martes, 23 de octubre de 2012

La Luz en sus ojos (Halloween Special)

Manuel se levanta, su despertador, exacto como siempre, lo saca de la cama a las seis de la mañana, el joven inicia su rutina, arregla la cama, entra al baño, se baña, se prepara el desayuno, come y después se viste, el traje, perfectamente colgado en el armario; la camisa blanca, impecable, cuelga junto al traje; la corbata está extendida sobre la cama recién hecha, junto al cinturón; los zapatos, perfectamente pulidos y relucientes, una vez que comprueba que todo está en su lugar, Manuel toma el reloj, se lo pone, después toma el celular y la cartera, los coloca en sus respectivos bolsillos, toma las llaves de la casa, toma su maleta y sale del departamento, echa los ocho cerrojos y guarda las llaves, camina hacia el elevador y saca las llaves del coche mientras baja al sótano, sale del elevador y aborda su auto, en el momento en que la pluma se levanta para dejarlo pasar, a la salida del condominio, han pasado exactamente cincuenta y cinco minutos desde que se levantó, es tan exacto, tan obsesivo, que el policía que cuida la entrada tiene su reloj ajustado en base a la rutina del joven…

En la oficina, Manuel es el encargado de atender al público que acude al lugar a realizar algún tipo de trámite, revisa sus documentos y les indica lo que tienen que hacer, no pocas veces alguno de ellos ha perdido la paciencia, y la ha tomado contra el muchacho, la razón por la que sus jefes lo mantienen en ese puesto es que jamás ha perdido la calma, y con toda amabilidad ha logrado controlar a los clientes más ariscos que acuden a la oficina…

Todos los días, exactamente a las 14:05 horas, Manuel sale de la oficina a comer, nunca come con sus compañeros de trabajo, que lo tienen por un colega amable, pero reservado, él prefiere llevar algún refrigerio que preparó la noche anterior, y lo toma en la misma banca en el parque todos los días, observa a los niños que juegan después de haber salido de clases, las madres de muchos de esos chicos lo saludan, en más de una ocasión ha llevado dulces para compartir con los pequeños, y es muy amable con ellos, aunque los chiquillos no suelen acercarse mucho, si le sonríen, y lo tienen por alguien amable y simpático, cuando Manuel termina su refrigerio, fuma un par de cigarrillos y luego saborea unas pastillas refrescantes, es también justo la hora en que los alumnos de la preparatoria que está frente al parque salen de clases, Manuel observa atentamente a todos los muchachos, las chicas siempre llaman poderosamente su atención, muchas le sonríen coquetas sólo por jugar, él devuelve la sonrisa e inmediatamente fija su mirada en algún otro punto, las chicas y chicos lo consideran algo extraño, pero inofensivo…

A las 16:05 exactas regresa a la oficina (Manuel es tan exacto, tan obsesivo, que el policía que cuida la entrada del edificio tiene su reloj ajustado a la hora de llegada del joven) durante las siguientes dos horas el joven se dedica a revisar los trámites que se recibieron, los clasifica y los turna con una eficiencia pasmosa, los jefes al principio temían que reclamara un ascenso, pero luego se dieron cuenta que el chico era paciente, y no tenía prisa por subir, por lo que era muy apreciado en la oficina…

Con la misma exactitud rutinaria del día a día, Manuel sale de la oficina a las 18:05, sube a su auto y regresa a casa, el trayecto elegido siempre es el mismo, el tiempo empleado siempre es igual, le tomó mucho tiempo encontrar una ruta que siempre fuera igual, pero al final lo había logrado, al principio, como cualquier obsesivo, sufría con los horarios variables que el tráfico le imponía, ahora sabía perfectamente el tiempo que empleaba en regresar, de modo que podía calcular el tiempo libre del que disponía sin dificultad, eso era fundamental para él, nada importaba más que saber en qué y cómo se emplea el tiempo, controlar el tiempo, controlar todo, eso era (es) lo más importante…

El reloj marca las 19:00 horas cuando Manuel regresa a casa, se cambia de ropa, cuelga a la perfección el traje, la corbata y el cinturón, deja los zapatos en su lugar, dobla su camisa y la coloca en el cesto de la ropa sucia, arregla su ropa para el día siguiente, prepara el refrigerio que tomará al día siguiente en el parque y cena en el comedor, mientras escucha música (el nunca ve la televisión), este día, al sentarse, mira hacia el frente, y empieza a hablar…

- Fue un largo día hoy, vinieron un par de clientes muy molestos, por suerte no fueron difíciles de controlar, un par de idiotas llevaron sus expedientes sin fotografía, ¿puedes creerlo?, a veces me aterra lo desorganizada que es la gente, otro tipo, por ejemplo, antes de cerrar la ventanilla, llegó sin los talones de pago, ¿te imaginas?, ¡Solicitar un trámite y no pagarlo!, es de locos, realmente…¿Cómo estuvo tu día?... ¿Bien?, ¡Me alegro!, no sabes cuánto te envidio… tú si puedes ver las estrellas a toda hora, lo único bueno es que esa luz, la luz de las estrellas, se refleja en tus ojos, y es lo único bello que vale la pena en este mundo… hoy vi dos chicas que me coquetearon al salir de clases, las chicas de hoy creen ser muy aventadas, obviamente estaban jugando, pero ya sabes, son muy inocentes para saber lo que es realmente la vida… por cierto, esos dos niños, Mario y Mariana, vinieron otra vez a que les diera dulces, les platiqué de ti y no lo creen… ¿Qué curiosos son los niños, no crees? Les dije que si se portaban bien, podría darles una fotografía de la luz que hay en tus ojos, espero que así me crean, muy curiosos esos niñitos… ¿Dices que sería demasiado? ¿Por qué? Tienen que saber que la vida tiene momentos mágicos y cosas bellas, ¿Qué tendría de malo que vieran tus ojos?... bueno, quizás tengas razón, no todos comprenden la belleza que ahora habita en ti, no todo mundo está preparado para ese milagroso brillo…

El chico termina su cena, dobla la servilleta y la coloca sobre el plato y cruza los cubiertos encima, mientras termina de masticar, fija la mirada en la persona con quién ha estado platicando...

Solo que no hay ninguna persona, lo que hay es el cadáver de una mujer de la misma edad de Manuel, de cabello largo, abundante y negro, que fue cortado después de la muerte de la chica por él para crear un fleco que se corta justo sobre los ojos, exacto como si hubiera sido hecho con un escalpelo; el cadáver está amarrado a la silla, vestido de negro, con un vestido largo, elegante; los ojos del cadáver están en el congelador del refrigerador de Manuel, en su lugar hay dos cristales que reflejan el brillo de la lámpara de la cocina, el cuerpo tiene casi un mes en aquél lugar…

- ¿Sabes?, Últimamente he notado que la luz en tus ojos ha menguado, quizás sea momento de que te renueves, mi amor…

Los cristales reflejan la macabra sonrisa del asesino, que mira tiernamente los cristales, los “ojos” de su amada, captando cada brillo, cada destello de esa hermosa luz que ilumina su mirada, no puede dejar que ese resplandor desaparezca… no puede permitir que se extinga… no puede permitirlo... no debe dejar que se termine… jamás…

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