sábado, 31 de octubre de 2020

Los Gatos de La Toscana (Halloween Special)

En el condominio de La Toscana el reglamento supera a las leyes del país, ya que prohíbe que cualquier persona maltrate o asesine algún animal, particularmente gatos, dentro de sus terrenos, el origen de la norma, que asombra a quienes la conocen, radica en la siguiente historia.

En aquel lugar, los fraccionadores construyeron enormes casas y pequeñas plazas que son muy agradables a la vista, llenas de árboles y vegetación que dan una excelente impresión al visitante, en todo el lugar reina una gran tranquilidad, las mascotas de los vecinos producen a ciertas horas un concierto agradable, que rompe por unos momentos el silencio de la zona.

Si llegan hasta la esquina sureste de la propiedad encontrarán la Plaza de los Tulipanes, que se encuentra bordeada por un chalet habitado por Marie Tulour y John Phillips, frente a esta casa hay una propiedad que conjuga ángulos rectos y curvos en un diseño atractivo y extravagante, es el hogar de Adriana Zanetti, Manuel Cardona y sus hijos, Miguel y Nora; al lado está una casa estilo inglés con techo a dos aguas y enormes ventanas, Valeria Bustamante, Federico González y sus diez hermosos gatos, que suelen rondar el patio trasero, tomando el sol sobre las bardas o revolcándose en el pasto, viven ahí; frente a ellos hay una casa de tres pisos, ahí viven Alfonso Martell, Venus De Souza y sus hijas, Xica y Giselle, junto con cuatro gatos que ronronean en las ventanas y suelen rondar la casa de enfrente en busca de compañeros de juego.

Al otro lado de la plaza se encontraba una vieja construcción que parecía haber estado ahí desde siempre, la casa, construida con granito y hierro, pertenecía a Alfred y Sophia Glock, quienes no convivían con el resto de los vecinos de la Plaza.

Los demás tampoco sentían deseos de convivir con ellos, porque en una ocasión González y su esposa perdieron un par de gatos cerca de casa de los Glock, esa noche, mientras buscaban a los felinos, escucharon sus alaridos dentro de la propiedad, poco faltó para que Valeria tratara de brincar la barda para salvarlos, sólo pudieron disuadirla las trampas regadas por el jardín.

El asunto no se quedó así, la pareja sembró clavos en la entrada del garaje de los Glock, lo cual provocó que el Mercedes-Benz 600 propiedad de los ancianos perdiera las cuatro ruedas cuando salió, las horas que el viejo pasó cambiándolas compensaron en parte la pérdida de las mascotas, nadie prestó ayuda al viejo.

Los vecinos pronto se dieron cuenta que los Glock asesinaban a todos los animales que caían en sus trampas, por más que trataron, por más que se esforzaron, los habitantes de la Plaza de los Tulipanes no pudieron detenerlos.

Unos años después, la comunidad de la Plaza se levantó con una noticia, los Martell acababan de contratar a una joven que les ayudaba en la casa, la acompañaba un niño de diez años, el cual se quedaba sentado en el jardín jugando con un gato, era el sobrino de la joven y poseía una mirada calmada, no hablaba desde hacía años, y sólo sonreía cuando el minino jugaba con él.

Días después, una tormenta se desató sobre la ciudad, el niño y su tía se quedaron dentro de la casa de los Martell, pasado un rato se dieron cuenta que el gatito había desaparecido, en cuanto cesó la lluvia, el niño empezó a buscar al animal, un par de horas después, desconsolado, dejó la Plaza de los Tulipanes entre sollozos; horas después todos en la Plaza escucharon maullidos lastimeros y maldiciones en alemán que llegaban desde la casa de los Glock, después de que todos revisaran que sus mascotas estaban a salvo empezaron a temer lo peor.

Una semana después, Valeria y Federico fueron a casa de los Martell para preguntarle a la joven por su sobrino, ella les dijo que estaba deprimido, había tenido que dejarlo en casa porque no dejaba de llorar por su mascota, ellos le contaron ocurrido y le regalaron un gato pequeño nacido de una camada de sus propias mascotas, la joven les agradeció y dijo que entregaría el minino a su sobrino.

Unos días después, la joven le dijo a los Martell que su sobrino había vuelto a hablar y tenía algo que decirles a todos, pero antes querían saber sobre los incidentes ocurridos en casa de los Glock, todos se reunieron en casa de la familia Martell y le contaron la historia completa de sus roces con los ancianos alemanes y sus intentos por evitar que siguieran maltratando animales, cuando terminaron, el niño caminó hasta Federico y Valeria, les dio la mano y dijo:

- Muchas gracias por el regalo, sé que ustedes son buenos y este gesto no será olvidado; no tienen qué preocuparse, los Glock dejarán de torturar animales para siempre, podrán dormir tranquilos de nuevo, les doy mi palabra.

Después de decir esto, el niño y su tía se fueron, dejando a los vecinos de la Plaza de los Tulipanes conversando sobre lo ocurrido, sus mascotas entraron en casa de los Martell y luego de un rato empezaron a agitarse, brincaban, corrían, se asomaban por las ventanas maullando sin parar, en ese momento se desató una furiosa tormenta, la casa se estremecía con los rayos que caían dentro de la propiedad de los Glock.

A la mañana siguiente, los vecinos vieron a Glock lanzando piezas de metal en los contenedores de basura, cuando los niños husmearon en las bolsas descubrieron que había tirado los restos carbonizados de sus trampas, los relámpagos las habían destruido; más tarde los habitantes de la Plaza se dieron cuenta que sus amados felinos no estaban en casa, al salir a buscarlos, vieron a cientos de gatos, pequeños y grandes, jóvenes y viejos; bajando por las calles hasta la Plaza, sin embargo, no había rastro de sus mascotas, normalmente se habrían preocupado, pero sabían que los Glock ya no podían atraparlos.

A las diez de la noche, y sin que nadie se diera cuenta hasta días después, todos los habitantes de la Plaza cayeron en un profundo sopor y se quedaron dormidos en minutos; Valeria despertó alrededor de las dos de la mañana y creyó escuchar gritos; Xica y su hermana creyeron oír un coro de maullidos en algún punto de la madrugada, todos los demás creen haber escuchado a alguien pidiendo auxilio en algún punto de la noche.

A la mañana siguiente, los vecinos de la Plaza despertaron tarde y salieron corriendo de sus casas sin notar la manada de gatos que rondaba la Plaza, ni a los enormes felinos que estaban echados alrededor del muro en casa de los Glock; esa noche, los gatos regresaron a sus casas, Alfonso y Venus vieron a los suyos entrar como si no se hubieran ido; Federico y Valeria encontraron a sus mascotas en casa, dormidos como si nada hubiera pasado y sin que ninguno pudiera explicar el extraño comportamiento de los animales.

Al otro día, al salir de casa, las hermanas Martell notaron algo extraño en casa de los Glock y llamaron a su madre, que observó, asustada, una mancha de sangre que salía bajo la entrada del garaje, los vecinos decidieron llamar a la policía, que llegó a la Plaza unos minutos después; los policías forzaron la entrada y empezaron a inspeccionarla, a pesar que los policías estaban acostumbrados a la violencia, no pudieron reprimir el terror que les provocó lo que encontraron en el garaje, dentro del lujoso Mercedes yacían un par de cuerpos descarnados, con la ropa hecha jirones y señales de lucha, el cuerpo frente al volante era Alfred Glock, sus manos cubrían el lugar donde habían estado los ojos; a su lado estaba el cadáver de su esposa, que había logrado proteger su ojo izquierdo, el cual estaba fijado en el vacío.

Los vecinos, que entraron detrás de los policías, salieron aterrados del garaje, los forenses que dictaminaron que los Glock fueron atacados por algún animal salvaje o quizás un gran número de ratas, aunque esta posibilidad se descartó por la abundancia de gatos en la Plaza, las mascotas, soberbias y altivas como la Esfinge, miraron desde los jardines cómo retiraban los cadáveres de la casa.

Fue así como la Plaza de los Tulipanes cambió para siempre, los Glock no tenían parientes, así que los vecinos presentaron una propuesta a la administración, la fama siniestra de la propiedad provocó que la aprobaran y los vecinos pudieron comprar el predio, no les tomó mucho tirar la construcción y construir un parque en el solar.

Semanas después que terminó la construcción del parque y ante los rumores en los medios, la administración solicitó a los habitantes de la Plaza que explicaran su decisión, fue así como los vecinos se presentaron ante la asamblea para contar todo lo que había pasado, en cuanto terminaron, los vecinos, por unanimidad, aprobaron la norma que prohíbe, so pena de denuncia ante las autoridades, una multa y pérdida de la propiedad, maltratar animales, especialmente gatos.

Si ustedes llegan a visitar la famosa Plaza, encontrarán en el Parque Tulipán una fuente coronada por el primer monumento hecho en honor a los gatos, una inscripción en el pedestal dice:

Dedicado a la memora de los animales asesinados y maltratados, esperamos que ninguno siga sufriendo y se termine algún día el abuso contra estos nobles seres.

Atentamente

Los habitantes de la Plaza de los Tulipanes

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