martes, 23 de octubre de 2012

El Valor de la Vida (Halloween Special)

Juan Manuel sale de su oficia, está atardeciendo en la Ciudad de México y el sol acaricia los edificios de oficinas de la transitada avenida, los coches, que durante el día recorren el infatigable río de asfalto y los puentes que se encuentran nueve pisos debajo de la oficina del joven, ahora se encuentran totalmente parados, haciendo ver toda la zona como un gigantesco estacionamiento, afortunadamente, el oficinista sólo tiene que caminar unas cuantas cuadras para alcanzar la estación del metro más cercana, y así poder llegar con más rapidez a casa…
 
Mientras camina sobre el enorme atolladero, al lado de otra avenida que cruza la ciudad de oriente a poniente, Juan Manuel repara en una chica alta, de cabello corto y rubio, que rodea bellamente su cabeza, sólo puede verla de perfil, alcanza a distinguir unos enormes ojos azules, melancólicos, que miran al horizonte, hacia las bestias mecánicas detenidas a sus pies, pensativa y serena, su nariz es recta, pequeña y altiva, aguileña, al respirar se hincha ligeramente, dando la sensación de que su dueña trata de aspirar más aire del que le permite el tamaño de su nariz, la boca es pequeña, de labios carnosos, la chica no está maquillada y aún así es hermosa, el chico se siente impulsado a hablarle, y cuando se da cuenta ya está junto a ella, diciendo:
 
- Disculpa mi intromisión pero, ¿estás bien?
 
La chica se sobresalta un poco, mira azorada a Juan Manuel y sólo contesta:
 
- Sí.
- ¿Segura?, te notas algo preocupada…
- No es nada, ya se me pasará.
- ¿De verdad?, si quieres yo podría acompañarte al metro, o a algún lugar donde puedas ir a casa…

- ¿Quieres dejar de molestarme?, ¿No entiendes lo que quiere decir la palabra “no”?
 
Juan Manuel, pasmado por la frialdad de la mujer, asiente con la cabeza y murmura:
 
- Tienes razón, sólo estoy molestando, lo siento.
 
Dicho esto, el oficinista empieza a caminar hacia la estación del metro, piensa un poco en la belleza de la chica y mucho en su frialdad y grosería… ¿de verdad estaba molestando?, a él le parecía que sólo trataba de ser amable, después de todo, la chica parecía afectada por algo, claro que él no solía abordar así a las chicas, en ese momento comprendió que algo en ella le había dado mala espina, casi parecía que la chica estuviera a punto de…
 
- Oye…
 
Alguien jala del brazo gentilmente a Juan Manuel, cuando voltea, se percata que es la chica que acababa de dejar en el puente, tuvo que haber corrido un poco, porque sus mejillas se notaban enrojecidas y ella respiraba agitadamente, el chico dijo:
 
- ¿Si?
- Disculpa que te haya tratado de esa manera, fui muy grosera, comprendo que sólo querías ser amable, ¿Cómo te llamas?
- Juan Manuel Prado…
- Mucho gusto, Juan Manuel, yo me llamo Olivia Sonneilon…
 
Al ver el rostro de desconcierto del joven, Olivia le explicó que sus padres eran franceses, pero ella había nacido en México, dicho esto, la chica le preguntó si no le molestaría que lo acompañara, Juan Manuel aceptó y caminaron juntos hasta la estación del metro, Olivia iba más sonriente y amable de lo que había estado en el puente, pero seguía viéndose melancólica, el muchacho no quiso profundizar en este asunto hasta que el metro casi iba llegando a la terminal, Olivia le había dicho que cuando él la encontró, casualmente iba hacia su casa, cerca de la misma estación donde Juan Manuel bajaba, poco antes de descender, el oficinista le preguntó a la chica:
 
- Dime una cosa, Olivia, ¿Por qué estabas triste en el puente?
 
La mujer de nuevo adoptó una mirada fría y le espetó secamente:
 
- Eso es algo que no te importa, Juan Manuel.
 
Olivia no volvió a abrir la boca hasta que descendieron del metro, al salir de la estación se despidió secamente de su acompañante y se perdió entre las calles cercanas, Juan Manuel se quedó con la impresión de que había cometido una indiscreción y caminó hacia su hogar…
 
El día siguiente, sin embargo, traería una sorpresa a la rutina del oficinista, al salir de trabajar, encontró a Olivia en el mismo punto donde la halló el día anterior, por un segundo supuso que ella lo ignoraría, pero se equivocaba, la chica volteaba constantemente a ver a los que pasaban cerca de ella, y Juan Manuel dedujo que lo estaba esperando, cuando llegó hasta ella, esta duda se despejó:
 
- ¡Hola, Juan Manuel!
- Hola, Olivia…
- Oye, quería disculparme contigo, ayer fui demasiado brusca, no tienes porqué saber lo que pasó y es obvio que no tuviste mala intención… ¿te molesta si te acompaño de nuevo?
 
Juan Manuel estuvo a punto de decirle que no, que prefería irse solo, pero la presencia de la chica lo dejaba extrañamente fascinado, parecía que bajo esa mirada triste pero amable, latiera algún secreto inconfesable, y la curiosidad podía más que cualquier sensación de desagrado…
 
- Claro, Olivia, no hay problema.
 
Ambos comenzaron a caminar mientras conversaban más animadamente que la tarde anterior, abordaron el metro y platicaron todo el camino hasta la terminal, allí se despidieron, acordando verse al día siguiente de nuevo…
 
Así pasaron los días, Juan Manuel y Olivia se encontraban diariamente sobre el puente e iban conversando todo el camino hasta la terminal del metro, la conversación era cada vez más animada, cada vez más amistosa, cada vez más íntima...
 
Un buen día, Juan Manuel se encontró a su amiga algo más melancólica que de costumbre, la forma en que miraba al horizonte ese día le recordaba al chico el primer día que se encontró con Olivia, recordó en ese momento que lo que le dio mala espina la primera vez era que la mujer parecía dispuesta a…
 
- Hola, Juan Manuel…
- Hola, Olivia ¿todo bien?
- No, hoy es un día triste…
- ¿Por qué?
- Hoy se cumple un año de la tragedia…
- ¿Cuál tragedia, Olivia?
 
La chica no contesta, el joven siente un escalofrío que le recorre la espalda, de pronto Olivia dice:
 
- ¿Te molesta si nos vemos mañana?, Tengo que ir a los puentes gemelos a arreglar algo…
 
Ni siquiera lo había mirado al decir esto, Juan Manuel no tuvo más remedio que decir:
 
- Seguro, no hay problema… ¿segura que todo está bien?
- Sí, es sólo que… tengo que cerrar un ciclo…
- Bueno, hasta mañana entonces…
- Hasta mañana, mi muy querido amigo…
 
El joven se despidió de Olivia asombrado, el cambio operado en ella era notable, antes de irse alcanzó a ver que la chica tomaba un camión hacia la exclusiva zona residencial que se alza en el extremo poniente de la ciudad, sin poder quitarse de la cabeza la situación, Juan Manuel fue a su casa…
 
Le tomó unas cinco estaciones darse cuenta de lo que pensaba, primero, que Olivia estaba deprimida, seguramente por alguna tragedia personal, segundo, ese día se cumplía un año, tercero, que había ido a “cerrar un ciclo” a los “puentes gemelos”, le tomó otras cinco estaciones el conectar todas las ideas que le rondaban con lo que le dio mala espina el primer día que conoció a Olivia... la chica parecía estar a punto de saltar hacia el Periférico cuando la abordó, una rápida investigación en Internet en cuanto llegó a casa le reveló el misterio, al buscar pistas, Juan Manuel encontró la siguiente noticia:
 
“Suicida en Las Lomas.
El día de hoy la policía encontró el cuerpo sin vida de Gonzalo Romero, el cadáver fue hallado debajo de los puentes gemelos que cruzan la cañada que se encuentra a la altura de la calle de Bosque de Duraznos, en la exclusiva zona residencial de Las Lomas, las autoridades están convencidas que el joven se suicidó.”
 
El chico, desesperado, sale corriendo en dirección opuesta a la que acaba de recorrer, vuelve a la zona de su oficina, toma un camión a Las Lomas cuando la noche envuelve la Ciudad de los Palacios, y para el momento en que llega al puente de Bosque de Duraznos ya es noche cerrada, Juan Manuel corre hasta que encuentra a Olivia en el otro extremo del puente, recargada sobre el barandal que la separa de la barranca, las delicadas piernas balanceándose de un lado a otro, sin aliento, el muchacho llega hasta Olivia y grita:
 
- ¡No lo hagas!
 
Olivia lo mira sorprendida, al mismo tiempo que con una agilidad asombrosa, sube ambas piernas al borde mismo del barandal, mientras grita:
 
- ¡No te acerques, esto no es asunto tuyo!
- ¡Pero no vale la pena, Olivia!
- ¿Que no vale la pena?, ¿Qué demonios sabes tú sobre el amor? ¿Acaso has amado a alguien de la manera en que amaba… amo, a Gonzalo? ¡No quiero vivir sin él!
- ¡No hagas esto, Olivia!, quizás no sé mucho sobre lo que sientes, pero sé esto: tu vida no tiene porqué acabar junto con la de Gonzalo, tú debes superarlo…
- ¿Superarlo? ¿Cómo?
- Yo te ayudo a superarlo, buscaremos ayuda profesional, buscaremos por todos los medios la forma en que puedas dejarlo ir, no vale la pena terminar tu vida así, Olivia…
 
La chica lloraba, Juan Manuel se acercó lentamente a ella, la chica dejó de tensar los brazos y sollozaba, el chico la tomó por los hombros y la ayudó a bajar, ella se alejó del barandal y abrazó fuerte a Juan Manuel, mientras decía:
 
- Gracias, muchas gracias, amigo…
- De nada, Olivia, al contrario, gracias a ti por no haber saltado…
- No me agradezcas todavía, imbécil…
 
Juan Manuel apenas pudo digerir esas palabras, se separó de Olivia lo suficiente para ver la siniestra sonrisa que cruzaba su rostro, acto seguido, la chica lo soltó y lo empujó, el joven no se había dado cuenta de lo cerca que estaba del barandal y cayó de espaldas hacia el barranco, durante su caída no pudo quitar la vista de la mirada alegre y diabólica que Olivia le dedicaba, segundos después, su cuerpo se rompía al impactar el suelo, murió al instante…
 
Olivia miró en todas direcciones, nadie la había visto, sonrió, por fin había terminado un ciclo…
 
“Suicida en Las Lomas.
El día de hoy la policía encontró el cuerpo sin vida de Juan Manuel Prado, el cadáver fue hallado debajo de los puentes gemelos que cruzan la cañada que se encuentra a la altura de la calle de Bosque de Duraznos, en la exclusiva zona residencial de Las Lomas, las autoridades están convencidas que el joven se suicidó.”
 
Un par de meses después, otro joven oficinista, que utilizaba el mismo camino que Juan Manuel, repara en una chica alta, cabello a los hombros, negro, que rodea bellamente su cuello y hombros, sólo puede verla de perfil, alcanza a distinguir unos enormes ojos azules, melancólicos, que miran al horizonte, hacia las bestias mecánicas detenidas a sus pies, pensativa y serena, su nariz es recta, pequeña y altiva, aguileña, al respirar se hincha ligeramente, dando la sensación de que su dueña trata de aspirar más aire del que le permite el tamaño de su nariz, la boca es pequeña, de labios carnosos, la chica no está maquillada y aún así es hermosa, el chico se siente impulsado a hablarle y le dice:
 
- Disculpa que me meta, pero, ¿estás bien?
 
La chica se sobresalta un poco, mira azorada al muchacho y sólo contesta:
 
- Eso es algo que no te importa…
 
Luego de que el chico se disculpa, Olivia Sonneilon lo ve irse y sonríe, otro ciclo está por comenzar…

No hay comentarios:

Publicar un comentario