lunes, 1 de abril de 2013

La Revuelta


El sujeto se levanta del piso, todos los rehenes en el banco, que hace media hora eran sólo clientes, observan atentos la escena, todos los demás ladrones le apuntan a la chica, pero ella tiene en la mira al jefe de la banda, desarmado e indefenso, todos contienen el aliento cuando la chica jala el gatillo…

Y nada pasa, del arma no sale nada, ni una bala, ni una detonación, vamos, ni siquiera chispas; la mujer baja el inservible revólver y dice:

- ¿De modo que así termina todo?
- ¿No esperabas que fuera de otro modo o sí?
- Bueno, tú sabes… por un segundo pensé que sí.
- Ilusa…
- ¿Lo vas a hacer ahora?
- No veo porqué no, ¿tú si?
- Me da igual, francamente.
- Eso pensé…

El sujeto camina hacia atrás sin darle la espalda a la chica, estira la mano hacia la otra mujer que está detrás de él, ella lleva el arma de repuesto en su bolsillo, mientras se acerca, dice:

- Debiste ser más cuidadosa, este tipo de cosas le vuelan la cabeza a cualquiera…

La chica no deja de sonreírle, entre frustrada y sarcástica, por un segundo el tipo se pone nervioso, ¿tendrá algún as bajo la manga?, no parece posible; para poder vencerlo en estos momentos, ella tendría que haber logrado convencer a su banda de traicionarlo, y cuando menos Marla está de su lado, su amante jamás lo traicionaría… ¿Tal vez el Comandante González?, no, tampoco es probable; el policía es leal al dinero, y él le da a ganar millones, además, si quiere escapar con vida de esta, tendría que eliminarlo de alguna manera… ¿pero porqué sigue sonriendo?... seguramente es la rabia del perdedor expresada en una sonrisa, aunque…

Años antes, esos dos pares de ojos que ahora se encuentran con odio y desprecio, se encontraban embebidos del amor que parecía brotar de sus miradas, ella, la chica más guapa de cuantas había poseído; él, un estereotipo galante y peligroso; ella, que creyó estar enamorada eternamente de aquél hombre; él, que creyó que esa mujer era la indicada, la que le haría sentar cabeza y dejar la vida que hasta ese entonces llevaba; ambos, lo bastante jóvenes e ingenuos como para no saber del lío en que se estaban metiendo…

¿Quizás convenció a Miguel?... no parece posible, claro que Miguel está muy resentido desde el castigo que le fue impuesto por retar su autoridad, un soplo del Comandante González y el buen Mike se pasó una temporada en los sótanos de la policía, donde el propio comandante le demostró quiénes tienen el poder… ahora Miguel era el más fiel de todos los perros, así que no parecía posible… ¿pero porqué sigue sonriendo?... ¿no se da cuenta que va a morir?... ¿qué ya perdió todo?... ¿de qué se ríe?...

- Entonces, ¿cuento con ustedes?
- Claro que cuentas con nosotros, siempre y cuando respetemos lo acordado…
- ¡Raúl!...
- Es broma, es broma… tú tranquila, pequeña, Isabel y yo cuidaremos de ti, no te preocupes.
- Así es… lo que te hizo ese bastardo no tiene nombre, y debe pagar por ello…
- …Y pagará, mi amor, pagará… ¿cierto, pequeña?

…El hombre se acerca a la mujer, mientras mira sonreír a la chica, ya sabe que no tiene ninguna sorpresa bajo la manga, y mientras estira la mano hacia Isabel, le dice:

- Debiste ser más cuidadosa, pequeña, este tipo de cosas le vuelan la cabeza a cualquiera…

Sin dejar de voltear a ver la sonrisa monalística de su ex novia, el ex caballero galante escucha claramente el percutor de un arma, voltea y descubre que en lugar de tenderle la pistola de repuesto, Isabel le apunta con un arma cargada al rostro, el pobre imbécil sólo puede mirar estúpidamente asombrado el cañón del revólver, mientras escucha a Isabel decir…

- …Ten cuidado con la cabeza, entonces.

Sin mayor trámite, Isabel le dispara al hombre en la cabeza, en cuanto Marla se da cuenta, lanza un grito desesperado:

- ¡No! ¡Maldita!...

Y deja de apuntarle a la ex de su chico para matar a Isabel, Raúl, plenamente consciente de esto y más rápido que Marla, descarga dos veces su escopeta sobre la chica antes de que ésta logre dispararle a Isabel, el cuerpo sin vida de Marla sale proyectado hacia atrás y golpea violentamente un escritorio, para después caer al piso de forma espectacular…

Miguel, que lo ha visto todo, deja de apuntarle a la pequeña para matar a Raúl y a Isabel, apunta la metralleta hacia ellos y jala el gatillo…

Otra vez todos en el banco quedan asombrados, no pasa nada, del arma de Miguel no sale una sola bala, él queda estupefacto, hasta que ve a Isabel mostrarle el cargador de la metralleta…

- Se lo quité antes de que entráramos, corazón…
- ¿Qué? ¿Por qué lo hiciste, estúpida?
- Porque sabíamos que actuarías así, tu primera reacción sería dispararnos, y eso arruinaría los planes…
- ¿Cuáles planes? ¿Asesinar al jefe para después ser acribillados por González?
- No, corazón, esa no es la idea, González también tiene que morir, y lo sabes…
- ¿Qué?...
- Deja de hacerte el tonto, Mike, sabes lo que el jefe, Marla y el Comandante le hicieron a la pequeña… y también sabes que se merecían esto…

Miguel baja el arma, sabe perfectamente que el argumento de Isabel y Raúl es verdad, mira hacia fuera y ve, entre todas las luces, las patrullas y los policías, a González dirigiendo el operativo, si tuviera sus armas… y balas, él mismo se ofrecería a darle al Comandante González su paga de marcha…

- ¿Mike?

La voz de la pequeña lo sobresalta, Miguel la mira y se da cuenta que ella, Raúl e Isabel van a escapar con el dinero, todos lo miran mientras la chica le pregunta:

- ¿Quieres venir con nosotros?
- Me encantaría preciosa, pero ese cabrón va a cazarnos como si fuéramos perros, además, me encantaría cobrarme la que me debe… total, a esos pendejos no se las puedo cobrar ya, ¿o sí, pequeña?

La chica lo abraza tiernamente y le da un beso en la mejilla, Miguel sonríe algo melancólico, mientras piensa en las torturas que le esperan en los sótanos del Comandante, es mejor si no sabe a dónde van los demás…

De pronto, un ruido lo sobresalta, la pequeña acaba de poner su otra arma junto a él, Miguel observa como si no comprendiera, pero cuando Isabel le arroja dos cargadores antes de salir con los demás, entiende perfectamente el mensaje, sonríe, carga las dos metralletas, les quita los seguros, las prepara a conciencia, camina entre todos los rehenes que lo miran asombrados, toma su saco de un perchero al fondo de la sucursal y le dice al gerente, que está agazapado junto a él…

- Escúchame bien, ¿hay algún lugar aquí dentro que resista una balacera?
- Sí, la bóveda al fondo y el muro frente a las cajas…

Miguel se da por satisfecho y ordena a los clientes:

- ¡Muchachos! ¡Salgan de sus escondites y métanse en la bóveda y en donde están las cajas! Esos pendejos de la policía son capaces de disparar hacia acá cuando salga, estén tranquilos, todo terminará en unos momentos…

Luego de eso, y mientras todos los presentes corren a esconderse, Miguel saca un par de lentes de sol del bolsillo interior del saco, se los pone y camina hacia la entrada, por primera vez desde que empezó el desmadre le presta atención a las idioteces que dice el Comandante por el altavoz:

- ¡Dejen salir a todos los rehenes! ¡Salgan con los brazos en alto y no les pasará nada! ¡Dejen todas sus armas en la sucursal y no lastimen a nadie!...
- Que tipo más idiota, cómo si eso fuera a resolver esta situación…

Miguel sale de la sucursal, las luces de los helicópteros le apuntan, camina con ambas metralletas en las manos, apuntando al suelo, baja un par de escalones y escucha:

- ¡Tira las armas!

La voz que escuchó no es de González, de modo que la ignora y grita:

- ¡Comandante González!

Entre las luces ve una sombra que se yergue; así que ahí estás, pendejo.

- ¿Qué quieres? ¿Dónde está el jefe?

Miguel sonríe, y sabiendo perfectamente que el Comandante González no saldrá con vida de ésta, grita:

- ¡La pequeña te manda sus saludos!

El Comandante abre fuego contra Miguel, alcanza a herirlo, pero no antes de que jale el gatillo de sus armas consentidas y desate una lluvia de balas que cae sobre González y los policías que lo acompañan, todos abren fuego sin poder evitar que Miguel barra con las ráfagas a todos los policías del escuadrón de González; el Comandante está herido de muerte, pero todavía sigue disparando, sus balas hieren a Miguel mortalmente, pero no deja de disparar hasta que cae muerto y rueda escaleras abajo, el ladrón y el Comandante están muertos, y la deuda está saldada…

…Y bien hizo Miguel en esconder a los rehenes, ya que la sucursal fue destrozada durante la balacera, nadie salió herido de ahí, pero el Comandante González y su grupo especial fallecieron en el violento encuentro final, dentro de la sucursal hallaron los cuerpos sin vida de Marla y el jefe; el superior de González no se puede explicar todavía que demonios pasó ahí dentro, tampoco sabe nada sobre los 150 millones que desaparecieron de la sucursal, y mucho menos ha podido averiguar el paradero de los demás ladrones…

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