la porcelana al de la canela; sus ojos, en vez de parecer agujeros negros, ahora son avellanas; su sonrisa, que hace segundos parecía la de un tigre, ahora es cálida, tiene puesta una de mis chamarras, que por supuesto le queda grande.

- ¿Dónde estabas?
- Tuve que tomarme un tiempo, cariño, aunque disfruto tu compañía, estar encerrados juntos fue demasiado.
- ¿A si?, pues te tengo noticias: tardaste demasiado en volver, estoy a punto de perder mi contrato y voy a tener que regresar a una asquerosa oficina para no morirme de hambre.

Lily se acerca y besa mi mejilla.

- Entonces hay que ponernos a trabajar, ¿no?

Regresa la luz, iluminando mi casa de la misma manera en que Lily la iluminó cuando la invoqué; por eso no me asustaban los fenómenos paranormales en mi casa, en todo caso, eran una señal de su inminente regreso.

Un día antes de que se terminara el plazo que me dio la editorial, le llamé a Arturo para decirle que tenía un regalo, mi segunda recopilación de cuentos, que escribí durante el encierro, se llama El Regreso.

La inspiración y yo vamos a celebrar en Europa, insiste en mostrarme los lugares donde pasó las epidemias que ha vivido.

viernes, 11 de febrero de 2022

La Esencia de la Vida (Remastered)

  Dedicado a Rocío: adiós y gracias por la felicidad

I
El hombre tiene la mirada perdida en los eslabones de las cadenas, dos policías lo vigilan, tienen órdenes de evitar que escape de la justicia, el preso lleva el uniforme rojo reservado a los delincuentes más peligrosos, la camioneta se detiene y él sonríe cuando la puerta se abre y dos policías lo ayudan a bajar, le cuesta trabajo caminar por el peso del chaleco antibalas que lo protege.

La sala del tribunal está repleta, los fotógrafos se concentran en las familias de las víctimas, los fiscales ocupan su lugar, les tomó sólo cuatro semanas convencer al jurado y saben que el Juez dictará la pena máxima, los hechos y la actitud del reo no dejan muchas opciones.

- ¡Atención!, este tribunal entra en funciones, preside el Juez Peralta.

Todos se levantan, el representante de la Justicia les indica que pueden sentarse, se ajusta los anteojos y mira el expediente del caso.

- Que el acusado se ponga de pie.

El detenido se levanta en un esfuerzo que parece heroico.

- Usted ha sido acusado del asesinato de veinte mujeres, el Fiscal nos mostró las evidencias que lo señalan como único responsable de estas muertes sin atenuante alguna; cuando su abogado trató de defenderlo argumentando que sufre de alucinaciones derivadas de una enfermedad mental, usted tomó el estrado y no sólo negó este argumento y humilló a su defensor, sino que reconoció sus crímenes y los reivindicó ante el jurado, ¿es correcto?
- Si señor.
- A raíz de esto, lo encontraron culpable de veinte homicidios con todas las agravantes; por lo que ahora corresponde dictar sentencia, ¿lo entiende?
- Si señor.
- Entonces no hay otra alternativa, quiero decirle, a título personal, que es una pena que un joven tan inteligente y capaz se haya dejado llevar por la frialdad y crueldad que mostró a sus víctimas, usted tenía un gran futuro, pero su desprecio por la vida humana lo ha llevado ante mí, en circunstancias tan oscuras.

La audiencia aguarda, Peralta empieza a leer el papel que tiene entre las manos:

- Fernando del Valle, usted fue declarado culpable de veinte homicidios con agravantes, por lo que, de acuerdo con las Leyes de la República Mexicana y el Código Penal del Distrito Central, lo condeno a la pena de muerte.

El preso mueve la lengua y cierra la mandíbula, gracias al silencio en la sala, el tribunal entero escuchó algo dentro de la boca de Fernando, sólo Peralta identificó el sonido, una ampolleta estrellándose entre sus dientes, en segundos, Fernando se convulsionó, cayó de espaldas y murió en brazos de su abogado, con una sonrisa en los labios que heló la sangre de los presentes.

Semanas después, y durante el resto de su vida, el abogado contó que Fernando había dicho algo antes de morir, no pudo escucharlo, pero estaba seguro que la palabra angelical pasó por sus labios; también habló de su mirada, parecía que había visto algo que produce alegría sin límites con su mera presencia.

II
La lluvia azota el Distrito Central, convierte las calles en ríos, reduce la vigilancia y le quita efectividad a las cámaras; pero por ahora Fernando no ha aprovechado la tormenta ni sus beneficios, sólo mira la ventana, deseando que el agua barra con todo y termine con su dolor.

No ha dormido bien en días, en cuanto lo alcanza el sueño las pesadillas lo despiertan, en su mente se mezcla la teoría que presentó sobre la posibilidad de transferir los impulsos eléctricos del cerebro humano al procesador de un androide con el reciente fallecimiento de su prometida, Denise.

Aunque la teoría aún no se demostraba, la Corporación Matriz había logrado avances al transferir recuerdos de seres humanos vivos a procesadores de androides, sólo se necesitaba tiempo y recursos para probarla.

La noche avanza sobre el Distrito Central mientras los recuerdos se cruzan y chocan dentro de su mente: el día en que se conocieron con el día en que logró transferir un recuerdo a un procesador; su primera cita con las conferencias en las que presentó la teoría; el día en que publicó un ensayo sobre el tema con los detalles del accidente que la mató; la tensión se acumuló dentro de su cerebro, hasta que algo, simplemente, se quebró.

Al día siguiente, cuando enterraron el ataúd donde yacía Denise, nadie imaginaba que le faltaba un órgano, en la funeraria el único indicio de que pasó algo raro fue una taza fuera de lugar, pero como no había certeza sobre la posición original, no hubo preguntas.

Durante los siguientes dos años, Fernando dedicó todo su dinero a la investigación, el primer éxito fue mantener con vida el cerebro, un escáner había confirmado que no existían lesiones en el delicado tejido del órgano, luego reprodujo los experimentos de la Corporación Matriz y logró transferir un recuerdo de Denise al procesador de un androide, quiso la casualidad que fuera su primera cita, verse a través de los ojos de su amada terminó por convencerlo de que tenía que transferir la esencia de Denise al androide, sin importar el costo.

III
Una mujer reposa con los brazos en alto sobre una piedra; los ojos en el horizonte, soñando despierta; las piernas rodeando la curva del granito; las puntas de los pies apuntando hacia el suelo, las puntas de los dedos dejan caer gotas de agua sobre el pasto; la lluvia nocturna borró cualquier rastro de quién la dejó en Chapultepec, para que la policía la encontrara.

El detective Rodríguez observa, concentrándose en los ojos, el pelo mojado, la expresión en el rostro del cadáver; los forenses capturan la escena, el jefe de la división de investigación se acerca al investigador:

- ¿Algo nuevo, Pedro?
- Igual que las anteriores, sin heridas defensivas, sin golpes, sin causa aparente.
- Ni siquiera se parecen entre ellas, ¿verdad?
- Si hay un patrón, todavía no podemos identificarlo, comandante.
- Que desmadre.

Es el décimo octavo cuerpo que la Policía Metropolitana encuentra en la zona, la gente ya lo bautizó como El Cazador y aún no hay pistas sólidas para encontrarlo; coloca los cadáveres en posiciones forzadas, y gracias al comentario casual de un policía Rodríguez se dio cuenta que todas las víctimas habían aparecido sobre una piedra, eso era lo único que las conectaba.

De pronto se fijó en algo, un detalle que llamó su atención y no parecía importante, pero ahora era lo único que importaba.

IV
Los meses pasaron y no podía transferir más recuerdos del tejido cerebral al procesador, sabía que el órgano seguía con vida ya que no había iniciado la putrefacción, pero no podía avanzar más allá de los escasos recuerdos que había transferido, quizás nada habría pasado, habría aceptado la derrota y habría dejado ir a Denise, si no hubiera sido por lo que ocurrió cuando revisaba el experimento una última vez.

El programador creía que el tejido estaba dañado, decidió examinar el órgano de nuevo para estar seguro que esa no era la causa del fracaso, quiso el destino que metiera la mano derecha dentro de la solución en la que conservaba el cerebro sin darse cuenta que la máquina que lo monitoreaba y lo conectaba con el procesador del androide estaba encendida.

Después de eso no recordaba nada, había escuchado estática, como si hubiera encendido un generador dentro del cuarto, se desmayó casi de inmediato, no sin antes escuchar que el monitor registraba actividad.

Al despertar, vio que a su lado se apilaba un montón de datos recogidos por el monitor, supo entonces que se había transferido parte de los impulsos del cerebro al procesador, no le costó deducir que la transferencia había iniciado cuando metió la mano en la solución, a pesar de estar protegida, dedujo que no había daño en el órgano ni errores en la transferencia, lo que impedía el avance era el tipo de energía que hacía funcionar el tejido cerebral; no podía provenir de medios artificiales, tenía que venir de otro ser humano.

Esa noche realizó otra prueba que resultó en un desmayo prolongado, la energía transferida al procesador era menor al tres por ciento, tendría que donar toda la electricidad generada por su cuerpo para llegar al cinco por ciento al menos, hacer eso sería una muerte inmediata.

Durante semanas no pudo resolver el problema, Denise necesitaba una gran cantidad de energía para terminar la transferencia, tenía que venir de otra persona y él no podía donarla sin sufrir daños permanentes en su sistema; empezaba a pensar que no había solución hasta que se le presentó clara como el día: ¿y si utilizaba a otra persona?

Su primer intento fue un éxito parcial, trató de convencer a Laura, una vieja amiga de Denise, de ayudarlo; tuvo problemas con la oposición del sujeto a creer lo que veía, a entender la explicación y a justificar su uso, por lo que no quedó más remedio que obligarla; después de esto la transferencia avanzó sin contratiempos, ahora el éxito estaba asegurado.

Sólo necesitaba a otras diecinueve mujeres para lograrlo.

V
El detective Rodríguez observa a Fernando a través de un espejo de doble vista, las últimas veinticuatro horas han sido las más intensas de su vida, primero se dio cuenta que todas las víctimas habían sido abandonadas en lugares donde crecían dalias blancas, con excepción de la primera, le tomó unas horas averiguar los detalles de su vida, incluyendo la muerte de su mejor amiga, Denise Carrillo, un par de años atrás.

No le costó trabajo considerar a Fernando como sospechoso, pero cuando decidió visitar al programador en su domicilio se desató el caos, cuando el detective se disponía a tocar la puerta de la casa notó un bulto en el sillón, se acercó a la ventana y distinguió los ojos sin vida de una jovencita; corrió hacia la casa de enfrente, desde donde podía vigilar sin ser visto y llamar a los refuerzos sin ser escuchado.

El comandante llegó a la escena con un equipo, el detective informó la situación, cuando los escáneres confirmaron que Fernando era la única persona con vida dentro de la casa, prepararon el asalto, les tomó una hora revisar el terreno, evacuar a los vecinos y decidir la estrategia.

Cuando se disponían a lanzarse sobre la casa, Fernando salió del sótano con otra mujer, esto alteró el plan y le puso los nervios de punta a los francotiradores, los policías solicitaron instrucciones, el comandante pidió confirmar que el Cazador estaba solo o si la mujer era una posible víctima, de pronto, la música llena el ambiente, la pareja se abraza y empieza a bailar, uno de los francotiradores ve algo brillante entre las manos del sospechoso.

El detective sintió que todo pasaba en cámara lenta, primero vio a Fernando colocar el objeto entre la mujer y él, ese movimiento desató la respuesta automática del tirador y una bala vuela hacia la ventana de la sala, al mismo tiempo, los policías corren hacia la casa.

El programador se dio cuenta de lo que pasaba, abrazó a la mujer mientras giraba y dejó caer lo que traía en la mano, ese movimiento hizo que la bala del tirador los atravesara a ambos, desatando el caos entre los policías.

Semanas después, el detective seguía obsesionado con el caso, Fernando no había ocultado el motivo de los crímenes, los expertos aseguraban que el cerebro tenía meses muerto, los programadores negaron la posibilidad de una transferencia, los analistas que la Corporación Matriz envió para revisar el androide lo confirmaron, y los médicos diagnosticaron que el Cazador sufría de alucinaciones severas.

Con eso debería concluir la investigación, sin embargo, al detective lo rodeaba un elemento inquietante: si todo era mentira… ¿qué mató a las víctimas?

VI
Fernando sintió que le faltaba el aliento, contuvo la respiración, atento a cualquier señal de éxito, aterrado ante la posibilidad de haber fallado, de pronto abrió los ojos, por un segundo, que le pareció eterno, no hubo ninguna señal, hasta que la voz llegó clara a sus oídos:

- ¿Mi amor? ¿qué haces aquí?

Con una sonrisa en los labios, Fernando respondió:

- Hola mi amor, no sabes cuánto te he extrañado.

La mirada de Denise, que el programador creyó percibir a través de los ojos del androide, se notaba confundida.

- ¿Qué hiciste? ¿cómo?
- No te asustes amor, déjame explicarte.

Para cuando Rodríguez llegó a su casa, Fernando ya le había explicado a Denise lo que había hecho y sus motivos, ella lo reprendió, aunque no severamente, por haber tomado tantas vidas para darle algo que, aunque parecía real, no era como estar juntos en cuerpo y alma; lo hizo prometer que, cuando al androide se le agotara la batería, destruiría el procesador.

Al principio estaba renuente a dejarla ir, pero al final la lógica se impuso, decidió pasar las últimas horas de esa vida artificial que le regaló despidiéndose como siempre quiso hacerlo, hablándole de lo que se había guardado, de lo mucho que la amaba, de cuánto la extrañaba y cuánto la necesitaba, ella le juró a Fernando que siempre estaría con él, aunque no tuviera un cuerpo físico para hacerle compañía, su corazón y su alma estarían siempre a su lado, sin importar nada.

Casi se terminaba la energía cuando Fernando sugirió un baile, algo que jamás se había atrevido a hacer con Denise por timidez, salieron del sótano sin saber que la policía rodeaba la casa; él quiso enseñarle el regalo que le tenía preparado para cuando llegara a casa el día en que no pudo regresar, una pulsera de plata con un corazón grabado.

- Es hermoso amor, recuerda que siempre estaré contigo.

Se dieron un largo y apasionado beso, y entonces, ella se quedó dormida.

miércoles, 3 de noviembre de 2021

Coleccionista de Almas


I. Un día normal
El amanecer ilumina la ciudad mientras el frío barre las calles, Diego Vargas abre la puerta de su casa para barrer las hojas que cubren la entrada, está por meterlas en una bolsa cuando nota algo en la casa de enfrente.

- ¡Aída!

La señora Vargas sale a la calle con expresión cansada, por el tono de voz de su esposo sabe que acaba de ver algo que no le gusta.

- ¿Qué quieres?, ¿apenas son las ocho y ya estás molestando a los vecinos?

El señor Vargas ni siquiera la mira, su esposa se da cuenta que está furioso, verlo tan enojado es inusual a esta hora de la mañana.

- ¿Ya viste la última ocurrencia de tu amiga?

Vargas levanta la mano y lanza un dedo acusador contra el jardín de Elisa Espinoza, una maestra de filosofía que vive en la única casa en toda la colonia que no tiene rejas exteriores ni protecciones, sólo una banca bajo un roble en el patio frontal para que cualquiera pueda tomar un descanso.

Sólo que hoy, la mañana del primero de noviembre, la banca está ocupada por un bulto formado por bolsas negras envueltas con cinta canela para darle la forma de un cuerpo humano, alrededor de la banca, formando un círculo, yacen varios muñecos de la colección personal de Elisa, todo el decorado simula un velorio.

- ¿Qué es eso? – pregunta la señora Vargas
- ¡Es intolerable! ¡no puedo creer que se atreviera a poner otra vez sus… adornos!

Años antes, el señor Vargas desató una guerra contra la profesora, los vecinos solían ignorar sus quejas, pero su decoración, con elementos como un cráneo humano, velas negras que rodeaban la casa y fotografías que le había conseguido un criminólogo le pusieron los pelos de punta a los vecinos y provocaron la prohibición de las decoraciones; en el colmo del enojo, el señor Vargas toma unas tijeras para podar que cuelgan tras la puerta y se acerca a la banca, cuando está por cortar las bolsas, su esposa murmura:

- Espera, Diego, no lo hagas.

Vargas la mira, se da cuenta que está asustada.

- ¿Por qué no? ¿no te parece que se está pasando de la raya?
- Sí, sólo que… sentí un escalofrío cuando te acercaste.
- Tranquila, Aída, no va a pasar nada.

Mientras habla, corta las bolsas sobre la banca, todavía está mirando a su esposa cuando la señora Vargas suelta un alarido de terror que despierta a todos en la cuadra. Frente a las manos de Diego Vargas, una mano blanca como una vela, de largos y finos dedos, descansa sobre el pasto, pertenece a un cadáver que descansa en la banca.

II. Magna Obra
Otro día perdido, otra oportunidad de algo grande que se va, sigue atrapado en un empleo mediocre, condenado a dar clases a alumnos que no se interesan en nada; el Ingeniero Rodríguez, valuador en la Oficina de Catastro de día y profesor de la Facultad de Ingeniería de noche, sólo sonríe cuando hace sentir a otros la misma frustración que siente con su propia vida, alguna vez soñó con diseñar grandes proyectos que resistieran la prueba del tiempo, pero esos sueños se habían acabado por algunas indiscreciones que nadie supo dimensionar y todos sacaron de proporción.

Su único consuelo de la semana fue reprobar a una de las pocas alumnas que cometieron la estupidez de inscribirse en su clase, siempre creyó que las ingenierías, particularmente la civil, son carreras sólo para hombres, y no temía hacer evidente a sus alumnos esa opinión. Uno de ellos le dijo, antes de salir del aula, que esta vez sí se había pasado de la raya, pobre escuincle, ¿acaso no sabe que, si le haces favores a la gente, ellas siempre se aprovechan?, aún es joven para saber cómo funciona el mundo, ¿y qué si abusó de su alumna?, ¿qué más da que él no cumplió su parte del trato?, ella jamás debió aceptar si estaba tan convencida de tener razón, y si aceptó, se lo merecía por ser tan ingenua como para no ver lo que se acercaba.

Mientras recordaba la mirada de odio de su alumna, el Ingeniero sacó las llaves de su auto, un lujoso New Yorker negro, producto de años de hacer mal el trabajo que le encomendaba el Departamento del Distrito Federal, pero de desempeño excelente cuando las personas a las que inspeccionaba tenían que pagar impuestos sobre sus propiedades. Las llaves resbalaron entre sus dedos, cuando se agachó a recogerlas, alguien, con largos y finos dedos, le tapó la nariz y la boca con un trapo, trató de gritar, pero no tardó en darse cuenta que la tela estaba bañada en cloroformo.

El Ingeniero Rodríguez no apareció el día que tenía que aplicar la primera vuelta del examen final de Mecánica de Suelos a sus alumnos, la dirección de la facultad, al notar que nadie había sabido del profesor en más de 3 semanas, decidió utilizar las últimas calificaciones parciales que había reportado, en las que todos sus alumnos habían acreditado la materia.

III. Un pasatiempo
El comandante Manuel Ibarra es recordado como el hazmerreír de la policía, por años investigó los nexos de una profesora con la desaparición de cientos de personas, entre profesores, estudiantes y empleados de la Universidad Nacional, la única conexión entre ellos era que todos habían desaparecido dentro de Ciudad Universitaria, sin embargo, ninguno era conocido de la profesora, ni estaban relacionados con ella; Ibarra no era como sus compañeros, los jefes sabían que era un investigador excepcional, había logrado poner punto final a casos complicados, por eso lo dejaban vigilar en forma constante a Elisa Espinoza, la profesora de filosofía que, según él, era responsable de cientos de crímenes.

Durante sus años patrullando las calles de la Ciudad, el comandante Ibarra había aprendido que hay cientos de formas de dañar al prójimo y miles de personas que pueden llevarlas a cabo, la forma en que funcionan es lo de menos, sólo es seguro que existen, y a pesar de sus peculiaridades, son actos que caen dentro de su responsabilidad, a él le toca llevar a los criminales ante la justicia, sin importar cómo cometen sus delitos; por eso llevaba años vigilando a Elisa, sus informantes le habían hablado de ella, empezó despachando escoria que el mismo Ibarra habría querido entregar a la justicia, por eso la dejó actuar sin interrupciones en aquellos años, sin embargo, el tiempo fue corrompiendo su misión, empezó en forma sutil, como siempre: eliminar testigos, curiosos; pronto, las causas que la llevaban a usar su talento se ampliaron hasta llegar a extremos ridículos, días antes del incidente, había despachado a alguien sólo porque cuestionó algunos conceptos de su clase, Ibarra supo que tenía que intervenir.

Sin embargo, antes de que tuviera tiempo de hacerlo, sus compañeros le pasaron la noticia: Elisa Espinoza había amanecido muerta en una banca frente a su casa, no había señales de lucha, ni causa probable de muerte, apareció embolsada, rodeada por cientos de muñecos muy detallados y que representan a personas de diferentes profesiones y rasgos físicos, la colección de juguetes podría estar relacionada con la muerte de la Profesora, o quizás sólo un detalle puesto por el asesino para distraer a la policía.

IV. El diablo está en los detalles
Ni el comandante, ni los cientos de detectives aficionados que devoraron los detalles del caso llegaron a pensar que la espectacular muerte de la profesora Espinoza se debió a algo tan simple, tan estúpido, como la falta de cuidado.

Marina Salas era hija de una de las mujeres que Elisa ayudó, la relación entre ambas empezó cuando su padre despareció un día cualquiera, después de salir de su oficina, cuando Marina tenía 14 años y el recuerdo de las noches en vela que había pasado en su infancia, escuchando cómo su madre trataba de defenderse de él, aún estaba fresca en su memoria. Se había convertido en asistente de la profesora cuando coincidió con ella en una cafetería de la Universidad, la joven, apasionada y con ganas de cambiar el mundo, se ofreció para ayudar a la profesora en su labor, Elisa le enseñó todo lo que sabía, algunas de las víctimas más recientes, incluso, habían sido encargadas a Marina.

Sin embargo, la tarea que la maestra le encargó aquél 31 de octubre era, por mucho, la más delicada de todas: hacer el ritual de renovación; aunque todos los años lo realizaba la misma profesora para evitar tropiezos, esta vez quería evitar la interferencia de Ibarra; el plan había salido de maravilla, Marina realizó todos los pasos necesarios en el orden correcto, fue al final del ritual que todo se torció.

La ceremonia concluía con la quema del fetiche desenterrado mientras el nuevo yacía en su lugar, para evitar fallar, la joven llevó alcohol; mientras recitaba el final del ritual, lo esparció sobre el fetiche desenterrado, en ese momento un cuervo graznó sobre su cabeza, el susto la hizo derramar el alcohol mientras clavaba su mirada en el ave, que echó a volar sin perder un segundo, cómo si su única intención fuera asustar a Marina; pasado el sobresalto, la joven encendió un cerillo y lo arrojó sobre el fetiche, la flama empezó a derretir la cera, pero también siguió un camino de alcohol marcado por la botella, antes de que Marina tuviera tiempo de reaccionar, la flama alcanzó las hojas secas alrededor de la nueva efigie de cera y la encendieron también.

En cuanto se dio cuenta trató de apagar el fuego, quiso agarrar la figura, pero las llamas le quemaron las manos, la tomó con un trapo cuando la cera empezaba a perder forma, con tan mala suerte que el alcohol en la tela se encendió y ambos fetiches, el nuevo y el viejo, ardieron sin que pudiera evitarlo.

Un grito aterrador, lleno de miedo y desesperación, alcanza a la joven asistente en lo profundo del Desierto de los Leones y le indica que un destino peor que la muerte había alcanzado por fin a la profesora.