jueves, 9 de febrero de 2023

Una Historia en un bar


Recuerdo aquella noche como si fuera ayer, todo empezó cuando decidí ir a un bar a paliar el aburrimiento, así que fui al que está en la esquina de Quentin y la Avenida Flatbush, es un bar cualquiera, oscuro sin ser macabro, solitario sin ser siniestro; por aquellos años todos hablaban de los partidos perfectos de los Yankees, Brooklyn estaba de cabeza por los Nets sin saber que iban a desmantelarlos a media campaña.

Billy Block, el barman, era mi amigo desde los tiempos en que vestía de azul, lo detuve una noche cerca de Bedford por un asunto de drogas, pero me di cuenta que estaba ahí por culpa de un amigo suyo así que lo dejé irse, desde ese día los tragos en aquel bar corrieron por su cuenta.

Luego de charlar con Billy y seducir a un vodka tonic por demasiado tiempo, la puerta se abrió y una corriente de aire frío invadió el lugar, un tipo de unos 25 años, alto, con el cabello revuelto, enfundado en una chamarra azul gastada, botas negras llenas de polvo, camiseta azul y un pantalón de mezclilla arrugados entró en el bar, se dirigió de inmediato a la barra y dijo:

- Billy, uno de lo más fuerte que tengas.

Parecía que el tipo estaba cargando el peso del mundo sobre los hombros, algo dentro de su mente necesitaba escapar, por unos minutos fingió concentrarse en el juego de los Yankees, pero durante los comerciales emitieron un anuncio solicitando información sobre el paradero de Emma Williams, entonces el muchacho fijó la mirada en la pantalla, con la boca abierta y el whisky a medio camino entre la barra y sus labios, sus ojos se llenaron de lágrimas.

- ¿Tiene hijas?
- Una, adolescente
- ¿Vive con ella?
- No, está con su madre en Queens, yo la veo de vez en cuando
- ¿Alguna vez le habló de Emma?

Por supuesto que había escuchado sobre ella, cualquier persona con hijos adolescentes sabía quién era la nueva sensación arrasando la nación, dudo que hubiera una persona en Estados Unidos que no hubiera escuchado al menos una de sus canciones; una tarde como todas no llegó a un ensayo y nadie sabía nada de ella, las autoridades no tenían pistas, no había nota de rescate, carteles con su rostro plagaban la ciudad, parecía que se había desvanecido de la faz de la tierra. El joven apuró el vaso y miró a Billy, que estaba ocupado acomodando botellas, haciendo como si no pudiera oírnos.

- Yo sé dónde está.

El tipo me miró, otro whisky esperaba frente a él, yo no di muestras de entender a qué se refería, sabía que cuando alguien quiere confesar como ese hombre, tienes que dejarlo hablar a su ritmo, con todas las vueltas que hagan falta, al final, siempre te dirá la verdad.

Los culpables son así.

- Todo empezó con los Yankees, durante la serie contra Boston hace tres meses, mi padre me regala boletos de temporada en el jardín derecho todos los años y siempre voy con Matt y Jimmy, ese día, al final de la quinta, los muy imbéciles empezaron a molestarme por Emma, siempre he sido su fan, ¿sabes?, desde que estábamos en preparatoria.

Un batazo de hit que recorrió todo el jardín central lo distrajo.

- Malditos Yankees, ¿cómo pueden tirar tantos hits por el centro?, mi padre siempre me regañó por batear hacia esa zona, decía que estaba tratando de presumir: “el centro es para presumidos, muchacho; los bateadores de verdad van por los rincones, es la zona más difícil de alcanzar”, creo que todavía se siente culpable, por eso me sigue enviando los boletos.

Un whisky más y la confesión comienza a fluir.

- Emma y yo nos conocimos en preparatoria, Matt y Jimmy no me creen, ¿sabes?, pero yo sé que es verdad, solíamos conversar en las noches por Instagram, a pesar de los años, no ha perdido lo que la hace tan especial.

En casa tengo recortes sobre su carrera, desde sus primeros conciertos hasta el medio tiempo del Super Bowl; desde su primera canción para una película hasta el Oscar que ganó el año pasado; cada premio, cada momento de éxito que ha tenido está guardado entre mis cosas.

Para serte sincero, creí que se había olvidado de mí, cuando regresé del servicio no me quedaban amigos y ella ya era una estrella, traté de contactarla, no respondió, pero tampoco lo tomé mal, yo soy un pobre diablo y ella una brillante estrella, por supuesto no podía dedicarme tiempo.

Pero todo cambió esa noche después del partido, Matt y Jimmy me invitaron unas cervezas cerca del Yankee Stadium, eran como las tres de la mañana cuando llegué a casa, y en ese momento la escuché por primera vez.

En cuanto entré supe que algo no estaba bien, el asistente de voz estaba activado, mi instinto se activó, saqué mi arma y me cubrí detrás del sillón, mientras pensaba en cómo revisar el lugar la escuché a través de los altavoces de la casa:

- ¿Eres tú?

Su voz sonaba distante, como si llegara de un lugar muy lejano.

- ¿Emma?
- ¡Sí! ¡Dios, cómo extrañaba oír tu voz!

Por un segundo pensé que estaba loco, era ella, Emma; no importaba que sonara lejana, que su voz pareciera venir desde una tormenta de arena, que tuviera tonos metálicos; esa voz me acompañó muchas noches, y la reconocería en cualquier lugar, en cualquier circunstancia.

- ¿Dónde estás?
- No me creerías si te lo dijera
- ¿Estás bien?
- Desafortunadamente no, corazón, creo que mi situación actual es definitiva
- ¿Qué quieres decir?
- Quizás quieras sentarte para escuchar esto.

Nadie va a creerme, pero lo que Emma me contó esa noche cambió mi vida, y en particular lo que pensaba acerca de Mike, su representante, esa noche supe lo que había hecho, lo que llevaba años haciéndole, y lo que tenía que hacer para arreglar las cosas.

Los minutos pasan sin sentirlos, Billy sigue actuando como si no pudiera escucharlo, yo lo miro sin presionarlo, sé que está a punto de soltar la bomba y completar su confesión, pero pasan los vasos de whisky sin que termine de hablar.

- ¿Y qué hiciste para arreglarlo, muchacho?

En lugar de contestarme, siguió con la mirada fija en la pantalla, de pronto, la cadena detuvo la transmisión del partido para dar una noticia urgente: alguien había acribillado a Mike Hill cuando salía de un café en Park Row, cerca del Ayuntamiento, hacía menos de una hora. Sin dejar de mirar la pantalla, el tipo sacó un .44 Magnum de su chamarra y lo dejó sobre la barra, Billy se quedó paralizado.

- Puse las cosas en su lugar; tú entiendes lo que eso significa; ¿me equivoco?

Hasta entonces me fijé en la tristeza que había en su mirada, él sabía que yo había sido policía desde que empezó a hablar, era evidente que no pensaba escapar, así que traté de tranquilizar a Billy:

- Termina de servir ese trago, nuestro amigo lo va a necesitar.

Lo que siguió ya lo sabes, la policía llegó al bar minutos después para arrestarlo, él no se resistió, los detectives y el fiscal pensaron que tenían una condena segura, pero todo se complicó cuando los medios empezaron a difundir detalles.

Primero, el asistente de voz en su departamento no servía, ningún reparador o programador de la compañía que los fabrica pudo hacerlo funcionar, hasta el día de hoy es sólo un pisapapeles con una historia; después, su abogado defensor, financiado por los profundos bolsillos de su padre, hizo un excelente trabajo con la teoría de que sufría alucinaciones provocadas por estrés postraumático.

Pero lo que terminó sacándolo de la cárcel, aunque sólo haya sido para terminar sus días en un cómodo alojamiento en un psiquiátrico, es lo que descubrí una semana después del episodio del bar.

- ¿Me puedes hacer un favor?
- Claro.
- Emma dijo que si quería verla de nuevo la esperara el viernes a las 9 en el Paseo Marítimo del Río Este, bajo el puente Williamsburg, ¿podrías cubrirme?
- Cuenta con ello.

No esperaba encontrar nada, un viento helado recorría la ribera, las calles estaban desiertas, era el primer juego de la Serie Mundial y ahí estaba yo, esperando bajo el puente a que pasara la hora señalada para al menos alcanzar la parte baja de la 6ª entrada, el reloj marcaba las 8 con 58 cuando escuché, por encima del rumor del agua, el inconfundible sonido de una bolsa de plástico raspando las piedras.

Me acerqué con cautela, podía ver algo que se movía en el agua sin alejarse, usé mi linterna para iluminarlo y tuve que llamar a la policía, hubiera tenido problemas y quizás habría terminado en la lista de sospechosos, pero Billy y los uniformados que lo detuvieron escucharon lo que me dijo, así que después de mi declaración me dejaron libre.

Lo que estaba en el río, y salió a flote a las 9 de la noche de aquel viernes, fue el cuerpo sin vida de Emma.

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