El sol
ilumina la ciudad, la mañana está despejada y tranquila, es fin de semana y
todo corre un poco más lento de lo normal, Jorge despierta y mira a su esposa, Valeria,
que duerme a su lado.
- Buenos
días, mi amor.
La pareja se
levanta, Valeria preparara el desayuno, cuando Jorge sale del cuarto, rompe unos
huevos y un desagradable olor llena la casa.
- ¡Están
podridos!
Jorge hace
el desayuno mientras ella arregla la mesa, un rato después platican sobre sus
planes del día:
- ¿Vas a ir
entonces?
- Si, tengo
que pasar a la oficina, ¿te queda algún lugar de camino?
- No, voy a la imprenta, ¿nos vemos en el café junto al World Trade Center a las 3, guapo?
- Perfecto, amor.
- No, voy a la imprenta, ¿nos vemos en el café junto al World Trade Center a las 3, guapo?
- Perfecto, amor.
Jorge toma
las llaves de su camioneta y sale de la casa, minutos después se dirige a su
oficina, entra por calles estrechas siguiendo un camión con material de
construcción, el conductor está desvelado, no durmió bien y no se dio cuenta
que la carga no está bien asegurada; cuando está a punto de llegar a su oficina
Jorge se orilla a la izquierda.
Frente a él,
el camión frena en el semáforo, la carga se suelta y 300 kilos de material caen
de la caja, el conductor mira aterrado como la camioneta queda destrozada.
Y recupera
los colores cuando la puerta de la camioneta se abre y por ella sale Jorge,
ileso.
A las dos de
la tarde, Jorge sale del Ministerio Público y llama a su esposa para contarle
lo que pasó, toma un taxi para alcanzarla en la cafetería donde quedaron de
verse, cuando llegan a Insurgentes Jorge siente vibrar su celular, al sacarlo
de su bolsillo se cae, el semáforo se pone en verde y él le dice al conductor:
- Párese en
lo que recojo esta porquería, por favor.
El taxista se
detiene mientras un Metrobús sin frenos se pasa el alto y embiste los tres
autos que habían avanzado, provocando un espectacular accidente, Jorge escuchó
a su esposa:
- ¡Oye!, ¡El
accidente salió en las noticias!... ¿mi amor?, ¿por qué no contestas?
Jorge le
cuenta lo que acaba de pasar, varios curiosos rodean el taxi, un policía se
acerca y dice:
- No les
tocaba, señores.
Quince
minutos después de las tres, luego de ser entrevistado por un reportero, Jorge
llega a la cafetería pálido, se sentó junto a su esposa y notó a un tipo
sentado al fondo de la terraza que no dejaba de mirar en todas direcciones,
luego de que Valeria lo abrazara un rato se ofreció para traerle un café, él aceptó
y su mujer entró al local, el reloj dio las cinco de la tarde.
Mientras
ella espera, Jorge no se da cuenta que detrás suyo se detiene un auto negro del
que bajan dos hombres armados con metralletas, al tratar de fumar tira el
cigarro al piso, al recogerlo escucha disparos.
Luego de
acribillar al hombre al fondo de la terraza los sicarios escapan, Valeria grita
y corre hacia la puerta cuando ve lo que pasa, un alma caritativa la detiene,
luego del tiroteo, la mujer corre hacia su esposo, que sigue en el suelo.
- ¡Mi amor!
Él levanta
la cabeza y dice:
- Este tiene
que ser mi día de suerte.
Luego de
declarar ante la policía, dar otra entrevista y pasar un chequeo médico, Jorge
camina del brazo de su esposa, de pronto recuerda que no se tomó el café, ambos
cruzan la calle hacia una cafetería cercana, no se dan cuenta que son las nueve
y el local está cerrando, los empleados los ven cuando están por correr el
cerrojo, uno de ellos dice:
- Ya
cerramos, señor, pero le regalo un café en lata.
- Muchas
gracias.
La joven
abre la puerta del local y los cuatro perciben un olor penetrante.
- ¿No se te
olvidó cerrar el gas, o sí?
Jorge y Valeria
no lo piensan, toman a los dos chicos del brazo, corren unos metros y caen al
suelo cuando se escucha un clic, la explosión destroza los vidrios del
edificio y asusta a toda la gente que pasa por ahí, las cuatro personas que
están más cerca de la explosión salen ilesas.
Esa noche los
esposos miran las luces de la ciudad desde la ventana, abrazados y pensando en lo
que acaba de pasar, Valeria dice:
- Estoy espantada
amor, pareciera que alguien te tiró una maldición o algo así.
- Sabes que eso no existe, si alguien hizo algo sólo tiene efecto si dejo que me sugestione.
- Sabes que eso no existe, si alguien hizo algo sólo tiene efecto si dejo que me sugestione.
Ambos se
quedan abrazados, atrapados en sus pensamientos, hasta que el sueño los vence.
La mañana
siguiente suena el teléfono, después de contestar, Jorge se ve molesto.
- ¿Qué pasó?
- Alguien estuvo en la tumba de mi abuela, los trabajadores quieren ir a revisar.
- Alguien estuvo en la tumba de mi abuela, los trabajadores quieren ir a revisar.
A las seis
de la tarde llegan al Panteón Civil, luego de estacionarse, Jorge y Valeria
notaron una camioneta estacionada detrás de ellos, él la miró para ver de quién
era.
- ¿Qué hace
aquí un programa de TV?
Al entrar en
la administración notaron a los miembros del equipo de investigación del
programa, Jorge habló con el administrador del cementerio.
- ¿Y a ellos
quién los invitó?
- Llegaron
solos, al parecer escucharon sobre usted y entraron al panteón buscando el
mausoleo de su familia, uno de ellos fue quién nos indicó que alguien había
estado allí, hace dos días el velador vio a una persona cerca de la tumba.
- ¿Y cómo
supieron que ese mausoleo pertenece a mi familia?
- Alguien
más les dio esa información, ya sabían dónde buscarlo.
Uno de los
reporteros se acercó y Jorge lo reconoció como la persona que lo había
entrevistado dos veces el día anterior.
- Buenas
tardes, me da gusto verlo.
- Igualmente, señor…
- Alejandro Domínguez, para servirle, espero me pueda conceder unos minutos.
- Que sea rápido, mi esposa y yo no queremos estar mucho tiempo aquí, ¿cómo supo dónde encontrar el mausoleo de mi familia?
- Igualmente, señor…
- Alejandro Domínguez, para servirle, espero me pueda conceder unos minutos.
- Que sea rápido, mi esposa y yo no queremos estar mucho tiempo aquí, ¿cómo supo dónde encontrar el mausoleo de mi familia?
Después de
presenciar la suerte de Jorge el día anterior, Domínguez buscó información
sobre él, así descubrió una página dedicada a la hechicería donde alguien pedía
consejos para lanzar una maldición, el reportero había tenido un golpe de
suerte al encontrar un comentario, casi al final de la página, donde esa
persona le agradecía a otra por los consejos y terminaba diciendo que iría al
Civil para hacer un ritual, Domínguez concluyó que hablaba del Panteón Civil de
Dolores, se había presentado esa mañana e interrogado a los trabajadores sobre
alguna tumba en la que hubiera pasado algo extraño y los empleados lo llevaron
hasta el mausoleo de la Familia Aguirre.
- Primero encontré
huellas que van de la barda hasta el mausoleo, alguien dejó caer algo adentro y
hay señales de que sacó tierra del sepulcro a la derecha.
- ¿Y todo esto qué tiene que ver conmigo?
- Usted es víctima de un trabajo de magia negra o alguna maldición, señor.
- ¿Y todo esto qué tiene que ver conmigo?
- Usted es víctima de un trabajo de magia negra o alguna maldición, señor.
Todos
miraron al hombre que habló, alto, de cabello escaso y facciones duras, que
para algunos delatan al hombre que ha visto muchas cosas y para otros a quien
aparenta saber más de lo que en realidad sabe, Domínguez habló:
- Le
presento al Maestro Arnulfo Cabrera, él es nuestro experto en estos temas.
- Mucho gusto, señor Cabrera, ¿de qué se trata todo esto?
- El elemento de la tierra de panteón nos dice que alguien quiere lanzarle alguna maldición o un hechizo para conjurar su muerte, los accidentes de ayer son la prueba.
- Yo creo que lo de ayer es prueba de la falta de mantenimiento del transporte, la inseguridad y las fallas en algunos locales, amén de mi suerte.
- No fue suerte, no se confunda, fue la voluntad de Dios la que lo tiene aquí sentado con nosotros.
- Mucho gusto, señor Cabrera, ¿de qué se trata todo esto?
- El elemento de la tierra de panteón nos dice que alguien quiere lanzarle alguna maldición o un hechizo para conjurar su muerte, los accidentes de ayer son la prueba.
- Yo creo que lo de ayer es prueba de la falta de mantenimiento del transporte, la inseguridad y las fallas en algunos locales, amén de mi suerte.
- No fue suerte, no se confunda, fue la voluntad de Dios la que lo tiene aquí sentado con nosotros.
Jorge sonrió
y dijo:
- En eso estamos
de acuerdo, razón por la cual no temo a estas cosas, y también es la razón por
la que vamos a ir allá y a retirar lo que sea que esté dentro del mausoleo.
- Sobre eso queríamos hablarle, ¿tendría inconveniente en que los acompañemos?
- ¿Por qué no?, entre más público, mejor el show.
- Sobre eso queríamos hablarle, ¿tendría inconveniente en que los acompañemos?
- ¿Por qué no?, entre más público, mejor el show.
El sol
empezó a meterse, Jorge, que no quería que su esposa se asustara, urgió a todos
a salir de inmediato, no tardó en darse cuenta que los camarógrafos se
retrasaban para que anocheciera, poco antes de las ocho la noche había caído
por completo sobre la ciudad, un Volkswagen con el administrador y dos
empleados, el auto de la pareja, una camioneta y dos motocicletas avanzaron hacia
la zona del cementerio donde estaba el mausoleo, el equipo tardó unos veinte
minutos en prepararse, cerca de las nueve, el grupo caminó la distancia que los
separaba de la tumba.
- El día de
hoy estamos acompañando al joven que ayer sufrió cuatro aparatosos accidentes y
hoy recibió indicios de que quizás le han lanzado alguna maldición…
Jorge dejaba
hablar a los reporteros, iba del brazo de su esposa y acompañado por los
empleados y el administrador, que llevaban linternas, escuchó a Domínguez
advertir a los demás que había una fosa abierta, metros adelante tropezó con
una piedra y avisó a todos que tuvieran cuidado, sentía el miedo de Valeria
mientras caminaban, pensó decirle que se quedara, pero sabía que no había manera
en que lo dejara ir solo.
Mientras el
grupo llegaba al mausoleo, uno de los camarógrafos se acercó a ellos mientras
uno de los empleados iluminaba algo con la linterna, los otros camarógrafos lo
captaron con la visión nocturna, ya que escucharon una explosión de gritos y
miedo detrás de ellos:
- ¡No mames!
- ¡Se ve algo oscuro! ¡Corran!
- ¡Se ve algo oscuro! ¡Corran!
Uno de los
empleados del panteón huyó con el grupo, no antes de que Jorge le quitara la
linterna, cuando el camarógrafo trató de correr lo tomó de la chamarra y lo
obligó a apuntar la cámara hacia adelante, el administrador estaba paralizado y
Valeria temblaba, tenía ganas de correr, pero la decisión en los ojos de su
esposo se lo impidió, Jorge gritó:
- ¡Dime que
ves, cabrón!
La linterna
iluminaba una túnica negra, el camarógrafo, con un miedo terrible, dijo:
- Se ve una
so-sombra negra, tie-tiene los brazos extendidos…
Sin soltar
al camarógrafo y con la linterna por delante, Jorge hizo avanzar al grupo hasta
que iluminaron a una figura envuelta en una túnica, no se veía su rostro y levantaba
un cuchillo, el grupo se detuvo, el camarógrafo lloraba aterrado, el
administrador se puso en guardia y Valeria no quería soltar a Jorge, él le pasó
la linterna y sacó algo de la parte de atrás de su pantalón, mientras los
gritos a su espalda les indicaban que el resto del equipo corría a unirse a
ellos desde una distancia considerable, Jorge dijo:
- Descúbrete
la cara o te vas a arrepentir.
- ¡No!
- ¡No!
El grito los
estremeció, todos dieron un paso hacia atrás, excepto Jorge que avanzó y apuntó
con un revólver:
- ¡Descúbrete
la cara y no vuelvas a gritarme! ¡muestra tu rostro ahora!
Justo cuando
el resto del grupo se les unía, la figura encapuchada se echó hacia atrás, Jorge
jaló el percutor del arma, la persona soltó el cuchillo y levantó las manos.
- ¡Está
bien! ¡no dispares, pinche loco!
El capuchón
de la túnica deja al descubierto el rostro afilado de una mujer alta, cabello
corto, y ojos pequeños que miraron a todo el grupo, Jorge bajó el arma:
- ¡Acá está su
fantasma!, les presento a Mariana, ¡vas a hacer el ridículo en televisión!
Luego de
decir eso arrojó el revólver a la chica, que se dio cuenta que el arma estaba
descargada, la devolvió con ira a Jorge y empezó a soltar insultos:
- ¡Tú eres
el que va a hacer el ridículo! ¿Qué crees que puedes hacer contra lo que te
lancé? ¿Qué puede hacer un imbécil como tú contra fuerzas que no comprende?
El grupo,
caminando hacia Mariana, se había acercado al mausoleo, al darse cuenta, Jorge
dio media vuelta y les ordenó a los empleados:
- ¡Abran el
mausoleo!
- Mire…
- ¡Ábranlo de una vez!
- Mire…
- ¡Ábranlo de una vez!
Temblando
por el miedo, los empleados obedecieron y todos miraron el interior, adentro
estaba la bolsa negra, con la efigie, la gallina y la tierra, había restos de
velas negras y se veía un trazo con tiza, el administrador y los empleados sacaron
las velas y borraron parcialmente la tiza, Jorge les gritó:
- ¡Saquen la
pinche bolsa!, ¿Qué esperan, la navidad?
- Bueno, señor…
- ¡Estúpidos supersticiosos! ¡lo haré yo!
- Bueno, señor…
- ¡Estúpidos supersticiosos! ¡lo haré yo!
Justo cuando
alargaba la mano hacia el paquete, Cabrera gritó:
- ¡No lo
haga! ¡es justo lo que ella quiere! ¡si lo toca podría morir!
- ¿Qué?, ¡no me haga reír!
- ¿Qué?, ¡no me haga reír!
Jorge miró a
Mariana, su sonrisa lo convenció de que lo que decía Cabrera era cierto,
queriendo darle esperanzas, le gritó al administrador:
- ¡Sácalo!
- ¿Qué?, ¡Ni loco!
- ¡Cobarde!
- ¡Mamón!
- ¿Qué dijiste, pendejo?
- ¡Tranquilos!, ¡Si pelean alimentan la mala energía del trabajo!
- ¡Cállese, y usted haga su trabajo!
- ¡Oiga, esto tiene límites!
- ¡No se peleen, por favor!
- Vamos, putito, agarra la bolsa…
- ¡Cállate! ¿quién te crees?…
- ¡CÁLLENSE!
- ¿Qué?, ¡Ni loco!
- ¡Cobarde!
- ¡Mamón!
- ¿Qué dijiste, pendejo?
- ¡Tranquilos!, ¡Si pelean alimentan la mala energía del trabajo!
- ¡Cállese, y usted haga su trabajo!
- ¡Oiga, esto tiene límites!
- ¡No se peleen, por favor!
- Vamos, putito, agarra la bolsa…
- ¡Cállate! ¿quién te crees?…
- ¡CÁLLENSE!
El grito
liberador que Valeria acaba de proferir concentra todas las miradas en ella, la
mujer, aprovechando la distracción, había tomado la bolsa y vaciado el
contenido, allí estaba el fetiche con la foto de Jorge pegada en la cabeza,
confundida y llorando de miedo, murmuró:
- Mi vida.
- Tranquila, yo sé que hacer.
- ¡No lo toque, por favor!
- ¡Sí, tócala, pendejo!
- ¡Cállate, pendeja!
- ¿Esta foto de donde la sacó?
- Es la que se robó de mi cartera, no te espantes.
- Señorita, salga y hacemos el ritual.
- ¡No! ¡vamos a arreglar esto de una vez!
- No lo toques, amor.
- Tranquila, yo sé que hacer.
- ¡No lo toque, por favor!
- ¡Sí, tócala, pendejo!
- ¡Cállate, pendeja!
- ¿Esta foto de donde la sacó?
- Es la que se robó de mi cartera, no te espantes.
- Señorita, salga y hacemos el ritual.
- ¡No! ¡vamos a arreglar esto de una vez!
- No lo toques, amor.
Valeria tomó
la mano de Jorge, evitando que tocara el fetiche, él comprendió que su esposa
estaba aterrada por la posibilidad de que todo fuera real, la tomó por los
hombros y la sacó del mausoleo, evitando que pisara la tierra, las cámaras
captaron cuando la mujer cayó de rodillas frente a la tumba, Jorge sacó su
encendedor y se inclinó:
- Quémalo,
mi vida, si tienes miedo quémalo y todo se acabará.
- ¿Seguro?
- Si, todo lo que le hagas a esa figura le pasará a tu maridito.
- Cállate y no le hables así.
- El ritual...
- ¡No! ¡dejen de sugestionarla! quema esta cosa amor, no pasará nada.
- ¿Y si pasa?
- Ambos sabemos que no, amor.
- Si, todo lo que le hagas a esa figura le pasará a tu maridito.
- Cállate y no le hables así.
- El ritual...
- ¡No! ¡dejen de sugestionarla! quema esta cosa amor, no pasará nada.
- ¿Y si pasa?
- Ambos sabemos que no, amor.
Valeria miró
los ojos de Jorge ignorando todo lo demás, la confianza que vio en su mirada la
convenció, sin pensar en nada prendió el encendedor.
Mariana no
podía creerlo, había sido tan fácil, una sonrisa macabra cruza su rostro,
viendo cómo la flama se acerca más a la efigie, el fuego envolvió la figurilla
y casi de inmediato una llamarada envolvió a Jorge, quien arrojó lejos a su
esposa y corrió calle abajo gritando, la bruja aficionada, enloquecida, corrió
detrás del hombre en llamas, rebasó a los empleados del panteón; a Valeria, que
lloraba y gritaba al borde de la locura; a los camarógrafos; al reportero y a
Cabrera, que miraban impávidos a Jorge correr mientras el fuego lo abrasaba; la
mujer comenzó a gritar:
- ¡Sí! ¿Quién
es el ridículo ahora? ¡no corras! ¡quiero ver cómo te quemas!
Mientras
corría detrás de Jorge tropezó con la misma piedra que él, golpeó el borde de
una lápida y cayó dentro de la fosa que el reportero y su equipo habían evitado;
dentro de la tumba su cabeza se estrelló con una piedra, con una satánica
sonrisa en el rostro, Mariana Vidal exhaló su último suspiro en la tierra
húmeda del Panteón Civil.
Los
camarógrafos estaban aterrados; los empleados y el administrador no podían
creerlo; el reportero miraba, junto con Cabrera, hacia donde Mariana había
corrido; Valeria no soltaba el encendedor, frente a ella, los restos de la
efigie se consumían; nadie se atrevía a hablar, el silencio oprimía a todos con
su peso.
De pronto, Jorge
toma la mano de su esposa y dice:
- Eso sí fue
aterrador.
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