Recuerdo aquella noche como si fuera ayer, todo empezó cuando decidí ir a un bar a paliar el aburrimiento, así que fui al que está en la esquina de Quentin y la Avenida Flatbush, es un bar cualquiera, oscuro sin ser macabro, solitario sin ser siniestro; por aquellos años todos hablaban de los partidos perfectos de los Yankees, Brooklyn estaba de cabeza por los Nets sin saber que iban a desmantelarlos a media campaña.
Billy Block,
el barman, era mi amigo desde los tiempos en que vestía de azul, lo detuve una
noche cerca de Bedford por un asunto de drogas, pero me di cuenta que estaba
ahí por culpa de un amigo suyo así que lo dejé irse, desde ese día los tragos
en aquel bar corrieron por su cuenta.
Luego de
charlar con Billy y seducir a un vodka tonic por demasiado tiempo, la puerta se
abrió y una corriente de aire frío invadió el lugar, un tipo de unos 25 años,
alto, con el cabello revuelto, enfundado en una chamarra azul gastada, botas
negras llenas de polvo, camiseta azul y un pantalón de mezclilla arrugados
entró en el bar, se dirigió de inmediato a la barra y dijo:
- Billy, uno
de lo más fuerte que tengas.
Parecía que
el tipo estaba cargando el peso del mundo sobre los hombros, algo dentro de su
mente necesitaba escapar, por unos minutos fingió concentrarse en el juego de
los Yankees, pero durante los comerciales emitieron un anuncio solicitando
información sobre el paradero de Emma Williams, entonces el muchacho fijó la
mirada en la pantalla, con la boca abierta y el whisky a medio camino entre la
barra y sus labios, sus ojos se llenaron de lágrimas.
- ¿Tiene
hijas?
- Una,
adolescente
- ¿Vive con ella?
- No, está
con su madre en Queens, yo la veo de vez en cuando
- ¿Alguna
vez le habló de Emma?
Por supuesto
que había escuchado sobre ella, cualquier persona con hijos adolescentes sabía
quién era la nueva sensación arrasando la nación, dudo que hubiera una persona en
Estados Unidos que no hubiera escuchado al menos una de sus canciones; una
tarde como todas no llegó a un ensayo y nadie sabía nada de ella, las
autoridades no tenían pistas, no había nota de rescate, carteles con su rostro
plagaban la ciudad, parecía que se había desvanecido de la faz de la tierra. El
joven apuró el vaso y miró a Billy, que estaba ocupado acomodando botellas,
haciendo como si no pudiera oírnos.
- Yo sé
dónde está.
El tipo me
miró, otro whisky esperaba frente a él, yo no di muestras de entender a qué se
refería, sabía que cuando alguien quiere confesar como ese hombre, tienes que
dejarlo hablar a su ritmo, con todas las vueltas que hagan falta, al final,
siempre te dirá la verdad.
Los
culpables son así.
- Todo
empezó con los Yankees, durante la serie contra Boston hace tres meses, mi
padre me regala boletos de temporada en el jardín derecho todos los años y
siempre voy con Matt y Jimmy, ese día, al final de la quinta, los muy imbéciles
empezaron a molestarme por Emma, siempre he sido su fan, ¿sabes?, desde que
estábamos en preparatoria.
Un batazo de
hit que recorrió todo el jardín central lo distrajo.
- Malditos
Yankees, ¿cómo pueden tirar tantos hits por el centro?, mi padre siempre me
regañó por batear hacia esa zona, decía que estaba tratando de presumir: “el
centro es para presumidos, muchacho; los bateadores de verdad van por los
rincones, es la zona más difícil de alcanzar”, creo que todavía se siente
culpable, por eso me sigue enviando los boletos.
Un whisky
más y la confesión comienza a fluir.
- Emma y yo
nos conocimos en preparatoria, Matt y Jimmy no me creen, ¿sabes?, pero yo sé
que es verdad, solíamos conversar en las noches por Instagram, a pesar de los
años, no ha perdido lo que la hace tan especial.
En casa tengo
recortes sobre su carrera, desde sus primeros conciertos hasta el medio tiempo
del Super Bowl; desde su primera canción para una película hasta el Oscar que
ganó el año pasado; cada premio, cada momento de éxito que ha tenido está
guardado entre mis cosas.
Para serte
sincero, creí que se había olvidado de mí, cuando regresé del servicio no me
quedaban amigos y ella ya era una estrella, traté de contactarla, no respondió,
pero tampoco lo tomé mal, yo soy un pobre diablo y ella una brillante estrella,
por supuesto no podía dedicarme tiempo.
Pero todo
cambió esa noche después del partido, Matt y Jimmy me invitaron unas cervezas
cerca del Yankee Stadium, eran como las tres de la mañana cuando llegué a casa,
y en ese momento la escuché por primera vez.
En cuanto
entré supe que algo no estaba bien, el asistente de voz estaba activado, mi
instinto se activó, saqué mi arma y me cubrí detrás del sillón, mientras
pensaba en cómo revisar el lugar la escuché a través de los altavoces de la
casa:
- ¿Eres
tú?
Su voz
sonaba distante, como si llegara de un lugar muy lejano.
- ¿Emma?
- ¡Sí!
¡Dios, cómo extrañaba oír tu voz!
Por un segundo
pensé que estaba loco, era ella, Emma; no importaba que sonara lejana, que su
voz pareciera venir desde una tormenta de arena, que tuviera tonos metálicos; esa
voz me acompañó muchas noches, y la reconocería en cualquier lugar, en
cualquier circunstancia.
- ¿Dónde
estás?
- No me
creerías si te lo dijera
- ¿Estás
bien?
- Desafortunadamente
no, corazón, creo que mi situación actual es definitiva
- ¿Qué
quieres decir?
- Quizás
quieras sentarte para escuchar esto.
Nadie va a creerme,
pero lo que Emma me contó esa noche cambió mi vida, y en particular lo que
pensaba acerca de Mike, su representante, esa noche supe lo que había hecho, lo
que llevaba años haciéndole, y lo que tenía que hacer para arreglar las cosas.
Los minutos
pasan sin sentirlos, Billy sigue actuando como si no pudiera escucharlo, yo lo
miro sin presionarlo, sé que está a punto de soltar la bomba y completar su
confesión, pero pasan los vasos de whisky sin que termine de hablar.
- ¿Y qué
hiciste para arreglarlo, muchacho?
En lugar de
contestarme, siguió con la mirada fija en la pantalla, de pronto, la cadena
detuvo la transmisión del partido para dar una noticia urgente: alguien había
acribillado a Mike Hill cuando salía de un café en Park Row, cerca del
Ayuntamiento, hacía menos de una hora. Sin dejar de mirar la pantalla, el tipo
sacó un .44 Magnum de su chamarra y lo dejó sobre la barra, Billy se quedó
paralizado.
- Puse las
cosas en su lugar; tú entiendes lo que eso significa; ¿me equivoco?
Hasta
entonces me fijé en la tristeza que había en su mirada, él sabía que yo había
sido policía desde que empezó a hablar, era evidente que no pensaba escapar,
así que traté de tranquilizar a Billy:
- Termina de
servir ese trago, nuestro amigo lo va a necesitar.
Lo que
siguió ya lo sabes, la policía llegó al bar minutos después para arrestarlo, él
no se resistió, los detectives y el fiscal pensaron que tenían una condena
segura, pero todo se complicó cuando los medios empezaron a difundir detalles.
Primero, el
asistente de voz en su departamento no servía, ningún reparador o programador
de la compañía que los fabrica pudo hacerlo funcionar, hasta el día de hoy es
sólo un pisapapeles con una historia; después, su abogado defensor, financiado
por los profundos bolsillos de su padre, hizo un excelente trabajo con la
teoría de que sufría alucinaciones provocadas por estrés postraumático.
Pero lo que
terminó sacándolo de la cárcel, aunque sólo haya sido para terminar sus días en
un cómodo alojamiento en un psiquiátrico, es lo que descubrí una semana después
del episodio del bar.
- ¿Me puedes
hacer un favor?
- Claro.
- Emma dijo
que si quería verla de nuevo la esperara el viernes a las 9 en el Paseo
Marítimo del Río Este, bajo el puente Williamsburg, ¿podrías cubrirme?
- Cuenta con
ello.
No esperaba
encontrar nada, un viento helado recorría la ribera, las calles estaban
desiertas, era el primer juego de la Serie Mundial y ahí estaba yo, esperando
bajo el puente a que pasara la hora señalada para al menos alcanzar la parte
baja de la 6ª entrada, el reloj marcaba las 8 con 58 cuando escuché, por encima
del rumor del agua, el inconfundible sonido de una bolsa de plástico raspando
las piedras.
Me acerqué
con cautela, podía ver algo que se movía en el agua sin alejarse, usé mi
linterna para iluminarlo y tuve que llamar a la policía, hubiera tenido
problemas y quizás habría terminado en la lista de sospechosos, pero Billy y
los uniformados que lo detuvieron escucharon lo que me dijo, así que después de
mi declaración me dejaron libre.
Lo que
estaba en el río, y salió a flote a las 9 de la noche de aquel viernes, fue
el cuerpo sin vida de Emma.