domingo, 26 de julio de 2015

Desesperanza

La lluvia azota las montañas, los rayos golpean en la sólida roca y arrancan sonidos que hacen pensar a cualquiera en el fin de los tiempos, la tormenta está en su apogeo, pero eso no implica que la patrulla que ahora ronda la carretera abandone su deber, las luces iluminan el camino, resbaloso y brillante por la lluvia, mientras pasan lentamente a través del bosque, el camino es conocido, pero en condiciones como estas hay que tomar siempre precauciones, pronto, los faros iluminan un cartel que indica la entrada del pueblo: “Esperanza”.

El vehículo oficial avanza con cuidado por la calle principal, deja atrás el almacén, la iglesia y los demás negocios del centro, dobla a la derecha frente al ayuntamiento, y recorre varias casas hasta llegar a la más humilde y pequeña de todas, el jefe de la policía local acaba de terminar su turno, el pueblo, al menos por ahora, está seguro.

Apenas desciende del auto, el oficial alcanza a observar una sombra juguetona que se asoma por las ventanas, segundos después, su hermosa esposa abre la puerta y le sonríe, sus dientes perfectos, su mirada tierna y amorosa, junto con los labios carnosos y la nariz pequeña y espigada, despiertan en él una gran ternura, el policía observa a su mujer por un momento, y la saluda mientras camina hacia la parte trasera del automóvil:

- ¿Qué tal estuvo tu día, amor?, ¿Tranquilo?, ¡espero que así haya sido, porque con este clima parece que las montañas se van a derrumbar!, por cierto, hoy traigo un pequeño regalo para ti.

El oficial abre la cajuela y observa el interior, curiosamente, justo en ese instante lo asalta un pensamiento recurrente, la idea de qué hubiera sido de su vida si no hubiera conocido a su adorable esposa...



Las nubes se espesan, el viento arrecia, el cielo se pinta de negro, haciendo más grandes las sombras que cubren el lugar donde se ocultan, ambos lograron escapar del establo y trataron de obtener ayuda entre los habitantes del poblado cercano, sólo para encontrar que las pocas personas que aún lo habitaban no eran propensas a prestar ayuda a nadie, en medio de la desesperación, cada uno tomó algo que podía servir como arma y decidieron hacer una carga suicida sobre la casa, para ambos es muy obvio, o salvan a los demás o mueren en el intento.

Aprovechando las sombras, y maldiciendo cada rayo que arroja luz sobre sus movimientos, los dos hombres se dirigen hacia la casa, uno va armado con un bate, y el otro con una botella cortada, ambos deciden que lo más estúpido sería cargar por la puerta principal, así que deciden intentarlo por atrás, dan la vuelta a la propiedad, cuidando que la Mujer no los vea.

Después de unos instantes, los hombres alcanzan la puerta trasera de la casa, ambos deciden impulsarse al unísono para derribarla, y sin pensarlo demasiado, corren hacia la casa, golpean la puerta al mismo tiempo y también se dan cuenta que el exceso de fuerza no era necesario, los goznes de la puerta trasera, oxidados por la falta de uso, saltan al impulso de los dos cuerpos sin mucha resistencia, la madera podrida se quiebra al instante y ambos se precipitan escaleras abajo.

Dentro del sótano, la sorpresa da paso al enojo cuando ambos caen e interrumpen lo que pasaba, por una extraña coincidencia, su desesperada carga contra la Mujer dio un extraño resultado, ya que la puerta, en su viaje hacia el fondo de la casa, golpeó a la Mujer, haciendo que tirara el arma que tenía en sus manos, lo cual provocó un feo corte en el brazo derecho de uno de los hombres, pero permitió al otro hacerse con el control del objeto.

En medio de la humedad, sucia y podrida del sótano, estaba a punto de suceder una carnicería, en una mesa del centro, sujeta al mueble por cadenas, yace una mujer que grita desesperada:

- ¡Rápido, libérennos!

Una rápida mirada descubre lo retorcido de la ceremonia interrumpida, los otros cuatro acompañantes de la mujer y los dos hombres, amigos todos desde tiempo atrás, están sujetos a la pared con gruesas cadenas y enormes candados, todos observan horrorizados el centro de la habitación, la Mujer estaba a punto de destazar a la chica que yace en la mesa.

La Mujer se recupera y trata de derribar a uno de los hombres, el que sostiene la sierra eléctrica en las manos, el otro trata de liberar a la chica, tarea que se complica más aún por tener un brazo incapacitado, los demás gritan horrorizados y tratan de escapar sin conseguirlo, aumentando la tensión de la escena.

En la pelea por la sierra eléctrica, la Mujer saca la peor parte, es derribada y observa impotente mientras el chico que la sostiene se acerca lentamente a ella, no pudo apagar la sierra, que era su objetivo, y sabe que el joven la matará sin dudar un instante, a menos que…

Un golpe seco distrae al chico, mientras su amigo logra liberar una de las piernas de la joven que está atada a la mesa, una mirada le basta para reconocer el celular de su novia, la imagen que aparece en el teléfono llama su atención, por uno de esos tontos procesos mentales que todos padecemos alguna vez, el chico olvida el peligro en el que se encuentran todos para concentrarse en la fotografía que no reconoce, al acercarse, con la sierra aún funcionando, se da cuenta de quienes aparecen en la imagen…

- ¿Qué estás esperando, imbécil?, ¡corta a ese espantajo por la mitad!

El joven observa a su amigo asombrado, jamás se hubiera imaginado que él y Diana…

- ¿Estás sordo acaso, idiota?, ¡Acaba con esto de una vez!

Mientras la sierra sigue chirriando, el joven ignora la orden y observa a sus amigos, se da cuenta que todos rehúyen su mirada, y de pronto una idea horrenda llena su cabeza… todos lo sabían.

- ¡Oye estúpido!, ¿Qué esperas, la navidad?, ¡Deshazte de esa enferma y escapemos!

Los gritos de su amigo están rebotando por todo su cerebro, el dolor de saberse traicionado por Diana y Alfonso se confunde horriblemente con la idea de salvarlos a todos de la Mujer, el dolor y el deber debaten en el fondo de sus pensamientos, si tan sólo le dieran un minuto para respirar y meditarlo, sólo un minuto para asimilarlo y continuar, sólo un minuto…

- ¡HAZLO DE UNA VEZ!

Sus ojos, inundados de lágrimas, llenos de rencor y dolor, se topan por un instante con los de la Mujer, por primera vez la mira como lo que es, y se encuentra con una mirada asustada y suplicante, que mira desesperada al chico, la sierra, el celular, a Diana y a Alfonso, todo al mismo tiempo y con una gran desesperanza…

- ¿¡QUÉ ESPERAS?! ¡MÁTALA DE UNA VEZ!

El chico percibe algo en la mirada de la Mujer, desvía la mirada un instante y observa algunas fotografías pegadas a la pared, las de sus amigos y su novia están tachadas con plumón rojo, la de él no; la luz se hace por un instante entre los rugidos de Alfonso, el joven mira a la Mujer y murmura:

- ¿Tú lo sabías?

La Mujer asiente ligeramente, los gritos de Alfonso llenan la habitación:

- ¡MÁTALA!, ¡Haz lo que tienes que hacer, maldito idiota!

Diana y los demás perciben algo en la actitud del chico, algo que los deja helados e impulsa a Diana a decir:

- Alfonso, creo que deberías dejar de gritar…
- ¿Por qué?, ¡Martín la tienen a su merced!

El chirrido de la sierra llena la habitación, todo lo demás está en silencio, antes de que Martín tome la decisión, su cuerpo ya se prepara para la acción, los músculos de sus hombros están tensos, los brazos firmes, las piernas preparadas para impulsarlo, un solo golpe y todo habrá terminado…

Alfonso se acerca a él, susurrando:

- ¿Ya vas a terminar con esto, o tenemos que…?

En un segundo el horror golpea a Alfonso, literalmente, Martín gira ágilmente y hunde profundamente la sierra en el estómago de su amigo, la sangre y la piel empiezan a volar en todas direcciones, Diana y los demás empiezan a gritar horrorizados, Alfonso trata de gritar, de decir algo, pero Martín empuja la sierra hacia arriba, cortando las costillas y los pulmones de su ex amigo, haciendo que una bocanada de sangre sea todo lo que salga de su boca, la sierra se atora, y Martín aplica toda su fuerza para hacerla subir más y más, la vida abandona al pobre diablo antes de que Martín decida que ya cortó lo suficiente, cuando la sierra se atora de nuevo con el hombro de Alfonso.

La sierra sigue chirriando, hiriendo el aire de la habitación, los ojos de los aterrados espectadores ven como el cuerpo destrozado y sin vida de Alfonso cae lentamente al piso, donde empieza a vaciarse como lo haría un animal en un matadero, las miradas lentamente se concentran en Diana, que sigue atada a la mesa, los ojos de la chica suplican piedad a Martín, quien la mira con odio y rencor absolutos, ella al menos tiene tiempo de decir algo:

- Mi amor, Martín, te juro que…

Un veloz movimiento acaba la conversación, Martín encaja la sierra con fuerza en el pecho de Diana, las costillas crujen como madera vieja, la sangre de nuevo sale proyectada hacia las paredes, el techo, hacia la cara de Martín, más trozos de piel se desprenden y salpican a todos con lo que hasta hace unos momentos era el cuerpo de Diana.

Los dientes de la herramienta se hunden con saña en la carne suave y delicada de la mujer, Martín mueve la sierra de lado a lado, haciendo aún más daño al cuerpo tantas veces amado y acariciado, la pobre mujer grita sin descanso, mientras la inclemente sierra se abre camino a través de ella, hasta que un sonido más familiar llena la estancia, la sierra atraviesa el cuerpo de la mujer y penetra la madera, la fuerza de Martín hace que la máquina se hunda en la madera con rapidez y se atasque al golpear el suelo, Diana lanza un chillido agudo de dolor cuando la dentadura mecánica se detiene.

Martín empieza a actuar como un loco, desesperado, trata de hacer funcionar de nuevo la sierra, cada intento fallido hace que Diana grite más y más, los esfuerzos son vanos, y gruesas gotas de sudor empiezan a mezclarse con la sangre que cubre el rostro del chico, un sonido metálico lo toma desprevenido y hace que su pulso se detenga por un instante…

Al voltear, encuentra a la Mujer sosteniendo un enorme machete, pensando que tal vez acaba de cometer el último error de su vida, Martín aferra la sierra con más fuerza, la Mujer no dice nada, solamente camina hacia donde la exhausta Diana dejó caer la cabeza, la chica aún tiene fuerzas para dar un alarido cuando la Mujer corta su cuello sin decir palabra alguna, la sangre cubre el bello rostro de Diana en un instante, sus gritos cesan y el movimiento espasmódico de su cuello va cesando poco a poco, hasta que un chorro del líquido  vital escurre del cabello de Diana hacia el piso, formando un enorme charco que en segundos se encuentra y se mezcla con la sangre que aún emana del cuerpo de Alfonso.

Una forma macabra de estar juntos, piensa Martín, la Mujer lo toma de la mano sin avisar, él se sobresalta pero la mira, ella le pasa el machete y toma un cuchillo de una mesa cercana, ambos voltean hacia los cuatro amigos que restan, y en minutos acaban con el sufrimiento de sus pobres almas…



Al abrirse la cajuela, dos pares de ojos miran aterrados a Martín, cazó a este par de imbéciles en la carretera utilizando el confiable truco de la patrulla, y ahora se los lleva como un regalo a su adorada esposa, para que ambos recuerden juntos el día en que se conocieron; para que Martín nunca olvide el maravilloso día en que su verdadero amor floreció.

Una Mirada

Prólogo

Las luces de cientos de cámaras apuntan hacia su rostro, cientos de micrófonos tratan de recoger sus palabras, decenas de flashes, disparados al mismo tiempo, lo dejan ciego por unos instantes, camina entre la multitud, pero a nadie escucha, sabe que hablan, que le preguntan cosas, pero él se siente incapaz de contestar nada, el rugido de los miles de reporteros reunidos para la ceremonia no llega a sus oídos, lo único que puede escuchar es el latido de su corazón, lento, pausado y ensordecedor, retumbando dentro de su cabeza como un mazo pulverizando piedras, da algunos pasos, se siente mareado, y cuando está a punto de desistir por enésima vez, alcanza a ver a La Estrella, la Diva del Siglo XXI, como acaba de bautizarla un reportero, la actriz más famosa del planeta, la protagonista principal de su más reciente película.

Ahí está, contestando a los reporteros con frases ingeniosas sacadas de su repertorio particular, puede ver los rostros deformados por las carcajadas, los cuales adquieren una forma grotesca gracias al maquillaje y los retoques que tratan de esconder la edad, todos ríen, todos celebran las ocurrencias de Eve, todos caen rendidos por su encanto, todo el maldito y miserable universo ha sido conquistado por ella… por esa cosa.

¿Cómo nombrarla ella, cuando el bien sabe lo que esconde?, ¿Cómo reconocer su humanidad si para él no es misterio que nada tiene de humano?, la desesperación lo hizo caer muy bajo, pero este chiste, diabólico y depravado, está a punto de terminar.

Todo pasa en cámara lenta dentro de su cabeza, el hombre mete la mano derecha dentro de su saco mientras camina decidido hacia su objetivo, algunos notan su actitud decidida y esperan que se produzca alguna escena desagradable a las que los ha acostumbrado, pero nadie espera que, a pocos pasos del sitio donde Eve habla con los reporteros, Michael Knight desenfunde un revólver y lo apunte directo al sitio donde tiene clavada la mirada… la nuca de La Estrella.

Todo pasa en un instante, los reporteros apenas empiezan a gritar, los flashes oportunos capturan las fotografías que serán portada en los diarios del día de mañana, Knight aprieta ligeramente el gatillo del arma, el sensible percutor se dispara, golpea el fondo del casquillo y hace volar la bala a través del cañón, la velocidad considerable y el tamaño del proyectil son irrelevantes, ya que la cabeza de Eve está a menos de quince centímetros de la boca del revólver.

El instante mismo del disparo queda inmortalizado en una fotografía, la única del instante fatal, que se hará famosa en los años venideros, y que será expuesta junto con otras fotos, más antiguas pero igual de impactantes, en todas las exposiciones relativas al fotoperiodismo; cuando el flash se apaga, todo el incidente ha pasado a la Historia, los reporteros comienzan a balbucear, los más inteligentes ganan aplomo y pueden dar la noticia, que a partir de ese momento incendiará todas las redes y se volverá viral en menos de una hora, para cuando el sol vuelva a despuntar, todo el mundo sabrá lo que ha pasado.

Michael Knight, el director de Desesperación, la película del año, asesinó a Eve Knickerbrocker minutos antes de que comenzaran los Oscares.

Para muchos, esto era el inicio de una asombrosa noticia que daría para semanas y semanas de información, Knight sabía, sin embargo, que esto era el final lógico para la historia de Eve Knickerbrocker…

Primer acto

Eran las dos de la mañana cuando sonó el teléfono, Michael sabía por experiencia que es la hora que siempre escogen los artistas para molestar; él mismo se permite considerarse uno de ellos, sin embargo, nunca ha tenido la falta de tacto necesaria para importunar a alguien a esas horas, tarda más de la cuenta en despertarse, malhumorado, estira el brazo para tomar el teléfono, lo descuelga y la persona que está al otro lado del aparato empieza a hablar sin esperar a que responda…

Unos segundos después, pega un brinco y cae de la cama, le acaban de dar la peor noticia que ha escuchado en toda su carrera, ni siquiera sabe qué decir, los gritos de su agente lo sacan del trance, sólo se le ocurre externar con un grito lo que inunda su mente en ese momento:

- ¡¿Cómo diablos dejaste que pasara eso, Bill?!

A la mañana siguiente, todavía malhumorado, Michael toma café mientras observa cómo la noticia de su humillación recorre el mundo de lado a lado, Mila Howard, la actriz principal de su nuevo proyecto, había decidido utilizar la cláusula de salida en su contrato para dejar la película a la mitad, la misma cláusula que el insistió en eliminar y que el agente de Mila logró conservar negociando con los productores, a espaldas de Michael.

No hay nada que hacer, es lo que Bill le había dicho… malditos imbéciles, nunca van a ser capaces de entenderlo, su maldito descuido acaba de tirar su proyecto, el homenaje que tenía planeado no va a completarse, y para Michael ya no existe la opción de empezar de cero; es el último de su especie, y pronto ésta morirá con él.

Michael Knight, el último director de cine tradicionalista, va a culminar su gloriosa carrera con una película incompleta, que tomará su lugar junto al Quijote de Orson Welles y acompañará al Napoleón de Stanley Kubrick en el apartado de las mejores películas que nunca se hicieron… Desesperación no verá la luz, y dejará un vacío permanente.

¿Es que acaso a nadie le importa?, ¿En serio están tan absorbidos por el vacío que prefieren cazar fantasmas a tener algo real?, ¿La humanidad ya cayó tan bajo como para hacer de la perversión del arte la norma?, ¿Les importa esto, de todos modos?, ¿Alcanzan a entender la diferencia entre la película hecha con actores reales, y las fantasías generadas por computadora que ahora todos aman?

Ya nadie hace cine como es debido, todo lo que se escribe, lo que quiere contarse, se procesa por medio de computadoras, ellas son las que se encargan de dar “vida” a todos los proyectos actuales, ya no son necesarias las locaciones, el vestuario, las luces, los técnicos… tampoco es necesaria la cámara, y mucho menos los actores, se ha refinado tanto esta tecnología, que la gente no distingue entre un programa de computadora y la realidad filtrada a través de una cámara de cine.

Con los años, incluso el oficio de director dejó de ser fundamental en la película, ahora son más editores que otra cosa, las tomas salen a la primera, todo es perfecto desde el principio, hoy sólo es necesario tomar las piezas generadas por las máquinas y armar el rompecabezas… corren rumores, cada vez más certeros, de que algunos incluso acomodan las piezas de acuerdo a lo que la máquina dicta.

Hace muchos años, esto hubiera sido una aberración, y sin embargo, empezó a hacerse más y más común, hasta que un grupo de disidentes, de los que Knight era el último superviviente, había decidido ir contra la norma y seguir haciendo todo como los grandes, sin importar el esfuerzo, el trabajo infernal y el dinero que fuera necesario.

¡Ah, y las cosas que lograron hacer!, revivir las glorias de Hitchcock, Kubrick, Tarantino, Aronofsky, Anderson, Von Trier y una larguísima lista de grandes hombres que dedicaron su vida a plasmar sus sueños, sus obsesiones, sus demonios y hasta sus pesadillas, para que todos participaran de ellas.

Pero el tiempo es omnipotente y con el paso de los años, uno por uno, los miembros de este grupo de nostálgicos fueron cayendo, fuera por retiro, enfermedad, muerte o cansancio, el exclusivo club de tradicionalistas fue disminuyendo más y más, hasta que Knight fue el último de sus apóstoles, el único que jamás había cedido al avance imparable de la perfección, a diferencia de varios de sus compañeros.

El jamás había utilizado la tecnología para suplir al alma, y nunca lo haría.

Segundo Acto

Michael lleva horas mirando estúpidamente el vaso que tiene frente a él, el bar está semivacío y los pocos parroquianos que quedan lo ignoran abiertamente, el mundo entero lo rechaza, no por desprecio hacia él o su trabajo, sino hacia el aura de humillación que desprende, sin que ninguno de los presentes lo sepa, la vida de Knight está a punto de cambiar.

La puerta se abre, algunos observan a un hombre alto, vestido con un traje azul impecable, que observa a todos los presentes hasta fijar la vista al fondo de la barra, donde Michael bebe sin consuelo, decidido, el hombre de azul camina hasta él, toma asiento a su lado, y empieza a hablar sin que nadie se lo pida.

- ¿Mr. Knight?

Michael lo observa por un segundo y se refugia de nuevo en el fondo del vaso que tiene frente a él, murmura:

- ¿Quién quiere saber?
- Mi nombre es Maximilian Berg, y tengo una propuesta para usted de parte de un cliente muy importante.
- ¿A sí?, ¿Y puedo saber quién es ese hombre tan importante que no pudo venir en persona?
- Con gusto le diré su nombre, Mr. Knight, aunque estoy seguro que no le dirá nada; mi cliente es Walter H. Collins, y él desea ofrecerle su ayuda para salir del problema en que está metido.
- ¿Walter H. Collins?, ¿Quién es él y qué interés tiene en ayudar a un paria como yo?
- Una cosa a la vez, Mr. Knight, permítame hablar con usted en un lugar más privado, y terminaré con todas sus dudas… ¿Acepta hablar con nosotros?

Michael no sabe que decir, pero sabe perfectamente que no tiene nada que perder, y sería imposible que las cosas empeoraran.

- ¿Por qué no?, súmense a la fiesta y tomen lo que quieran, estamos de oferta hoy.

Tercer Acto

- Muy bien Mr. Knight, ¿Qué le parece?

Michael está asombrado, Berg acaba de poner ante sus ojos la solución de todos sus problemas, está ahí, mirándolo con esos ojos extraños, él sabe que están vacíos, carecen de alma o de sustancia, pero esta sombra, por primera vez en la vida de Knight, tiene algo dentro de ella que no es posible definir, y que la distingue de todas las que ha visto hasta ahora.

- ¡No es posible!, ¿cómo lograron hacerlo?
- Ya se lo dije, Mr. Collins es un tipo extraordinariamente talentoso, ahora que está por culminar el proyecto de su vida, quiere una prueba de que su esfuerzo valió la pena, ha seguido sus instrucciones al pie de la letra, y por su reacción, puedo ver que Mr. Collins estará más que satisfecho con el resultado.

Michael no puede creerlo, lo que sus ojos registran no es lo que su mente conoce, y el conflicto lo deja a la deriva, sin pensar mucho en esto, dice:

- ¿Puede dejarme a solas un momento con ella?
- Por supuesto – contesta Berg – si quiere hablarle, sólo diga su nombre: Eve.

Una vez que todos habían salido, Michael rodea a la creación magna de Walter Collins, se maravilla con el rostro magnífico, las proporciones ideales y la sensación de calma y tranquilidad que transmite, sin embargo, lo que más roba su atención son los ojos, y esa misteriosa energía que irradia de ellos…

- ¿Eve?
- ¿Si?
- Hola, yo soy…
- … Michael Knight, tu eres el famoso director de cine, ¿no es así?
- Yo no diría que famoso…
- ¿Qué?, ¡Pero claro que lo eres!, tu talento y lo que has logrado hasta ahora pasará a la Historia, ¿para qué la modestia, entonces?

Eve se veía tan agradable, tan real, tan verdadera como cualquier cosa que Michael hubiera hecho en su vida, fue en ese momento que lo supo, la Revelación golpeó su mente y ya no lo dejó tranquilo.

Epílogo

Por supuesto que Michael Knight nunca enfrentó acusación o juicio alguno por lo que hizo aquella noche, la ceremonia de los Oscares se llevó a cabo como estaba planeado, los votos ya no podían ser cambiados a raíz del incidente, y justo como se esperaba, Desesperación se llevó los premios más importantes, los rumores señalan que sólo uno de los sobres que fueron abiertos esa noche era diferente al resto, el cambio de última hora obedeció, dicen, al disparo que recibió Eve Knickerbrocker, se dice que la Academia no iba a permitir que el premio fuera para ella a raíz de lo que se reveló esa noche.

Michael recibió el premio a mejor director y se convirtió en el último tradicionalista en ganar el premio, no estuvo presente para recibirlo, y le fue entregado al día siguiente, cuando salía de la oficina del Sheriff del condado de Los Ángeles, Knight colocó el premio en su repisa al llegar a casa, y acto seguido se sentó frente a su vieja computadora, y redactó la última declaración de su carrera:

… la decisión la tomé el día en que me presentaron a Eve, Mr. Berg asegura que Walter Collins solamente siguió mis instrucciones, pero Mr. Collins logró imprimir algo en la mirada de Eve que me convenció de dos cosas: primero, el grado de perfección que había en ella era inalcanzable para el resto de nosotros; segundo, ella era la demostración final de lo bajo que ha caído la sociedad, perseguimos tantas sombras que dejamos de apreciar lo real, y ahora incluso logramos falsificarlo, eso hace que mi oficio se vuela irrelevante, siendo su objeto principal la creación de realidades alternas que parezcan reales, aun cuando son falsas.

¡Felicidades a todos!, ahora tienen sombras y fantasmas a los que pueden abrazar y llamar “reales”, eso es a lo que su mediocridad e ignorancia los ha llevado, el único consuelo que me llevo, aparte de haber culminado mi obra final, es saber que, cuando las sombras cubran la Tierra, la de Eve Knickerbrocker no estará entre ellas.

Ese maldito androide regresó al lugar de donde Collins lo hizo surgir, e imagino que nunca volverán a ver algo parecido, espero de todo corazón, que así sea.

Atentamente
Michael Knight”.


El Discurso

El hombre en el estrado clava la mirada en el fondo del auditorio, siente como el sudor empieza a correr por su frente, no es debido a lo que acaba de ver, sino a que las luces hacen que el calor se concentre en donde está parado; a su lado está el premio que acaba de recibir, el hombre se da un respiro, toma un trago de agua y aclara su garganta, la audiencia está en silencio, expectante.

- ¡Wow! ¡No sé qué decir, de verdad!, todos han sido muy amables al darme este premio, el cual, debo decir, no merezco en realidad… sé que muchos de ustedes me admiran por la obra que hemos llevado a cabo en esta ciudad, sé que me consideran una especie de héroe, de benefactor, de santo, inclusive… debo decir que eso me abruma, no es necesario que les diga de nuevo lo que eso me hace sentir, muchos de ustedes se han acercado a mí para expresar todo esto, y les he hablado muchas veces de cómo me siento cuando los escucho hablar de esa manera.

¿Qué les puedo decir?, durante más de 15 años hemos estado juntos, trabajando por este proyecto, esforzándonos cada día por hacerlo más y más grande, y ayudar a más y más personas… muchos de ustedes han dado más de lo que cualquiera puede pedir, ayuda, apoyo, tiempo, dinero, esfuerzo… todo en un gran impulso para mi causa (nuestra causa ahora), la cual han hecho crecer más allá de mis sueños más ambiciosos… ¿Quieren saber cómo me hace sentir eso precisamente hoy, que recibo este premio?

La audiencia murmura un callado “Sí”

- Eso pensé… justo hoy, recibir este premio y verlos a todos aquí, ver sus rostros, su ilusión, sus miradas cargadas de esperanza… ¿saben qué me inspira?...

El auditorio completo guarda silencio expectante, el Filántropo del Año está por terminar su discurso, y está por hacerlo de una forma que resultará inolvidable para todos los que lo escuchan:

- Me inspira. El más completo. Y absoluto. DESPRECIO.

Todos los asistentes se miran asombrados, nadie puede creer lo que acaban de escuchar, por un momento, todos piensan que es una especie de broma, así que unas curiosas sonrisas estúpidas adornan sus rostros, el hombre pasea la mirada lentamente por el salón, clavando los ojos en todos y cada uno de los presentes, sabe que se niegan a aceptar lo que escucharon, de modo que tiene que continuar:

- Todos ustedes son personas patéticas, débiles y despreciables… cada día de los últimos 15 años he tenido que esforzarme más allá de lo que sus pequeñas y pusilánimes mentes pueden imaginar, he tenido que aguantar las ganas de gritar, de destrozarlos, de borrar de sus estúpidas e insulsas caras esas mediocres sonrisas que las adornan.

Todo el día, todos los días, he tenido que resistir el impulso de partirlos por la mitad y eliminarlos, he resistido la tentación de darles una pequeña probada del mundo real, de hacerlos pedazos y enseñarles, en el último glorioso instante, sus corazones arrancados de sus pechos, justo antes de que dejen de latir, para así mostrarles el horror que adorna la vida REAL.

Pero durante estos 15 años he resistido esa tentación, y déjenme decirles: ¡ha sido un esfuerzo heroico!, todo el día, todos los días, he tenido que luchar contra mis instintos y contra mi naturaleza; pero ahora que lo saben, tengo que decirles porqué lo soporté, y porqué valió la pena aguantarlo; los conozco bien, y sé que seguro están pensando: “debe estar loco”, pero una vez que sepan lo que he hecho, y les aseguro que lo sabrán, a detalle, más pronto de lo que imaginan, recibirán por fin, eso que tanto anhelé darles… un gran platón de realidad, una cubeta de agua helada de terror y asco que recorrerá sus espaldas por años y años.

Los hombres que están al fondo del salón, a los que pueden ver si deciden voltear hacia allá, son miembros de un grupo especial de investigación de la Policía Metropolitana; el hombre que está en medio del grupo, aquél que no me quita la mirada de encima, es el Inspector González, él les dirá, una vez que esto haya terminado, todo lo que he hecho, todos los horrores que he desatado, y todos los productos infernales que salieron de este cerebro enfermo.

Pero antes de llegar a eso, quiero darles un último regalo, mi último presente, mi testamento, si quieren llamarlo así: la culminación de una magna obra que me ha tomado 15 años montar, y que hoy se representa por única ocasión… sólo para ustedes.

Este último detalle se los confirmará la Policía, si es que no me lo creen, claro; sé que en este momento están repasando frenéticamente los últimos 15 años de sus vidas, buscando desesperados indicios que les digan que todo esto es una broma macabra… pero para este momento ya se dieron cuenta, los indicios que sus mentes les dan no apoyan la idea de la broma, más bien confirma lo que están escuchando.

¿Están listos? ¿De verdad?, vamos, un par de segundos más de reflexión… ¿Ya? ¿Listos para escucharlo?... muy bien, aquí va: la fundación, esta obra magna por la que me han dado premios, me han elogiado, me han elevado a alturas increíbles y me han dado su confianza durante todos estos años, es un fraude… no un fraude sencillo, claro que no; el punto nunca fue obtener dinero, o favores políticos, o el aprecio de sus vacuas mentes… No, no, no, el objetivo final fue obtener carne fresca, víctimas que alimentaran mis necesidades, animales para sacrificar en el matadero.

¡Así es! ¡Ahora lo saben! ¡El dinero, la ayuda, el esfuerzo, todo ha servido para alimentar una enorme trituradora de carne!, ¡Y TODOS SON CULPABLES! ¿Creyeron que lavaban sus culpas de ese modo?, ¿Pensaron que su tan llamada “ayuda” limpiaba todos sus pecados?, pues les tengo noticias: ¡Sus pecados sólo aumentaron gracias a mí!

El silencio, expectante unos cuantos minutos antes, ahora cae como una losa sobre las cabezas de todos los presentes, sus mentes, ahora lo sabe el hombre en el estrado, empiezan a torturarlos, y seguirán haciéndolo por muchos años más.

- La obra está completa… en fin, no me queda más que decirles, salvo, tal vez, que me recuerden siempre que puedan, y algo me dice que lo harán por mucho, mucho tiempo; nada me queda, pues, más que agradecerles por todo su apoyo y ayuda para culminar mi magna obra, y despedirme de ustedes con un gran final, digno de este extraordinario esfuerzo que hemos protagonizado juntos.


Sin que nadie tenga tiempo de reaccionar, el hombre en el estrado levanta el brazo derecho, que estaba oculto, en su mano hay un revólver de gran calibre, el Inspector González corre hacia el escenario pero ya es tarde, ágilmente, el hombre apunta el revólver a su sien y dispara.